

Ángel Castaño Jiménez
Viernes, 22 de mayo 2020, 23:42
Hace unos meses le preguntaron en la radio a un analista político de primer nivel su opinión sobre qué nos deparaba el futuro a medio plazo. El analista, cuyo nombre ya no recuerdo, negó tal capacidad diciendo que si él pudiera predecir el futuro viviría de invertir en bolsa. Y seguidamente se dedicó media hora a predecirlo.
Yo tengo poco de experto y también soy menos osado, así que me quedo con la primera parte y les ahorraré a ustedes la segunda. Pero aunque no puedo predecir cómo será nuestra sociedad el año que viene, y menos aún a diez años vista, sí me permitiré la licencia de ofrecer varias nociones por aquello siempre sano de dar ideas.
En el siglo III la llamada Peste de Cipriano azotó al Imperio Romano. Muchos están de acuerdo en que este golpe fue decisivo para poner fin al esplendor del imperio y comenzar su lenta pero ya imparable decadencia.
La terrible Peste Negra del siglo XIV fue terrible para los que la padecieron, pero una bendición para sus descendientes. Se encontraron con más tierras, más comida y más oferta de trabajo, lo que ayudó a liberarles del yugo de siervos y aumentar grandemente sus salarios y sus derechos. Regiones enteras se reforestaron por abandono de los cultivos. El feudalismo quebró, entró en caída libre y comenzó el ascenso de la burguesía.
Puede que la mortandad del coronavirus sea mucho más baja que esas otras pestes, pero su impacto económico mundial, aún por ver, podría ser colosal, y las medidas para paliarlo sin duda marcarán un cambio de rumbo. La crisis no ha hecho más que empezar.
Visto lo ocurrido en otras épocas, ¿será esto el principio del fin de la supremacía de Occidente? Depende de muchos factores. La pandemia y la crisis que traerá afectará a todo el planeta; no habrá claros vencedores, pero sí habrá países que saquen más partido, y una reorganización de intereses y alianzas que podrían reforzar a Occidente o acelerar su caída. China podría ser la gran beneficiada, pero también tiene motivos para ser la gran perjudicada y es bastante probable que su papel como 'la fábrica del mundo' sea ahora duramente cuestionado.
Y mirando a un nivel más a pie de calle, ¿cambiarán nuestras costumbres sociales? Hasta que la pandemia sea vencida inevitablemente sí, pero luego todo volverá más o menos a su ser. Para bien y para mal somos animales de costumbres. ¿Cambiará la política? Sin duda. En las actuales circunstancias es más que previsible un aumento de la actual tendencia a la radicalización, división y populismo que vimos nacer en la crisis del 2008. Otra cosa es que eso suponga una transformación del mapa político o simplemente una transformación de las formaciones políticas, pero parece que avanzamos a un panorama donde la cabeza pierde terreno y las tripas se adueñan de la situación. Malo.
La Madre Tierra
Por último, descendamos más aún, hasta el nivel del individuo. ¿Hará esta crisis que la gente tome conciencia de que avanzamos en la dirección equivocada y hemos de repensarnos? Desde el minuto cero del confinamiento las redes sociales se llenaron, entre otras cosas, de hermosos memes llenos de optimismo en donde se nos movía a pensar cosas como que la Madre Tierra ha dicho basta y nos ha obligado a parar (antiguamente era Dios quien enviaba las plagas como castigo, ahora somos más racionales y creemos que es la Pacha Mama la que protesta y nos castiga).
Por fin la gente, dicen esos memes, está comprendiendo que hay que parar y valorar lo que de verdad importa, y una nueva hermandad nos unirá en un espíritu universal de respeto y amor.
Muy bonito para llevar mejor un confinamiento tal vez, pero tan poco realista, en mi opinión, como creer que la democracia, el comunismo, el liberalismo, la ilustración o la meditación zen nos traerá el Paraíso Terrenal, como sus defensores al menos inicialmente creían con convencimiento. La sociedad cambia, las culturas cambian, los poderes cambian, pero la naturaleza humana en lo básico permanece siempre igual.
¿Cambiará la crisis del Covid-19 el mundo? Es más que probable. No creando un paradigma nuevo, sino acelerando unas tendencias y reprimiendo otras, como siempre han hecho las grandes crisis y pandemias ¿Será el resultado para bien o para mal? Eso está por ver y dependerá de todos nosotros. Estamos entrando en una nueva etapa, y lo que a partir de ahora hagamos -y permitamos a los de arriba que hagan- marcará la siguiente fase de la Humanidad.
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