

La popular Panificadora Morala atraviesa uno de los momentos más delicados en sus casi 50 años de historia -puesto que empezó a funcionar a primeros de la década de los 70- al tener que cesar su actividad como medida preventiva tras detectarse un positivo por covid-19 en un trabajador que apenas llevaba cinco días en la empresa.
El resto de la plantilla, siete en total, han dado negativo, estando en aislamiento en sus respectivos domicilios a la espera de una nueva prueba que lo confirme. De ser así esperan poder abrir a primeros de semana tras haber hecho una doble desinfección de las instalaciones por nebulización y una limpieza de «punta a punta siguiendo todos los protocolos», explica su responsable, Emilio Bravo.
«Nos dieron la opción de dar de baja a los trabajadores y contratar personal nuevo, pero no puedes contratar una plantilla entera de panadería, que es muy especializada, para un mes, porque no la hay», añade.
Parar en verano
Ante esta situación, inédita, lamenta tanto el perjuicio propagandístico como tener que parar en verano, «que suele ser una buena época, dejando de facturar un montón y con muchos gastos. Además, antes cubrían a los afectados por covid por accidente, y ahora es por enfermedad. Osea, que encima tienes que seguir pagando a los empleados«.
Igualmente lamenta que no haya ningún tipo de ayuda para la limpieza y desinfección de los locales, cuando semanas atrás las instituciones sí colaboraban.
Para terminar, quiere lanzar un mensaje de tranquilidad y confianza a sus clientes en el sentido que cuando vuelvan a abrir lo harán con todas las garantías. «Vamos a estar más garantizados que nadie, certificados totalmente», añade.
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