Carlos Marcos, Policía Local jubilado
Domingo, 25 de junio 2023, 22:31
Andaba yo por la peatonal, y en esto que se me ha puesto un tío a mi lao y me ha empezao a hablar: «Que sitacuerdas cuando éramos chiquininos y nos íbamos a bañar a la güada»,
Publicidad
«Que qué buenos ratos nos hemos pasao, cuando nos escapábamos de siesta, a la sombra de los 'pisos del chocolate' echando una taba o jugando a los hoyos»
«Que si la tupa nabos que nos hemos pegao, alguna sandia, y las carreras que nos echabábamos, cuando nos pillaban»
«Que lo bien que lo pasábamos en los fubolines de Paco»
«Que las historias que nos montábamos haciendo chozos en los cerros, y abasteciendo nuestras 'necesidades' con gürriatos, lagartos, culebras, tordos...»
¡Qué situación!, ¿Qué coño querrá este tío, que cansino?. Y hablar y hablar y hablar sin parar; na más que entreteniéndome y distrayéndome.
El caso es que el monólogo no era desagradable. Qué va, porque hablaba de nosotros, de nuestros tiempos, de momentos irrepetibles, de amistades pretéritas; de tiempos agradables, añorados y felices... de otro modo de vida.
Y yo con la cabeza gacha asintiendo, cumpliendo, cubriendo el expediente... mirando tol rato a mi güasas, a mi feisbú, a mi tuiter.
No es que estuviera deseando que enganchara con otro, que también, porque es que esas «matracas caducas», como que ya uno ha olvidado, que no forman parte de mi vida actual, como que ya no me incitan. Que yo ya estoy a nivel matrix; viviendo en mi mundo paralelo, ficticio, absurdo.
Publicidad
Y seguí, sin perder ojo a esa realidad virtual que dista tanto de la real, pero que es la que se ha impuesto en esta sociedad de soledad e individualismo premeditado y aceptado.
La vida real
Y de repente levanté la cabeza del móvil, y me enfrenté a la vida real, y vi a mi alrededor gente, espacios, aire, ambiente...
Y reconocí a mi interlocutor, y me dio un subidón ver, vivir, palpar, sentir, disfrutar de vida; de sentimientos, de alegrías-tristezas, de volver a la realidad cotidiana y real de lo que somos... de reconocerle y recordarle.
Publicidad
Y tiré el puto móvil. Y se lo quité a aquel niño que llevaba tol día con él en el carricoche, viendo nisesabe, pa que no molestara o se comiera la merienda, a ver si se daban por aludidos los esos padres tan inconscientes del daño que le estaban haciendo a su heredero... Pero ná.
Y sentí esa bocanada de salud y bienestar que solo se puede sentir y disfrutar levantando la cabeza de pantallas y enreos, y mirando a tu alrededor.
Y vi gente, niños corriendo y jugando, risas y sonrisas, buen rollo.
Publicidad
Y un saludo, un buenos días, un qué tal, un qué necesitas... y volví a ser persona.
Salud y fuerza.
PRIMER MES GRATIS. Accede a todo el contenido
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La artista argentina Emilia, cabeza de cartel del Música en Grande
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.