Cuando la sociedad te devuelve lo que das
La atención de sus compañeros, un desfibrilador, la llegada de unos moteros y los profesionales sanitarios evitaron la muerte de Raúl Castro
eloy garcía
Domingo, 7 de noviembre 2021, 09:44
Pudo acabar en tragedia, con la pérdida de una vida humana -aun con muchos años por delante- y el consiguiente sufrimiento para la familia. Pero por fortuna no fue así. Por fortuna… y por la rapidez de intervención y el saber hacer de voluntarios y profesionales sanitarios.
De ahí el agradecimiento de Raúl Heriberto Castro Toschi, quién el pasado 5 de septiembre sufrió un infarto de miocardio mientras montaba en bicicleta cerca de Nuñomoral. La rápida atención de sus compañeros de ruta, la disposición de un desfibrilador, la llegada de unos moteros voluntarios y la pronta intervención de los profesionales del 112, helicóptero incluido, se confabularon para salvarle la vida.
Podría ser un breve resumen del sentir de este médico argentino, de 71 años, que llegó a España con su familia en 1989. A Galicia concretamente, para once años más tarde, en el 2000, establecerse definitivamente en la comarca del Campo Arañuelo. En su hospital, tanto él como su esposa, Mónica Ferreyra, alcanzaron la edad de jubilación.
Castro, deportista, no fumador, no bebedor y que no se suele medicar, siguió con sus aficiones. Entre ellas su huerto y su deporte, la bicicleta de carretera. Precisamente fue sobre la popularmente conocida como 'flaca' sobre la que sufrió el infarto, desplomándose «como un saco de patatas», tal y como narra él mismo, ahora totalmente recuperado, desde su casa de la urbanización Las Narotas (Belvís de Monroy), junto a su familia.
Tal es su recuperación que el pasado jueves participó en un partido de fútbol-sala, con su equipo de la cercana Peraleda de la Mata.
Fatídico 5 de septiembre
Para que nada se le quede en el tintero, ha decidido plasmar en un escrito lo acontecido hace poco más de dos meses, así como en los días posteriores, su agradecimiento y la necesidad de poner en valor la sanidad extremeña.

Su carta comienza rememorando que todo ocurrió en la Vuelta a Extremadura que organiza el club Amigos de la Bici. «Sufrí un infarto de miocardio con parada cardiaca por fibrilación ventricular y subsecuente caída de la bicicleta, tres kilómetros antes de llegar a Nuñomoral», explica, con una terminología que delata su profesión.
En el furgón del club, que escolta a los ciclistas en cada salida, llevan un desfibrilador (DESA), «lo que permitió que un motorista de Valladolid que pasaba con su grupo, al ver la congregación de ciclistas a mi alrededor, se detuviera y sin llegar a quitarse el casco, pusiera en marcha el desfibrilador y realizara la descarga, participando después, con mis compañeros de ruta, en las maniobras de reanimación hasta que llegó el personal del PAC (Punto de Atención Continuada) cercano que alertó a la unidad medicalizada y ésta al helicóptero».
Aquí hace un alto en la lectura de la nota para aclarar que es sabedor de lo acontecido gracias a lo que cuentan sus compañeros, pues debido a la conmoción no recuerda nada. «Ya reanimado, fui intubado y trasladado a Cáceres, donde me pusieron un stent en una coronaria y pasé siete días en la UCI».
Todo salió bien, prosigue, celebrando que ahora pueda contarlo con total tranquilidad. «Gracias al buen hacer de todos se logró una reanimación precoz y efectiva encontrándome hoy sin ninguna secuela», señala.
Dos objetivos claros
El sentimiento de agradecimiento que transmite es continuo durante la conversación, aludiendo a la necesidad de «cumplir dos fines» a través del escrito.
«Primero, agradecer a todos aquellos que me asistieron. No voy a dar nombres propios por el temor de olvidar a alguno, ya que todos fueron importantes», pasando a citar a sus compañeros de Amigos de la Bici «que tienen la precaución de practicar deporte responsable, llevando en el furgón los elementos necesarios para una atención de urgencia».
También tiene palabras de reconocimiento hacia las personas «con sentido de solidaridad que son capaces de detenerse en su ruta para ofrecerse a asistir a quien lo precise, como el caso de Julio, el motorista de Valladolid que no dudó en hacerlo poniendo en práctica sus conocimientos de reanimación».
Y cómo no, a médicos, auxiliares, chóferes, profesionales del PAC, de la UME, del helicóptero, del servicio de Hemodinámica y la UCI del hospital de Cáceres,… «Todos sin excepción. Servicios de salud que son un lujo y de los que los extremeños debemos sentirnos orgullosos y agradecidos de contar con ellos», subraya.
El segundo objetivo es poner estos hechos en conocimiento de la población en general, y de las autoridades sanitarias de Extremadura en particular, para que «comprendan la importancia que tienen estos servicios y que no pierdan la oportunidad de reforzar el sistema de salud, evitando sobrecargar al personal que puede mermar su efectividad».
Sin duda, a decir por sus propios compañeros, se ha tratado de una concatenación de suertes, casualidades y buenos profesionales y amigos.
Familia solidaria
Pero tal vez no sea más que el destino, el tan traído y llevado karma, pues se trata de una familia solidaria. Baste decir que durante la pandemia, cuando el matrimonio ya estaba jubilado, se reintegraron a su puesto de trabajo de forma altruista en el mismo hospital Campo Arañuelo. Él, anestesista; ella, cardióloga; dando a la sociedad algo que, probablemente, no imaginaban que ésta les devolviese.
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