Eloy García
Sábado, 31 de agosto 2024, 11:23
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Con la muerte precipitada de su perro Gus, Raúl González Mancheño quedó marcado de por vida. Y no precisamente para mal, pues a partir de ahí su sensibilidad hacia los animales en general y hacia los perros en particular se vio acrecentada, comenzando entonces, con solo 18 años, a recoger y asistir a canes abandonados.
«Ahí vi realmente esa compenetración que tenemos con ellos, cómo nos quieren y la responsabilidad que tenemos hacia ellos. Como se suele decir, es que solo los falta hablar», sentencia.
Empezó, recuerda, recogiendo perros abandonados que llevaba al domicilio familiar, por entonces en Jaraíz de la Vera, para posteriormente darlos en adopción. «Esto me costaba alguna que otra discusión en casa, cuando me presentaba con un nuevo perro», rememora entre risas.
Con el tiempo, la edad y su trabajo, surgió la posibilidad de comprar una finca en las Viñas del Montecillo, en término municipal de Saucedilla.
Así lo hizo, en 2006. Son 5.000 metros cuadrados de terreno con una pequeña casa, donde González se trasladó a vivir, rodeado de perros que iba recogiendo tras recibir alertas de otros vecinos, sanándolos cuando estaban heridos y alimentándolos, entorno conocido como La Piña de las Viñas. En definitiva, dando el cariño que ellos dieron algún día a quienes fueron sus dueños. «Ahora tengo 39, aunque he llegado a tener 46. 10 están todavía en edad de adopción, pero el resto ya se quedarán conmigo», señala.
«Los tengo de todas las razas, pero principalmente podencos y cruzados de podencos, los típicos de la caza. Los abandonan, se pierden y nadie los busca,…», lamenta.
No recibe ayudas públicas
Esta labor la desarrolla a nivel particular hasta 2015, cuando formaliza una protectora de animales con la creación de la asociación sin ánimo de lucro Acogidos de Cheo (diminutivo de Mancheño), si bien asegura no recibir ayudas públicas, aunque sí alguna colaboración puntual por parte de colectivos y particulares.
Una muestra de su compromiso para con los perros necesitados, además del tiempo que invierte en los mismos, es el costo económico que le supone. En torno a 800 euros mensuales, que sufraga él mismo y a través de su empresa, Ecoenergy, asesoría energética centrada en abaratar las facturas de electricidad y gas de vecinos y empresas.
«Y que no tenga alguna urgencia, hospitalización u otras necesidades especiales, porque entonces es mucho más dinero. Por poner un ejemplo, el consumo diario de pienso es de 20 kilos», señala.
Esta altruista labor se traduce en que su vida en general y su verano en particular es muy diferente al de la mayoría. «¿Irme yo de vacaciones una semana?. Imposible, como mucho puedo faltar dos o tres días, y gracias a que tengo a una persona que me ayuda. Evidentemente todo esto y mis obligaciones con la protectora me limitan bastante, tengo que quitarme caprichos», afirma.
No obstante, asegura que «sinceramente, me compensa. La satisfacción de saber que ayudo a perritos que, de no ser así, habrían acabado mal, no tiene precio».
Los interesados pueden saber más de esta iniciativa pueden hacerlo a través de la página de Facebook La Piña de las Viñas.
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