
Pilar Rubio, vocal de cultura del Hogar Extremeño en Madrid
Sábado, 20 de marzo 2021
Una vez pasado el Día 8 de Marzo, tras mi dilatada carrera profesional, me pregunto: ¿Qué he aportado yo, como mujer, al mundo? E, Inevitablemente, me viene a la memoria aquel día lluvioso de otoño de mi primera juventud, cuando emigré con mi familia a Madrid buscando un horizonte nuevo que mejorase nuestra calidad de vida.
Subí al tren con mi pequeña maleta de cartón y las lágrimas afloraban a mis mejillas a medida que las encinas de las dehesas extremeñas que me vieron nacer se desdibujaban en el horizonte, mientras retenía en mi retina los besos que nos lanzaban con la mano desde el andén nuestros familiares y amigos.
Un recuerdo indeleble y recurrente prendido en mi memoria que me ha curtido con fortaleza ante la adversidad en los momentos más desafortunados y ha mantenido mi ilusión por volver a Extremadura siempre. Una sensación de añoranza que he sentido, acrecentada, en la larga travesía de la pandemia, junto a un sentimiento de nostalgia e impotencia al no poder fundirme en un abrazo con mi gente en nuestra querida tierra extremeña.
Ahora que se ve la luz al final del túnel, es el momento de la esperanza y pienso que soy afortunada, pues mi mejor patrimonio es y ha sido el cariño de mi familia, de mis maestros y de mis amigos, incondicionales siempre. Agradecida, y siendo consciente de que mi pueblo, Aldeanueva del Camino, es un pequeño paraíso, me siento orgullosa de haber viajado por medio mundo sinolvidar mis raíces.
En el viaje de la vida, pude alternar el trabajo con el estudio, robándole horas a la noche, siendo la primera mujer en mi familia que se licenció en la Universidad. Mi trabajo como editora compensó con creces mi amor por los libros. Tuve todos los libros que no pude conseguir en mi infancia y en mi primera juventud. Pero aún no era suficiente: necesitaba escribir, ser solidaria y trabajar por Extremadura.
Y escribí varios libros. En la recreación de ambientes y paisajes hay referencias a mi querida tierra extremeña, sobre todo en una biografía de Carolina Coronado, el libro del que me siento más orgullosa. También escribí relatos solidarios por la paz y la igualdad. Y abracé la cultura como el camino para alcanzar la libertad.
Multitud de proyectos
Aún no he llegado a la meta. Sigo teniendo en mi mente multitud de proyectos y mi corazón está pleno de ilusiones. En Madrid trabajo por Extremadura como miembro de la junta directiva del Hogar Extremeño y como vocal de Cultura. Y también ayudo a mejorar la situación de las mujeres desde la Asociación Matritense de Mujeres Universitarias. En Extremadura, colaboro en actos culturales y potencio el extremeñismo como socia del Club Universo Extremeño.
Aunque mi hondura poética no alcance a la Coronado, nuestra poeta universal, ni a Gabriel y Galán, he escrito en un poema el deseo de que mi último suspiro sea mirando hacia las montañas de Aldeanueva, rodeada de celindas, mimosas, jaras y cerezos, y abrazada por las estrellas en un cielo en el que ondeen banderas verdes, blancas y negras.
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