

La expectación mediática generada por la visita de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y de la Junta de Extremadura, María Guardiola, a la central nuclear de Almaraz, propiciada más por los medios de comunicación que por un interés real de las poblaciones del entorno, se dio de bruces con la realidad: un único activista se presentó a las puertas para mostrar su rechazo a la continuidad de la planta. Una imagen muy distinta a las protestas del pasado contra la energía nuclear.
Las dos presidentas, que recibieron como obsequio sendas réplicas en miniatura de la CNA, accedieron al interior acompañadas de ocho consejeros, cuatro de cada gobierno, y con las respectivas televisiones autonómicas. Allí volvieron a reclamar la continuidad de la central.
Según informó la Junta en un comunicado, Guardiola y Ayuso fueron recibidas por miembros de la dirección y de las empresas propietarias de las Centrales Nucleares Almaraz-Trillo. A continuación, recorrieron parte de las instalaciones de la planta, como el edificio de turbinas o la sala de control.
Mientras hacían ese recorrido varios medios, en especial televisiones de ámbito nacional, esperaban en la rotonda de acceso a la central para obtener declaraciones a la entrada o la salida de las autoridades, lo que no se prudujo, ya que no estaba convocada ninguna comparecencia.
La visita a la central se produjo tras la firma, el lunes, de una declaración institucional conjunta entre los Ejecutivos de Madrid y Extremadura para reclamar al Gobierno la ampliación de la vida útil de Almaraz.
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