Felisa bacas, activista social
Jueves, 16 de julio 2020, 11:59
En la situación que estamos viviendo, con la pandemia de la covid-19, parece que todo el mundo, sí, todo, se hubiera estrechado y empequeñecido y también se hubiera hecho más uniforme, como dice Manuel Cruz, en su artículo de El País del día 9 de julio «Estamos confinados, sí, pero en el mundo. De un mundo que se ha mostrado más disminuido, y por supuesto, más homogeneizado que nunca». Ahora, el miedo y la búsqueda de soluciones científicas constituyen nuestro patrimonio universal compartido.
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En esta situación inédita, todo quedó en suspenso: los viajes, los encuentros, las celebraciones. Las fiestas, los estrenos, los conciertos, fueron anulados. Las clases suspendidas y los alumnos y alumnas se quedaron en casa, sin posibilidad de encontrarse con los amigos y amigas en los recreos. Los profesores y profesoras hicieron lo que nunca imaginaron, ejercer su labor pedagógica a distancia, haciendo «de tripas corazón», desarrollando capacidades hasta entonces desconocidas.
El mundo se ha estrechado, sí, y nos reconocemos como seres hermanados, cercanos más que nunca. Nos percatamos con lucidez de nuestra fragilidad.
Vemos también la interrelación que existe entre las decisiones globales (políticas) y las decisiones individuales. La responsabilidad de cada cual tiene repercusión en el resto de la población. Lo local y lo global están fuertemente entrelazados.
«Piensa global y actúa local», decíamos, y ahora lo corroboramos.
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