Antonio Piné, autor del texto HOY
Opinión

Política

«Tras un año de viaje a ninguna parte, en el que hemos estado corriendo en una maldita rueda de hámster hasta la desesperación, por fin vislumbramos un final...»

ANTONIO PINÉ

Domingo, 2 de mayo 2021, 11:54

Tras un año de viaje a ninguna parte, en el que hemos estado corriendo en una maldita rueda de hámster hasta la desesperación, por fin vislumbramos un final. Si bien es cierto, que no se parece a lo deseado ni remotamente, tampoco tenemos motivo de queja, teniendo en cuenta lo que hemos hecho para que fuese otro. Nada.

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La vida, como las novelas, consta de planteamiento, nudo y desenlace, o eso creíamos hasta hace poco, donde día a día llenamos páginas y capítulos, buscando un desenlace feliz que justifique el planteamiento y desenrede el nudo donde, a veces, nada parece tener sentido. Esto forma parte del pasado. Por medio de no sabemos qué mecanismos, hemos dejado de ser dueños de nuestro destino y transitamos por un nudo desentrañable y el desenlace es, cuando menos, incierto.

La odisea que padecemos, es obra de un literato que pretende convertir la vida de todos los encerrados en esas páginas en una tragedia de dimensiones épicas, en la creencia, que así, mayor será su gloria y pasará a la historia, aunque nada tenga sentido ni lógica.

¿Por qué de este introito? Por qué todo a nuestro alrededor se ha vuelto simple, vacio, insípido, nulo e inútil, y esto no ha sido por generación espontánea o por atontamiento de la población; aunque algo hay. Esto se debe a un trabajo ímprobo por parte de unas ideologías, que gozan como marranos en la prohibición, adoctrinamiento y encorsetamiento de una sociedad que desprecian porque la ven infantil, ignorante y moldeable. Gracias, por desgracia, a la situación que estamos viviendo, mientras nos vuelven locos, nos asfixian, nos abandonan a nuestra suerte y nos enfrentan a unos contra otros con motivos ficticios creados ad hoc, para justificar un mastodóntico Estado que controle y regule hasta lo que ocurre en las alcobas. Y como sociedad, hemos capitulado. El bombardeo diario, haciéndonos responsables de todo lo mal gestionado, ha conseguido, incluso, que aceptemos que nos busquen el virus profanándonos el orto.

La gota malaya, que va a terminar diluyendo nuestro modo de vida, comenzó al poco de declararse esta pandemia. Sin saber aun cuanto iba a durar ni sus consecuencias para la inmensa mayoría, que no vive a expensas del Gobierno y si para alimentarlo, el hoy presidente del Estado, anunció: «Las consecuencias de esta crisis, la pagarán nuestros hijos y nuestros nietos». Obviamente, no se refería a los suyos.

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Y mientras llega el día de pasar la cuenta a nuestros descendientes, toleramos, quizás por agotamiento, que se nos imponga de todo, pero edulcorado con unos mantras, que como una mancha de aceite se han extendido hasta el último rincón de este país: «No es política. Es por el bien general. Todos remando en la misma dirección. No es momento de criticar. Nadie quedará atrás».

Tan insistente, tan constante, tantas veces repetido por todos los medios han sido estos mensajes, que han impregnado hasta a los más insignificantes, dándoles la oportunidad de hablar por boca de ganso y colgarse la medalla del buenismo, tan ansiada en la actualidad. Pero me malicio que detrás de este buenismo y sensiblería, se esconden perversas intenciones.

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Algunos tendrán el eximente de desconocimiento, aunque hoy en día es más difícil ignorar que saber lo que ocurre a nuestro alrededor, pero muchos -más de los que creemos- son conscientes que el fin último de esta metodología es acallar las voces discordantes y mantener un nuevo orden social, sin control de las decisiones de los que mandan, dando barra libre a despropósitos cada vez mayores, donde cada uno de nosotros exhiba una etiqueta identificativa para así ser más fácilmente controlables.

Decisiones políticas

No podemos olvidar que la política es el medio de garantizar el bien común de la sociedad. De la política nacen las leyes que nos protegen. La política está presente en todas las actividades de nuestra vida. La política da voz a quienes no la tienen. La política permite la manifestación de distintos puntos de vista y llegar a consensos que beneficien a la mayoría. Es por esto, que la intención de algunos de privarnos del conocimiento y control de la política no encierre nada bueno. Prueba de ello es lo que está ocurriendo.

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Es una decisión política subir los impuestos en la peor etapa de nuestra historia democrática. Es una decisión política aprobar leyes sin el consenso de los afectados e implicados. Es una decisión política el reparto diferenciado de los recursos del Estado. Es una decisión política la creación de leyes que oculten o manipulen la historia. Es una decisión política arrancar un árbol de una plaza para beneficiar a un particular. Es una decisión política como y en qué se gastan nuestros impuestos. Todo es política.

Aquellos que estén de acuerdo con este modo de gobernar, están en su derecho de defenderlo, del mismo modo que los que estamos en desacuerdo, tenemos el derecho de criticarlo e intentar cambiarlo. Si lo hacemos a través de medios democráticos y legales, todos ganaremos. La otra opción, es mejor no contemplarla, pues sabemos a lo que nos lleva y como acaba.

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Long Life to White Trash.

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