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El Islam en la escuela

El Islam en la escuela

"A los niños se les debe enseñar no qué pensar, sino cómo pensar y debe ser su derecho el decidir lo que deben o quieren creer cuando tengan edad y criterio para ello"

José María Gómez de la torre

Miércoles, 11 de abril 2018, 17:36

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En el próximo curso se podrá impartir la asignatura de religión islámica en los colegios de Navalmoral, al igual que en Talayuela, Jaraíz de la Vera o Badajoz.

Era de esperar que con el tiempo esto iba a ocurrir, que los sectores de catolicismo radical no querían ver y a lo que en algún modo ponen trabas, con argumentos como «que no entre en contradicción con el carácter propio del centro», para dejar fuera los colegios concertados -de naturaleza privada aunque financiados con dinero público y casi todos religiosos- o «que se respete la oferta de la enseñanza religiosa mayoritaria en este país».

Otro sector de la sociedad se manifiesta en contra de la enseñanza -no sólo del Islam- sino de cualquier religión en la escuela: «Las confesiones religiosas deberían estar fuera de las aulas, pero si se siguen manteniendo, todas deben tener los mismos derechos». Este sector también está en contra de que un profesor, sea de la religión que sea, ejerza en los centros la misma función que los docentes que deben aprobar una oposición.

Hay quienes se espantan y escandalizan sin pensar que hay muchos niños españoles por haber nacido aquí, hijos de padres inmigrantes de religión islámica, que tienen los mismos derechos que los niños españoles hijos de padres cristianos.

Y no digo niños musulmanes o niños cristianos porque, en mi opinión, no se puede hablar de niños musulmanes, judíos o cristianos porque no hay niños musulmanes, judíos o cristianos, como no hay niños comunistas, socialdemócratas, laboristas, conservadores o republicanos y eso que cualquier ideología política es mucho más simple y accesible a cualquier mente que cualquiera de las religiones que he citado.

No deberíamos hablar de un «niño católico» sino de un niño «hijo de padres católicos», ni de un niño musulmán, sino un niño «hijo de padres musulmanes». Esos niños, por lo menos en las edades en que cursan enseñanza primaria, son demasiado pequeños para saber si son cristianos o no, musulmanes o no. Y no me vengan con la historia de que un niño es cristiano porque le han bautizado o judío porque le han rapado el prepucio si es varón.

Desarrollo mental

Qué puede entender -y creer por raciocinio propio- un niño católico de nueve años, que aún cree en los Reyes Magos, cuyo desarrollo mental no le permite entender conceptos como la densidad o diferenciar masa y peso, de la transustanciación que se produce en la consagración del pan y del vino; y mucho menos de los misterios de la Redención, la Encarnación o la Santísima Trinidad.

No tengo formación para saber los conocimientos que en materia de fe judíos y musulmanes enseñan a sus niños, pero tengo la seguridad de que, al igual que en el caso de los cristianos, todo lo que les hagan creer en materia propia de sus religiones respectivas, habrá sido consecuencia de una manipulación ejercida sobre su mente en período de formación, de un abuso en su buena fe y su disposición para creer lo que le cuentan adultos de su entorno familiar, o personas a las que ve y estima dignas de crédito por su posición, autoridad y conocimientos.

La religión debería estar fuera de las aulas, al menos hasta que los niños sean capaces de discernir y decidir qué es lo que quieren y necesitan creer.

A los niños se les debe enseñar no qué pensar, sino cómo pensar y debe ser su derecho el decidir lo que deben o quieren creer cuando tengan edad y criterio para ello; y nadie, ni las instituciones públicas, ni siquiera sus padres, tienen el derecho a imponérselo ni arteramente, con sutil manipulación de sus mentes inmaduras, ni por fuerza mayor.

En último caso, que sean sus padres los responsables de llevarlos a los templos, sinagogas o mezquitas a que les condicionen el pensamiento para el resto de sus días.

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