

José Luis solano
Miércoles, 13 de julio 2022
El tren con velocidad va a iniciar su andadura por Extremadura, no será un último modelo ni a estrenar. Por consideración hacia los extremeños, por ecologismo… será reciclado, con restos de esencia gallega. No cogeremos, por el momento, velocidad a no ser que vayamos dirección Badajoz, eso sí, tras pasar Montfragüe; hacia Madrid, la lentitud, dos horas, seguirá por tiempo: a estas fechas se inician preámbulos de obras, la conclusión tardará. No debemos estresarnos, semos de aquí, viendo pasar el tiempo, que la milana, con la caló anda frená.
Si el trazado y las vías van lentas, algunas estaciones a la par, rescatadas o en lucha -muro o ¡soterramiento, ya!- como Navalmoral, incluso Plasencia, con la suya ya reformada, al parecer se van a permitir plantear una nueva al sur –a 4,6 kilometros- donde la rechazaron hace años, más cercana que la asignada en Montfragüe – a 11 km- para coger velocidad ferroviaria y hasta lo mismo lo consiguen. Pelillos a la mar con la remodelación efectuada, con lo que dije y ahora digo, que el sino de la centralidad, del ego, parece ser aboca a tropezar en más de un lugar. Que el pressing político quiere asentarla al amparo de Nuestra Señora de Fuentidueña, consiguiendo, de lado, revitalizar un lugar dormido, devolver, tal vez, la imagen de la virgen desde San Nicolás, que lo mismo contribuye a levantar el paraje o coge el tren hacia el futuro sideral.
Esta lección puede servir a Navalmoral para solicitar el cambio de ubicación, dejar la lucha social divisoria del muro, abrirse a otras poblaciones, a la Vera, romper el urbanismo de estreñimiento en línea ferroviaria existente, dejar de dividir a la población, racionalizar y modernizar. Con la gigafactoría se producirá una expansión urbana, social, económica, comunicativa…., un nuevo aluvión como en el pasado fue el de la central, Valdecañas, el Camino Real o pastores de la Mesta que a estos lares vinieron a parar.
No hay que mirarse el ombligo, hay que superar el síndrome de la principal, de todo a un centro sin demasiadas distancias, que esto no es Madrid ni Nueva York, ni hay que coger el coche hasta para mear. Hay que abrir mentalidad, subirse al tren aunque esté en marcha y pedir -que lo mismo surge condescendencia ferrea de última hora-, que motivos han surgido para rectificar y solicitar nueva estación con la industria que se viene; aprovechar, urbanística y socialmente, el terreno que dejaría libre la trama ferroviaria actual.
Y, en oferta de tres por uno, hasta instalar en la localidad la máquina antigua que quiso regalar Renfe en la última remodelación de la plaza de la Estación, descartada porque se harían daño los niños si se subían que, como dijo el torero Rafael El Gallo, «¡Hay gente pa tó!», lumbreras y nacionalistas que no vieron la falta de decoración local y hasta pueden alegar, en su contra, con que no hay que ir a buscar ermitas, ni procesionar a las afueras como los placentinos, que aquí está en el centro y hasta puede la virgen ser más angustiada en su estar por desplazamientos fuera de la localidad.
Pero, al tanto, que todo puede cambiar, pues hasta la palmera del Jardincillo, dada por muchos por muerta, comienza a rebrotar.
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