

El 'veranillo' de San Miguel volvió a ser protagonista en las fiestas que marcan el inicio del otoño en Navalmoral, con unas temperaturas más propias del inicio del verano, lo que hizo que la gente se echara a la calle, de toda la comarca, llenando calles y bares, barras o terrazas en la zona peatonal, el Jardincillo, la plaza Vieja, el Pósito o la Chimenea.
Un buen ejemplo se vivió el domingo en la plaza de las Minas, con varios cientos de personas esperando para recibir un plato de la 'garbanzada' extremeña servida por el Ayuntamiento, al ritmo de la música de Gorrilla y su grupo, en una cola que llegaba hasta el centro cultural La Gota.
Era la antepenúltima actividad de las fiestas, ya que a esas horas solo quedaban del programa elaborado por la concejalía del área un baile en el centro de mayores y un espectáculo de fuegos artificiales en el camino del Goche.
También la última jornada de la Feria Agroalimentaria ubicada en el paseo de la Estación o en el interior del parque municipal, con más de una veintena de puestos de distintos productos y varias catas.
Peleas, ferial y música alta
Y si el buen tiempo y la masiva presencia de visitantes fueron la cara positiva de San Miguel, también tuvo su parte negativa en forma de peleas, con un joven de Rosalejo trasladado a Madrid con heridas en un ojo, o el fallecimiento, por causas naturales, de un hombre en los aseos de un conocido bar, en el que se vivieron en la tarde del sábado momentos de nervios y tensión al no reaccionar a la reanimación que se le estaba practicando y tener que atender al resto de la clientela hasta que pudo cerrarse y esperar la llegada de los servicios funerarios.
Sin olvidar lo ocurrido el viernes con la clausura del ferial instalado junto al edificio multiusos, muy comentada y criticada en las redes sociales y en la calle, tras anunciarse por el Ayuntamiento a primera hora de la tarde por problemas con los certificados de las atracciones y puestos y su apertura cerca de las nueve de la noche «una vez resueltos los problemas que han obligado a impedir su apertura».
Pero también -aunque haya tenido menos repercusión- por las quejas de los vecinos de algunas zonas que sufren una música excesivamente alta de los establecimientos de hostelería ubicados en las mismas o en los alrededores.
«Está bien disfrutar de las fiestas, y lo entendemos, pero tampoco es necesario que no se pueda hablar por el volumen de la música o que tengamos que brincar en casa por los decibelios de la calle», afirman.
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