Un saco de abrazos
«En estos tiempos extraños, no me queda la menor duda de que lo que la mayoría de la gente parece haber echado de menos son los abrazos. Uno virtual no sabe igual»
Noemí García Jiménez
Domingo, 14 de febrero 2021, 10:14
En estos tiempos extraños, en los que los días se suceden sin nada que los haga distintos, como si viviéramos una y otra vez el día de Marmota, no quisiera dejar pasar el día de san 'tontín' sin escribir unas líneas.
Cualquier otro año, a estas alturas del mes, los escaparates llevarían al menos un par de semanas engalanados para la ocasión, quizá alguna más, con corazones y adornos en rojos, lazos, flores…, pero este, con los comercios parcial o totalmente cerrados, cuesta encontrar el rastro de la llegada de San Valentín a ellos.
En el 2016, fecha del primer artículo que escribí con motivo de esta celebración, más de una persona me habló de cuánto echaba de menos no tener con quien compartir ese día. Quizá entonces, la idea de compañía, de encontrar la media naranja y otros tópicos del amor romántico estaba bastante más presente en nuestra cabeza. El año pasado, por estas fechas, andábamos preocupados por el temporal Gloria, quizá para no pensar en lo que se nos venía encima.
Después de un año de crisis sanitaria, es indudable que nuestras preocupaciones han cambiado; nuestras conductas y comportamiento también. La especie humana ya no será la misma. El aislamiento social ha variado nuestras formas de relacionarnos, divertirnos, viajar, estudiar… y enamorarnos. Aunque conozco algún caso de enamoramiento vía redes sociales, que, de momento, después de tres años, funciona, no creo que sea lo habitual. Somos seres sociales, y necesitamos vernos, un abrazo, una sonrisa, un gesto, algo de contacto físico.
En un artículo de prensa del 30 de enero, el antropólogo Arsuaga hablaba de la añoranza de la rutina; la ciudadanía está cansada de vivir tiempos extraordinarios e interesantes. Esa rutina, conformada por las tareas domésticas, la jornada laboral, las reuniones familiares o con amigos, tienen en común el contacto social, limitado por las medidas para frenar la pandemia.
En ese mismo artículo, el catedrático en Antropología Social, González Alcantud, decía que nos hemos vuelto tremendamente íntimos, con un rechazo al mundo exterior y el encierro en torno al fuego del hogar doméstico, donde nos sentimos seguros.
En este contexto, San Valentín tiene difícil captar clientes. La necesaria mascarilla tampoco ayuda. De los más de treinta huesos que tenemos en la cara, al menos la mitad se quedan debajo de ella, por no decir casi todos, cuando llevamos también gafas de sol y un sombrero o gorro. Con los mínimos contactos social, reducidos en su mayoría al ámbito laboral, y con la cara tapada resulta difícil enamorar y enamorarse.

De todas formas, no creo que lo echemos de menos de igual manera que lo echábamos en falta el 2016. Hace unos días, a través de las redes sociales, me llegaba una imagen que lo dice todo sobre lo que más añoramos: mostraba una chica sentada con la espalda apoyada en un saco de abrazos. También me llegó vía wasap. El texto decía: veréis cuando lo abra.
No sabe igual
En estos tiempos extraños, no me queda la menor duda de que lo que la mayoría de la gente parece haber echado de menos no es tanto el amor carnal, que festejaríamos en Carnaval, de poder celebrarse, ni el enamoramiento, lo que celebramos en San Valentín, sino los abrazos. Uno virtual no sabe igual.
Damos un abrazo al ver a la familia, al quedar con los amigos; es un símbolo del reencuentro, también en una despedida; recurrimos a él en la celebración de un éxito alcanzado, ya sea por los estudios recién acabados, haber logrado una mejora laboral, una victoria deportiva o de otro tipo; pero, sobre todo, y lo más importante en estos tiempos, son la más sincera demostración de que la otra persona tiene nuestro apoyo, y no va a pasarle nada malo.
Decía Cortázar, si me ves en alguno de tus pensamientos, abrázame que te extraño. Así que, dado que la pandemia continúa, seguiremos echando abrazos al saco para que, cuando salgamos de esta, dárselos a su destinatario.
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