«Primero se regalan horas y luego se tienen que comprar a un precio exorbitante para cubrir los servicios», afirma el PP

En la comisión informativa del pasado lunes, cuya celebración fue solicitada por todos los grupos de la oposición municipal, estuvieron presentes tanto el Interventor como el Jefe de la Policía Local, que reconoció la exacta ejecución, por parte de los funcionarios, de las normas contenidas en las circulares de 20 y 22 de abril, dadas por la alcaldesa en periodo electoral, seis días antes de las pasadas elecciones generales.

El compromiso escrito era pagar 2.500 euros por 40 horas trabajadas y la mayor parte de la plantilla trabajó esas horas, según confirmó el subinspector jefe. Sin embargo, de los 2.500 euros prometidos solo les han pagado 750 euros, según declaró el concejal de Seguridad Ciudadana presente. Este incumplimiento está generando grave malestar dentro del seno de nuestros policías, según respondió el subinspector jefe, lo cual es de todo punto lógico porque han comprobado cuál es el valor real de lo prometido por la alcaldesa.

Cuando se hicieron públicas estas circulares, firmadas en periodo electoral con el compromiso del pago de 62.50 euros por hora trabajada (500 euros/día), fueron negadas por el actual equipo de gobierno a los vecinos y a los distintos grupos Y es que, en verdad, esconden otra irregularidad mayor y de fondo: ese compromiso de pago por 40 horas de trabajo se hace porque con anterioridad la alcaldesa había regalado 20 días de vacaciones a cada policía, al reducirles su jornada de 1.560 a 1.400 horas, excepto para los tres mandos.

Esa rebaja fue realizada en contra del informe del jefe de la Policía Local, que desde 2016 venía advirtiendo a la alcaldesa de las difíciles situaciones que vivía la plantilla para poder cubrir el servicio. Y es esa rebaja en las horas la que imposibilita cubrir el servicio, de ahí que, en periodo electoral, se comprometiera a pagar tan desorbitado precio por cada hora de trabajo (62.50 euros/hora) que previamente había regalado.

En definitiva, esta es la gestión continuista aplicada en Navalmoral, generadora de más problemas y tensiones: primero se regalan horas y luego se tienen que comprar a un precio exorbitante para cubrir los servicios que quedan desiertos. Los funcionarios cumplen y, después, no se les paga.