![El poder de la mirada](https://s2.ppllstatics.com/hoy/navalmoral/multimedia/202006/05/media/cortadas/Olvido-kHQI-U110416902068FZC-1248x770@Hoy.jpg)
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Olga Oviedo de Lucas, Psicóloga Clínica de Equipo de Salud Mental
Viernes, 5 de junio 2020, 10:41
Durante las últimas semanas un nuevo elemento ha irrumpido en nuestra sociedad, una 'prenda' como otra cualquiera. La reciente obligatoriedad del uso de la mascarilla la ha convertido en una pieza más de la 'normalidad' en la crisis del coronavirus, con la que nos estamos habituando a convivir y a comunicarnos, no sin algunas dificultades.
Hay que tener en cuenta que la mascarilla es algo que ha llegado de repente, una 'herramienta' que, a diferencia de otros países, sobre todo asiáticos, no estábamos acostumbrados a usar. Este instrumento de prevención contra el contagio cubre prácticamente todo el rostro, exceptuando los ojos, que quedarán como nuestros únicos aliados para comunicarnos. ¿Serán suficientes?
En 1972, el psicólogo iraní Albert Mehrabian, actual profesor emérito en la Universidad de California (EEUU), publicó un estudio que le catapultó al estatus de eminencia en el campo de la comunicación no verbal. Mehrabian, reveló una regla de pesos en la composición de la mayoría de los mensajes interpersonales: un 7% del mensaje lo configuraba el lenguaje verbal, las palabras; un 38%, los factores vocales, el tono, ritmo o volumen de la voz; y un 55% lo ocupaba el lenguaje no verbal, específicamente, la expresión facial.
Teniendo en cuenta esta conocida regla, en esta 'nueva normalidad', la comunicación se verá mermada por el uso de la mascarilla que, a la vez que nos protege, limita una parte importante de nuestra expresividad.
Sin duda alguna, la mayor pérdida que nos impone la mascarilla es la de la sonrisa, un elemento fundamental que nos acerca a las personas y nos da confianza y credibilidad. Sonreír provoca un efecto en el otro, nuestra sonrisa tiene el poder de generar otras en los demás, gracias a nuestras 'neuronas espejo', que se encargan de imitar de forma innata aquello que vemos del exterior.
La sonrisa verdadera da muchas pistas sobre nosotros, creando en los demás una imagen, en general, de ser personas en las que se puede confiar, más generosas, más extrovertida, personas sociables. Nos hace parecer más cercanas, más accesibles para los demás. Se asocia con buenas sensaciones, con lo que podría llegar a producirse un efecto inconsciente de búsqueda de aquellas que sabemos que sonríen.
Con el uso de las mascarillas, la expresión facial se verá limitada sólo a los ojos, por lo que la manera de interactuar con los demás va a sufrir un cambio importante. La mirada es uno de los aspectos más importantes de la comunicación no verbal, puede ser interpretada de muchas maneras, y también puede reflejar muchos sentimientos y emociones.
Desde siempre, ha sido fuente de preguntas y de fascinación para el ser humano. Son muchos los mitos asociados al poder de la mirada, el más conocido es el de Medusa, la figura mitológica que convertía en piedra a todo aquel que la miraba. Tiene tanto poder que construye por sí sola significados. Cuando se mira, y cuando no se mira, hay un efecto.
El lenguaje de los ojos
La mirada es el lenguaje de los ojos, ante una señal de interés, nuestras pupilas se dilatan, consiguiendo delatarnos. La timidez y la falta de confianza ó de habilidades sociales para decir lo que se desea, puede ser expresado de modo que se rehúya la mirada. Sin embargo, la seguridad en uno mismo se transmite a través de una mirada firme y estable. Una mirada desafiante nos llevará a crear barreras; una mirada de ternura a ser más sensibles; una mirada sostenida, durante demasiado tiempo, nos intimidará. De hecho, ¿quién no ha sufrido, alguna vez, una de esas 'miradas que matan'?
El problema de los ojos, como herramienta comunicativa, es que su lenguaje es el menos controlable para los seres humanos, ya que sus códigos se caracterizan por una comunicación prácticamente inconsciente. Pocas personas tienen la capacidad de dominar la forma en la que miran, cómo mueven sus globos oculares o el tamaño de sus pupilas. Investigadores de la comunicación no verbal, centrada en ellos, han demostrado la existencia de un alfabeto de las pupilas que, sin embargo, pasa desapercibido.
En esta 'nueva normalidad', nos tendremos que apoyar en otras formas de comunicación, como la gestualidad con las manos o el resto del cuerpo. Necesitaremos tiempo, pero no me cabe la menor duda de que nos acostumbraremos, ya que el cerebro humano tiene capacidad para adaptarse y superar cualquier adversidad. Lograremos cambiar nuestra forma de relación, al igual que hemos sido capaces de modificar muchos de nuestros hábitos durante esta pandemia. La mirada es una de nuestras mejores armas de adaptación al medio.
Como dijo Darwin: «las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio».
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