En el Ayuntamiento se están tomando con calma el cambio de la denominación de las calles en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, cuya relación definitiva publicó en marzo el Boletín Oficial de la Provincia mediante un anuncio dirigido a los interesados.
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Desde entonces únicamente se han cambiado dos. La dedicada a la profesora y escritora Pilar Galán en las inmediaciones de la casa de cultura, en lugar de Sanz Catalá, y Trabajadoras de Fuentecapala, entre el Jardincillo y el Ayuntamiento, y que anteriormente se llamaba Ramón Franco. Todavía quedan 15 calles, una plaza y un paseo por renombrar.
La aprobación en pleno se produjo el 9 de diciembre pasado (con el voto en contra de PP y VOX), en cumplimiento de la Ley 52/2007, «por la que se reconocen y amplían derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia, por razones políticas, ideológicas o de creencias religiosa, durante la Guerra Civil y la Dictadura, y de la Ley 1/2019, de 21 de enero, de memoria histórica y democrática de Extremadura».
La mayoría de los nombres a retirar son militares relacionados con la Guerra Civil y la Dictadura, como Comandante Vázquez, Ruiz de Alda, General Aranda, Queipo de Llano, Ramón Franco, Onésimo Redondo o General Sanjurjo. También Calvo Sotelo, Luis Julve o Agustín Carreño, el más controvertido de todos.
Hasta el punto que la familia del pediatra y alcalde moralo entre 1942 y 1957 ha llevado el asunto a los tribunales por entender que se ha hecho un uso inadecuado de la ley, al asegurar que «jamás exaltó ni auspició ninguna sublevación ni acto de represión, sino todo lo contrario».
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En cuanto a los nuevos nombres algunos con muy conocidos y necesitan poca presentación, como Jesús Rubio, Pepe Vizcaíno, Julio Romero, Dori Carrasco, Juan Andrés Yáñez o Instituto Nacional Antipalúdico.
Nombres menos conocidos
Pero con otros será necesaria una campaña divulgativa para que se conozcan, en especial los propuestos por Unidas por Navalmoral. Como Josefina Triguero, la primera mujer que ejerció como jueza en España, en el juzgado moralo en 1978; Santiago González Martín, uno más de los cientos de extremeños que murieron en los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, o Ramón González Cid, primer alcalde de Navalmoral y primer presidente de la Diputación de Cáceres en la II República, que fue fusilado en la capital de la provincia en la Navidad de 1937.
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O Ignacio Mateos Guija, jurista de formación y que llegó a ser Gobernador Civil de Cáceres. De éste recuerdan los proponentes que cuando los militares golpistas llegaron a Navalmoral, se refugió con gran parte de la Corporación en el actual edificio del Ayuntamiento, del que logró escapar saltando por las traseras y ayudado por el barrendero Juan Nieto, que lo escondió en un carro lleno de paja que fue empujando hasta Talavera de la Reina.
Murió en el exilio en México en enero de 1968 con 63 años.
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