

Casas de Miravete parecía que seguía desalojada en torno a las dos de la tarde del lunes, pese a que desde dos horas antes ya podían regresar sus vecinos, desalojados en la madrugada del viernes por el incendio que se inició en la 'cumbre de las liebres'. No había nadie por sus calles. Bueno sí, más medios de comunicación que vecinos. Hasta cuatro cámaras de distintas televisiones. Y HOY, que estuvo con ellos poco después de comenzar el incendio y ha estado cuando se dio por finalizado y se permitió la vuelta al pueblo.
«Somos pocos, 80 o 100 habitantes, en buena parte personas mayores, que están muy cansadas después de estar tres días en el pabellón de Almaraz», nos decían junto a la entrada de La Cocina de Felipa, el bar desde cuya terraza seguimos la evolución de las llamas en la noche del jueves, cuando todos pensaban que les iban a evacuar, después que no y finalmente, de madrugada, que sí.
El lunes acompañamos a Moisés y a Felipa a entrar en el establecimiento después de varios días cerrado, esperando encontrar, la verdad, abundante polvo y ceniza. Sin embargo estaba bastante limpio, incluida la terraza. Eso sí, el olor a quemado seguía siendo intenso. Lógico, al observar la arboleda arrasada a sus espaldas.
«Esto ha sido una hecatombe total. Desde que se produjo el incendio hasta hoy, no nos han dejado entrar en el pueblo. Y todos los alrededores están arrasados. No ha entrado el incendio en las casas de milagro, aunque varios patios se han quemado. Yo tengo más de cien animales y he tenido que venir como un delincuente a darlos agua y comida porque no me dejaban entrar, salvo los dos últimos días escoltado por la Guardia Civil. Esto es un desastre, al dejarse escapar el fuego dos o tres veces spor estar más pendiente del parque que de nosotros».
Así lo decía el encargado del bar, Moisés Moreno, quien lamentaban que «no nos dejan hacer cortafuegos, no dejan hacer leña en condiciones, no nos dejan quitar las matas que sobran... Así, lógicamente, todo arrasado, con las pérdidas que nos va a suponer. Toda la comida que tenía reservada para los animales para el verano se ha ido. Un pajar que tenía con 200 alpacas de heno, también. Ahora hay que hacer el pajar nuevo y comprar alpacas. No nos han dejado actuar a los paisanos, que somos lo que conocemos los caminos, las puertas, donde está el agua... Donde está todo. Ha sido un desastre total, puedes ponerlo bien claro».
En parecidos términos se expresaban, a pocos metros, un matrimonio que se marchaba a Madrid y una señora, visiblemente enfadada, mientras fregaba los accesos a su vivienda, si bien prefería no decir nada a los medios «porque después ponéis lo que queréis. Han dejado abandonado el pueblo», insistía.
Más joven, Gustavo Miguel aseguraba, sin bajarse del vehículo que paró a nuestro lado, que está «todo quemado por el abandono que hicieron. Dieron prioridad a salvar el parque, que me parecen muy bien, pero han dejado a Miravete vendido ante las llamas. Que yo sepa se han quemado una yegua de un familiar y unas 40 ovejas, además de las que que se irán muriendo como consecuencia de las quemaduras. Hoy, por ejemplo, hemos estado curando un cordero que tenía las pezuñas deshechas»
Miguel añadía que a su familia le ha afectado una finca que tiene su padre con gallinas y un par de perros, «a los que trajo a casa y se han salvado. A las gallinas no ha llegado el fuego. Y en general fincas de olivares o alcornocales que estaban para sacar el año que viene... Han sido unas pérdidas tremendas. Gracias a Dios vidas humanas no se ha perdido ninguna, que es lo primordial, pero bienes y animales te puedes imaginar…»
El joven, que reside en Navalmoral, ha acogido estos días a sus padres, que son de Casas de Miravete y viven allí todo el año. Y ahí tiene una última queja: la falta de información «por parte de todo el mundo. Les han mareado. Que si ahora en La Ventilla, que si de la Ventilla al restaurante Portugal. Yo lo que he visto ha sido un descontrol», afirma.
La indignación y el enfado general de los vecinos, ante el abandono que creen ha sufrido su pueblo en beneficio del parque de Monfragüe, estalló a la llegada de Pedro Sánchez a la zona. No así con Guillermo Fernández Vara, con quien un grupo de ellos estuvo departiendo unos minutos para hacerle llegar sus quejas y reivindicaciones. Pero con otro tono.
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