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Gómez de la Torre, autor del texto HOY
Las firmas de HOY Navalmoral

El regreso

Así como en ciertos lugares las brújulas dan indicaciones erróneas, en Navalmoral los instrumentos de nivel parecen ser imprecisos

José María Gómez de la Torre

Miércoles, 11 de noviembre 2020, 22:20

Llegado el mes de julio, ahora que mis obligaciones laborales han pasado a ser sólo un recuerdo, escapo de 'la calor' morala y me voy a tierras más frescas; allí guardo el reloj y las llaves del coche en un cajón con la intención de no tocarlos hasta que la climatología de Navalmoral me indique que puedo regresar sin pasar por los agobios de los calores del día o de la noche.

Al regreso uno espera que todo siga igual y que si algo ha cambiado sea para bien y al llegar ve que hay cosas que siguen igual y también que ha habido cambios, unos para bien y otros que encogen el alma.

Entre las cosas que parecen no haber avanzado nada está la construcción de la vía del tren de alta velocidad. Me sigo preguntando si realmente Extremadura necesita un deficitario tren de alta velocidad o hubiera bastado con adecuar la vía a la velocidad que pueden desarrollar los trenes que hacen actualmente el servicio.

Las vallas siguen de adorno, con la acera terminada hace tiempo MAM

Encuentro una novedad: se ha acabado la acera que une el paseo que lleva hasta el hospital con el carril peatonal de Navalmoral a Millanes. Pero esta acera me despierta una inquietud que tengo hace mucho tiempo: en Navalmoral no funcionan bien los instrumentos de nivel.

Comencé a sospecharlo cuando en la prolongación de la calle Palmeras, al lado del recinto de equipos deportivos, para desaguar el extenso y profundo charco que se formaba cuando llovía se pusieron tres sumideros en un espacio de unos doce metros y pesar de ello la lluvia hace charcos entre ellos.

A lo largo del paseo de la Avenida de las Angustias hay zonas en las que la pendiente lateral —disparatada al final del paseo— obliga a caminar como si uno tuviese distinta longitud en las piernas.

En el inicio de la calle Río Búrdalo la acera sigue la pendiente de la calle, pero tiene también una inclinación lateral que la hace impracticable.

En la Travesía Weyler, recientemente arreglada, a pesar de que se han hecho fisuras en el pavimento que canalizan el agua hacia los sumideros, se forman charcos en el centro.

La acera que lleva hacia el carril bici, al aproximarse al paso de peatones, se estrecha y adquiere una fuerte pendiente lateral. Hay quien prefiere arriesgarse y caminar por la calzada por no hacerlo por la incomodísima acera.

Así como en ciertos lugares las brújulas dan indicaciones erróneas, en Navalmoral los instrumentos de nivel parecen ser imprecisos. Es un asunto que deberían analizar los investigadores de misterios y fenómenos extraños.

Falta equilibrio mental

Hablando metafóricamente, en el panorama nacional tampoco funciona el nivel intelectual y falta equilibrio mental, y por eso ante el 'toque de queda' se alborotan ciertos grupos que se manifiestan a deshora, de forma violenta, reclamando sus derechos constitucionales. De paso si se rompe algún escaparate, una puerta y queda a mano una bicicleta, un monopatín, un jersey o una cazadora, pues miel sobre hojuelas. Y lo divertido que resulta incendiar contenedores, romper lunas de escaparates, mesas y sillas de las terrazas de bares...

Pero no debería extrañarnos. Una de las finalidades de la política es evitar la creación de las condiciones propicias para que los ciudadanos saquemos lo peor que llevamos dentro. Pero nuestros políticos lo han olvidado y hacen correr la idea que el Gobierno (central o autonómico, el que sea) está formado por una serie de ineptos que no saben lo que hacen y cuya pretensión es tenernos controlados con la finalidad de «tenernos controlados», no por otra cosa, privándonos de la sacrosanta libertad que emana de la Constitución.

Algo parecido está ocurriendo en Europa con alborotados yihadistas que matan en nombre de Alá. Alguien, no sé con qué objeto, fanatiza a gente que deja de razonar y se entrega a cometer barbaridades. ¿Puede alguien creer que un Dios todopoderoso, creador del Universo, puede complacerse en la muerte de una de sus criaturas racionales?

Creo que la vida es un tiempo colocado dentro de un paréntesis entre dos nadas.

A mi regreso he encontrado con que han cerrado su paréntesis Esteban Mezcua, compañero de tiempos y tareas laborales; Jesús Rubio, ejemplo de perseverancia, y Domingo Quijada, viejo amigo. Los tres viven en mi pensamiento.

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