E. GARCÍA /mam
Martes, 1 de noviembre 2022, 19:45
«Que accidentes como este puedan evitarse, y que se sepan las chapuzas que ha habido y sigue habiendo en Renfe». Son palabras de la madre de uno de los 80 fallecidos en el accidente ferroviario de Angrois, el 24 de julio de 2013, cuyo juicio comenzó a primeros de octubre. Es lo único que espera del mismo.
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Conchi Díaz, natural de Bohonal de Ibor, perdió a su hijo David, de 21 años, quien viajaba con su novia, Laura, también fallecida en el siniestro. «Pierdes a tu pareja y te quedas viuda. Pierdes a tus padres y te quedas huérfana. Pero… ¿cómo se llama cuando pierdes a un hijo?. Es algo que no tiene nombre, lo más duro que le puede pasar a unos padres», sentencia.
Del juicio, insiste, no cree que consigan nada, «pero seguiremos luchando porque es lo que toca». Basa esta afirmación en las trabas que les está poniendo la administración, a pesar de que en un principio la entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, afirmó que pondría todo de su parte para esclarecer los hechos. «Y ahora nos enteramos que en una carta, que vamos a presentarla en el juicio, pedía que por favor no se sacara a la luz toda la investigación», afirma.
Díaz habla con serenidad, la que ha podido recabar en estos más de nueve de años de espera, en su opinión ingrata, a tenor de la respuesta y actitud que están obteniendo desde diversos estamentos, como el político o el propio ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias).
Sabedora de los entresijos de lo ocurrido, pues a través de la plataforma integrada por familiares y víctimas (además de los 80 fallecidos hubo 144 heridos) y sus abogados, ha tenido acceso a mucha documentación que buena parte de la opinión pública desconoce. Por ello no duda en hacer responsables a todas las partes.
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El maquinista pide perdón
Sin embargo, prosigue, el maquinista es el único que ha reconocido su parte de culpa por circular a velocidad superior –más del doble– de la permitida. «Ha pedido perdón en innumerables ocasiones, porque se siente culpable», reconoce.
No así los sucesivos responsables del Ministerio de Fomento (Ana Pastor y José Blanco, en diferentes etapas), de quienes asegura que también deberían estar sentados en el banquillo de los acusados, ni Andrés Cortabitarte (este último sí comparte banquillo con el maquinista), entonces director de seguridad de circulación de ADIF, para quién tiene duras palabras. «Después de todo, va al juicio con chulería», afirma indignada.
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«Cuando ocurrió el accidente del metro de Valencia (el 3 de julio de 2006, con 43 fallecidos y 47 heridos), este señor era jefe de seguridad allí. No tuvieron bastante y le premiaron con el cargo de jefe de seguridad en ADIF. Así somos en este país, que premiamos a las personas que hacen las cosas mal», lamenta.
Díaz narra la cadena de acontecimientos que acabó en tragedia. Primero la imprudencia del maquinista por circular a más velocidad de la permitida (a 191 kilómetros por hora en un tramo limitado a 80), a la que siguió su despiste, al no frenar a tiempo, entre otras cosas porque se habían retirado las señales pertinentes y sistemas que incluyen dispositivos de seguridad como el de frenado automático.
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«El maquinista se tenía que fijar en un chalet con piscina para saber que tenía que aminorar la velocidad, pero se despistó. En esos momentos sonó el teléfono corporativo, que está obligado a coger, pensó que iba por el segundo túnel, pero… ya estaba justo antes de entrar en la curva y no le dio tiempo a frenar», relata.
Todo lo explica con precisión. No en vano han sido nueve años de lucha, viajes, reivindicaciones... «Un coche frena en 100 metros. Un tren con este peso necesita dos kilómetros».
«Se ríen de nosotros»
«No había balizas, habían quitado el freno de hombre muerto (sistema que sirve para parar el tren en caso de desmayo o cualquier indisposición del maquinista), … Así de sencillo fue», señala. «¿Por qué?. Pues porque el Alvia sufría retrasos y había que devolver el dinero a los viajeros. Así de sencillo», insiste.
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«Es una historia para no dormir. Se están riendo de nosotros totalmente, a todos los niveles, y esa es la indignación que tenemos». De ahí que recurriesen a estancias europeas para que tomaran cartas en el asunto «porque aquí nos estaban ninguneando». Desde la Unión Europea se instó al Gobierno a que encargara una investigación independiente, «y no una con técnicos de ADIF, como se hizo».
A los más de nueve años de espera se van a sumar, como mínimo, otros nueve meses, que es la duración estimada del proceso. A Díaz la han citado para declarar el 10 de mayo.
Entre tanto, los familiares de las víctimas, a través de la citada plataforma, se apoyan entre sí, se dan ánimos. No les queda otra. «¿Con la familia de Laura? Ya son nuestra familia, de nuestra casa».
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Preguntada por HOY, Conchi Díaz reflexiona sobre lo que pensaría su hijo de esta situación. «Le parecería una barbaridad y sufriría mucho, ya que era un niño muy sensible. Es que todo es como un mal sueño, no puedes llegar a imaginar que pase esto y que no haya justicia».
Precisamente justicia es lo que piden, aunque reconoce que a estas alturas han perdido las esperanzas. «¿Indemnización? Aún no hemos recibido nada y la verdad es que me la trae al pairo, porque nadie me puede decir cuánto vale la vida de mi hijo, ni me lo van a devolver».
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Díaz se despide agradeciendo a los medios de comunicación que «den voz» a las víctimas que ya no pueden hablar, lamentando que las cadenas públicas no hayan emitido el documental 'Frankenstein 04155', «en el que se cuenta toda la verdad».
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