La voracidad de una plaga en el Campo Arañuelo
Ahora tenemos otras hormigas que van dejando los pueblos del Arañuelo, los Ibores y otras comarcas sin habitantes...
Noemí Garcia Jiménez
Sábado, 9 de abril 2022, 18:46
A lo largo de la comarca del Campo Arañuelo quedan restos de varios poblados. Uno de ellos es la villa de Albalat; otros son La Anguila, dentro de los límites del actual Serrejón; Santa María de la Mata, la antigua localidad de Torviscoso y El Campillo. A estos pueden sumarse otros, como Aldeacentenera, el antiguo pueblo de San Román, La Avellaneda o Torrejón, en las comarcas contiguas. A todos ellos les une la insólita causa por la que fueron abandonados.
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Empezando por el primero, Albalat, hay documentos de finales del siglo XVIII que recogen que ya entonces era una población del todo arruinada, de la que solo quedaban vestigios. Fue destruida por una plaga que forzó a sus habitadores a abandonarla, gracias a lo cual se fundó Casas de Miravete.
La Anguila, según los datos recogidos en el Interrogatorio promovido por la Real Audiencia de Extremadura (1791), no se sabe la causa de su despoblación, pero recoge que fue por una plaga un siglo antes de esa fecha. Con los huidizos moradores nacería el pueblo de Serrejón, adonde más tarde huirían los habitantes que residían en terrenos aledaños a las ruinas de la ermita de Santiago, en el camino de Almaraz, escapando también de una plaga. En ese mismo documento, puede leerse que una plaga puso fin al pueblo de Campillo, en el término de Belvis de Monroy.
Siguiendo con los pueblos del Arañuelo, las casas y corrales de Torvisco fueron reducidas a cenizas para sofocar otra plaga; quemadas sus viviendas, los moradores huyeron. Lo mismo se cuenta de Santa María de la Mata, en el término de Peraleda, al que pertenecían los deshabitados Valparaíso y Malhincada, que fue despoblada por otra plaga. Historias semejantes se repiten en pueblos cercanos de otras comarcas.
Pero, ¿qué fue capaz de sacar de sus localidades a tantas personas?, ¿por qué quedaron reducidas a cenizas?¿era necesario el empleo del fuego para erradicar esa potente plaga? Pues, aunque pueda resultar increíble, no se trata de un virus ni de una bacteria, sino de unos seres muy diminutos y organizados. Son unas criaturas de cintura estrecha, cabeza grande, antenas articuladas y poderosas mandíbulas. A esa descripción, responden las hormigas. Ellas fueron las únicas causantes del éxodo de sus habitantes y de que antes de irse, quemaran sus casas.
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¿Otra explicación?
Sin embargo, quizá haya otra explicación. Así, en el interrogatorio citado antes del año 1791, bajo el epígrafe de Reparos y advertencias a la respuesta de la villa de Belvis, donde se exponen las que se consideran causas del despoblamiento de Campillo y de otras localidades extremeñas, se puede leer una explicación mucho más plausible. Viene a decir que no son las hormigas las que han aniquilado esta y otras poblaciones en la provincia sino los adehesamientos, los ganados trashumantes apoderados de ellos, la peste del siglo XIV, la decadencia de la agricultura y otros vicios de la condición humana. En aquellos tiempos, cada dehesa estaba repartida entre pequeños propietarios y cada una podía contener una población de hombres y un rebaño de ovejas.
Llevándolo a nuestros días, esto da que pensar. Ahora tenemos otras hormigas que van dejando los pueblos del Arañuelo, los Ibores y otras comarcas sin habitantes. Desde que llegó el coronavirus, todo lo que sucede parece ser culpa de él, como hace unos siglos los fueron las hormigas. Quizá más adelante, cuando la epidemia sea un hecho del pasado, alguien lo analice y entresaque las verdaderas causas del abandono de los pueblos de la zona. Es posible que sean atribuidas a la desidia y la naturaleza humana.
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