Un siglo de excavaciones
Excavar al ritmo actual las dos hectáreas del yacimiento arqueológico de Madinat Albalat supondría cien años de trabajos
Un siglo tardarían en excavarse las dos hectáreas que ocupa el yacimiento arqueológico de Madinat Albalat al actual ritmo de trabajo. El cálculo lo hacía en el propio enclave -ubicado en término municipal de Romangordo, a orillas del río Tajo- la arqueóloga francesa Sophie Gilotte, directora de la undécima campaña de excavaciones, que concluye el día 27.
Gilotte lleva un mes trabajando codo con codo con decenas de voluntarios (el número fluctúa entre la veintena y la treintena), estudiantes universitarios de Arqueología y Restauración llegados de diversos puntos de Francia, Túnez y España. Una campaña que se repite cada año y que en esta ocasión ha supuesto que el equipo de arqueólogos actúe sobre tres franjas de terreno que suman unos 300 metros cuadrados, abriendo nuevos sondeos, a la vez que han seguido trabajando sobre la zona norte de este antiguo asentamiento, la más cercana al Tajo, donde en su día existieron almacenes de cereales y comida.
Por su parte el equipo de restauradores se ha centrado en consolidar una de las casas descubiertas en la pasada campaña, además de hacer lo propio con una nueva vivienda, para asegurar una manzana de uno de los barrios de esta antigua urbe musulmana, datada en la primera mitad del siglo XII.
Poco tiempo
Sin embargo las campañas, a pesar de desarrollarse durante una década de forma consecutiva, se llevan a cabo solo en temporada estival y por espacio de poco más de un mes. Por un lado, explica la propia arqueóloga, por la inexistencia en la zona de la infraestructura necesaria para alojar a un equipo de varias decenas de personas durante varios meses. Por otra por el hecho de tratarse de voluntarios, profesores y alumnos, que aprovechan el tiempo libre de sus vacaciones de verano para participar en este tipo de proyectos, pero que luego deben volver a sus obligaciones.
No obstante Gilotte, presidenta de la Asociación Madinat Albalat, señala que todo podría cambiar en breve, toda vez que el terreno pasará a ser de titularidad pública.
«Es cuestión de poco tiempo, los papeles están en la notaría, lo que tarden los trámites. Cuando la propiedad sea pública puede que tengamos acceso a otro tipo de fondos públicos», manifiesta esperanzada.
Puertas abiertas
La directora de la excavación atendía a HOY en el transcurso de la jornada de puertas abiertas celebrada recientemente. Allí explicaba que mientras la mayor parte del grupo de arqueólogos trabajaba sobre un sondeo abierto hace dos años frente a la puerta principal de la medina, el equipo de restauradores se ha centrado en la consolidación de vestigios hallados en excavaciones anteriores.
Aquí hacía hincapié en el área de excavaciones por tratarse «de una zona diferente, distinta al resto, pues contiene talleres de artesanía, hornos, producción alimentaria, etcétera, lo que apunta a que podría tratarse de una zona del zoco».
Del trabajo de los restauradores subraya que actuaban en dos viviendas anexas «enormes, con patios de más de 60 metros cuadrados», que comparten muros medianeros pero que son muy diferentes. En el momento del incendio que asoló esta antigua población musulmana, y que permitió que se conservase tal y como la encuentran ahora, una de las casas «estaba peor, casi en ruinas, probablemente habría sido ocupada por varias familias. Sin embargo la otra está muy renovada, bien reformada, con buenos materiales. Esto nos cuenta dos mundos paralelos que vivían en la misma época», explica.
Para dar a conocer el trabajo de los voluntarios, así como para poner en valor el yacimiento, cada año se llevan a cabo diversas acciones de promoción, como el I Campus Albalat, iniciativa del instituto Albalat en el que tomaron parte cerca de medio centenar de estudiantes de Bachillerato, o las jornadas de puertas abiertas que cada año se repiten en la recta final de las excavaciones.
En estas últimas se realizan visitas guiadas, estructurando los grupos en función de la edad de los visitantes. En esta ocasión fueron cinco guías los que recorrieron el yacimiento «procurando que los grupos no fueran muy numerosos para así poder explicarlo mejor».
Mientras que los más pequeños podían poner en práctica sus habilidades arqueológicas con una falsa cata en la que iban descubriendo monedas de chocolate o restos de cerámica, entre otros elementos, así como participar en juegos medievales, los mayores recorrían el entramado urbano.

En el transcurso del recorrido los guías explicaban el pasado de Madinat Albalat, a la par que otros grupos de voluntarios recreaban en diferentes escenarios -a veces en clave de humor- como vivían los habitantes de esta importante ciudad musulmana.
«Es otra forma de explicar y de proyectarse en el tiempo», concluye Gilotte.
Gran valor estratégico
Según el historiador Adrián Arcaz Pozo, la ubicación de esta ciudad responde a su situación estratégica, «en la calzada romana que iba de Mérida a Toledo en el punto en que ésta cruzaba el Tajo por uno de los pocos vados existentes en este río».
En su obra 'Al-balat: Un enclave estratégico en la línea media del Tajo durante la Reconquista (siglos X-XII)' Arcaz señala que los árabes fortificaron esta posición de gran valor estratégico en el siglo X, en tiempos de Abderramán III, «quien se preocupó de asegurar militarmente la línea del Tajo, que estaba siendo objeto de ataque por parte de los cristianos», si bien apunta a que posiblemente antes de esa fecha ya existía algún tipo de instalación militar.
En el siglo XII aparece en varios escritos como cabeza de comarca o de provincia, siendo objeto del ataque de los reyes cristianos, decididos a recuperar las tierras perdidas por la invasión árabe, siendo conquistada por éstos y reconquistada por fuerzas musulmanas durante los siglos XI y XII, hasta que acaba perdiendo valor estratégico como consecuencia del desplazamiento de la frontera con los árabes y deja de ser mencionada en las crónicas reales.
Los indicios apuntan a que un gran incendio acabó definitivamente con este asentamiento.
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