Noemí García jiménez
Sábado, 7 de enero 2023, 10:18
Hace unas semanas asistíamos a un concierto de órgano en la iglesia de Las Angustias y, unos días después, a una charla didáctica sobre el órgano en la iglesia de San Andrés, ambos a cargo de Raúl Prieto Ramírez, músico natural de Navalmoral, que reside fuera del municipio desde hace años. Su carrera concertística le lleva a viajar por todo el mundo, desde Moscú hasta los grandes asuditorios de Nueva Zelanda, Los Ángeles o Montreal.
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Considerado uno de los mejores concertistas mundiales de órgano de su generación, inició su formación en la Escuela Municipal de Música de Navalmoral, y más tarde en Salamanca, Barcelona y Alemania, recorriendo el mundo con sus actuaciones.
Desde el año 2018 es Organista Civic de la ciudad de San Diego (California), donde interpreta un concierto cada semana, además de ser director artístico de la Spreckels Organ Society y dirigir, entre otros, el mayor festival de órgano de Estados Unidos.
El jueves 29 de diciembre asistíamos en la iglesia de las Angustias a una magistral interpretación de tres piezas de Johann Sebastian Bach, no exentas de la complejidad propia de este compositor, junto a una de Camille Saint-Saënt y otra de Charles-Marie Widor. Con las primeras notas del órgano, el auditorio pareció enmudecer. La música lo llenaba todo, desplazando al silencio que se había hecho nada más comenzar el concierto. Durante una hora larga, solo se escuchó música, quizá la más bella que había salido de ese órgano, que carece del valor histórico que posee el de la iglesia de san Andrés. Las piezas iban intercaladas con explicaciones de su interprete.
De vez en cuando, alguien hacía un comentario por lo bajo a la persona que tenía cerca, o se escapaba una interjección de admiración o sorpresa, como ocurrió al escuchar una de las piezas que evocaba un plácido paseo o cierta anécdota en relación a Bach, que pretendía con unas sencillas notas burlarse de sus competidores. Después de cada pieza, solo había aplausos. La música y los aplausos no dejaban sitio a nada más.
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De Las Angustias a San Andrés
Tras deleitarnos con su sublime interpretación en las Angustias, el 2 de enero Raúl Prieto ofreció una charla didáctica sobre un gran desconocido para bastantes moralos, el órgano de la iglesia de San Andrés.
Como él mismo ha dicho, la construcción de este órgano de tubos se ha atribuido erróneamente a un maestro del siglo XVIII, como ya recogía Bueno Rocha, concretamente a Francisco Yusta que lo fabricaría hacia 1758 o 1759. Queda constancia de que durante esos dos años vivía en Navalmoral.
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Sin embargo el organista moralo mostró al público una inscripción que hay en el órgano y que desmiente esta suposición. Según ésta, data su construcción del año 1844, por el maestro organero y vecino de Madrid, Benito Baquero.
En cualquier caso, dado que en el siglo XIX lo más caro que se podía construir era un órgano -reflexión que el músico compartió con el público- el órgano de la iglesia de San Andrés debió ser durante ese siglo el más complejo de la comarca del Arañuelo y alrededores. En la actualidad, debido a la lamentable pérdida de elementos en los de la Vera, que acabaron saqueados o siendo pasto de las llamas y fundidos, puede que sea de los más relevantes de esta zona de la provincia.
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El órgano es de estilo español e imita como si hubiera varios instrumentistas, como puso de manifiesto y enseñado al público, interpretando, antes de acabar, una pieza musical con la colaboración de dos de los asistentes.
En cuanto al teclado, con 54 teclas, está en Do sostenido y, debido a sus 16 registros, posibilita que, en un solo teclado, haya dos instrumentos, afirmación que recalcó un par de veces. También comentó que el órgano no ha estado siempre donde se encuentra ahora, en el coro, sino que fue cambiado de ubicación en la última reforma que se hizo del templo, finalizada en junio de 1990.
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Quizá por aquellas fechas, cuando se ejecutaron las obras de la iglesia, hubo una restauración del órgano, porque no ha sido posible precisar la fecha exacta, pero, por las imágenes mostradas del interior con una cámara y la exposición realizada, no parece que fuera demasiado exitosa.
Así, visto el exterior, mostró el interior que antes fue entero de piel. Algunas de las partes visualizadas fueron los tubos, el fuelle, el motor que hace mover al fuelle o el arca de viento. También el secreto que es donde están los tubos. Calcula que tiene unos 900, parte de ellos con aspecto «maltratado».
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Los tubos son, por lo general, de una aleación de estaño y plomo, encontrándose algunos de madera e incluso han podido verse varios forrados en papel. La mayoría de ellos son del año 1844, lo que reafirma su valor histórico.
Finalmente, interpretó con maestría tres piezas. La primera, del compositor y organista neerlandés Sweelinck, variaciones sobre una canción popular 'Debajo del olivo'; la segunda, un solo para mano izquierda, del año 1590, de un compositor español, Sebastián Aguilera de Heredia, y la tercera del compositor y organista francés Louis-Nicolas Clérambault, 'Suit de primer tono'.
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Para esta última requirió ayuda de dos personas del público, para que cambiaran los registros: solistas (su mano izquierda) y corneta (su mano derecha). Los voluntarios pudieron apreciar que no resulta tan fácil cambiar los registros y, en general, con esta pieza, todos los asistentes llegaron a entender lo escuchado antes.
Solo queda comentar que con un músico del nivel del maestro organista Raúl Prieto y con un órgano de valor histórico como el de la iglesia de San Andrés, se podrían realizar más conciertos y acercar la música a los no entendidos en este instrumento musical; dado que en la charla didáctica hubo que hacer más de un grupo, al haber más gente esperando para subir al coro que su capacidad.
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Apenas queda duda de que la acogida de estos dos actos ha sido buena y creo que para muchos, sería un placer volver a escuchar otro concierto como el del 29 de diciembre; y si es necesario realizar algún ajuste al órgano de San Andrés, una nueva rehabilitación para dar un concierto allí, también debería ser tenida en consideración en un futuro.
Nadie es profeta en su tierra. Pero, por una vez, pongamos en valor lo que es nuestro: el órgano de la iglesia de San Andrés y las dotes musicales de Raúl Prieto, moralo de nacimiento y excelente organista.
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