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Opinión

El mal causado

Puede que se hayan precipitado. Unos, en anunciar una muerte y otros en asomar el cogote...

ANTONIO PINÉ, MIEMBRO DE LA JUNTA LOCAL DEL pp

Martes, 31 de enero 2023, 22:30

Cuál es el sentido de la existencia del Mal? Ni más ni menos que corromper. Cuantas más almas engrosen sus filas, cuanto más barato salga comprar el orgullo, la honradez y la dignidad, más poderosos serán esos mediocres caciques provincianos que carecen de cualquier vislumbre de humanidad. Con las virutas que se les quedan entre las uñas al escarbar en sacos ajenos, compran voluntades, formando bajo sí un escudo que les libra de ahogarse en sus propias gallinazas.

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Demasiados años comprobando y padeciendo como un cualquiera puede llegar a gobernar los destinos del populacho desbravado. ¿Con qué méritos? La falta de cualesquiera de ellos. ¿Las consecuencias?, Las que estamos padeciendo desde hace unos años. Por lo tanto, ínclito lector, no se te escapará que «la causa de la causa es la causa del mal causado»

¿Pero qué ocurre cuando se quiere poner coto y revertir el mal causado? ¿Qué sucede cuando hay quien no cambia un paseo por las calles de su pueblo por un sillón de diputado? Pues que las alarmas se disparan. Incredulidad. Correcalles caótico. Y un terror inconmensurable, que hace que, en teoría, enemigos irreconciliables se sienten en la misma mesa a pergeñar como impedir que el ejemplo cunda. No sería la primera vez. A las pruebas me remito. Cambio de cromos. Yo me callo, tú me das. Yo señalo, tú acusas. Amenazas, sobornos. Y si nada surte efecto, te defenestran.

Ora bien, egregio leedor, de todos es sabido qué, los cobardes que disparan por la espalda, no suelen tener el pulso firme, aunque sí la lengua y las piernas sueltas. Puede que se hayan precipitado. Unos, en anunciar una muerte y otros en asomar el cogote. Como quiera que sea, aún no hay nadie en la tumba que tanto mediocre quiere ver ocupada. Quizás, las cañas se tornen lanzas y alguna celebración acabe en cólico del miserere.

Miseria humana

Lo más triste de lo acontecido va más allá de lo personal. Lo realmente lamentable es la normalización de la miseria humana. Ver cómo hay personajes que aplauden cuando la legalidad es pisoteada. Ver cómo los que no tienen redaños para enfrentarse a los bravos, quieren alcanzar; con las rodillas en carne viva, lo que por pusilánimes siempre les estuvo vetado. Ver como quienes, sin autoestima, incapaces de gobernar sus propias vidas, pretenden manejar las vidas de los que les rodean. Aunque para ser justos, cierto valor sí que hay que reconocerlos. No ruborizarse al mostrar los avales que desde ochenta y cinco kilómetros, a vuelo de cuervo, les han arropado y la carta de presentación, tan inmaculada de méritos como de experiencia.

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El final de este cuento largo no debería demorarse mucho más, pero que te quede claro, eximio leyente, que los realmente perjudicados seréis vosotros, los vecinos, el populacho. Los que reconocisteis la verdad y el esfuerzo desinteresado, y me atrevería a decir, que incluso los que padecieron la intensa fiscalidad por mor del bien común. Los primeros, porque os quedáis sin opciones de cambio, a no ser que aceptéis a un gato por un tigre. Y los segundos, porque sin vigía, y a la que tengáis oportunidad, como capullo, o crisálidas; que igual da, volveréis a dormitar y engordar sin que lo que ocurre a vuestro alrededor os preocupe.

Para finalizar, preclaro fisgón, el reparto de culpas. Los señalados, por inconscientes y pretender, bajo la bandera de la verdad, mejorar la vida de todos. Los advenedizos, por convertir un sueño en una pesadilla, a cambio de un ya imposible. Y el bocado del león, por dos años de tranquilidad, que pudiesen ser cuatro más, acunado en un rosal sin espinas.

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