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José Luis Pablo, autor del texto

Encinas del Príncipe, un pueblo satélite de Navalmoral de la Mata

Corría el año 1778 cuando el Marqués de Ustariz, intendente de Extremadura, propuso la fundación de un pueblo, casi en la linde de Toledo, cerca de Navalmoral

José Luis Pablo sánchez

Lunes, 13 de febrero 2017, 21:24

Se cumplen ahora 35 años, cuando gracias a un artículo del Conde de Canilleros publicado poco antes de su muerte en la Revista Morala de Ferias de Primavera, conocíamos la noticia.

El Conde de Canilleros, Don Miguel Muñoz de San Pedro (1899-1972), fue un hombre apasionado por Extremadura y muy especialmente por Cáceres, del que uno tiene la sensación de que la historia no le ha hecho justicia.

Tras hacer la carrera de leyes en Salamanca, tomó conciencia de su enamoramiento por Extremadura y desde una labor esforzada fue recopilando libros, documentos, legados fotográficos, escritos,. Y aparte de ser uno de los artífices de la rehabilitación de la Ciudad Monumental de Cáceres, nos dejó una obra histórico-literaria muy prolífera y rica en conocimientos de la tierra.

Pues bien, volviendo al artículo en cuestión, el Conde de Canilleros nos detallaba como Navalmoral pudo tener un pueblo satélite con el nombre de Encinas del Príncipe, según documentos extraídos del archivo de la antigua Real Audiencia de Extremadura, que voy a tratar de resumir.

Corría el año 1778 cuando el Marqués de Ustariz, intendente de Extremadura, propuso la fundación de un pueblo, casi en la linde de Toledo, cerca de Navalmoral. El sitio exacto, según consta en los documentos, se fijó cerca de la fuente de la Cuadra, en los confines del Concejo de la Mata con el término de la Calzada de Oropesa, hacia la parte oriental de El Gordo, distante de la posada de Navalmoral de la Mata hacia el occidente por el Camino Real de la Corte, doce mil trescientas noventa varas.

La nueva fundación estaba destinada a ser un pueblo satélite del laborioso núcleo moralo, ya que por él habían de encauzarse todas las actividades comerciales de la presente localidad.

El 23 de diciembre de aquel mismo año 1778 fue aprobada la propuesta del Marqués de Ustariz y se dieron las Ordenanzas Reales que dirigirían la vida del futuro poblado, las cuales fueron impresas en Madrid en el taller de Pedro Martín en 1779.

Después de disponer los veintiocho artículos de las citadas Ordenanzas Reales, que iban a estructurar la vida del pequeño pueblo, se proponía que designara Alcalde y Concejales y que aquél ejerciera jurisdicción junto al Concejo de la Mata, en los aprovechamientos comunes de leña, madera, agua y tierra.

Asimismo, tras la Ordenanza, el Decreto Fundacional concluía disponiendo que se construyera una ermita y se nombrase capellán.

Quedó en nada

Quién sabe si después de todo, la historia que es caprichosa, hubiera logrado que Encinas del Príncipe hubiera dado su tirón como Navalmoral o Talayuela; o tal vez pasara del millar de habitantes y alcanzara una población importante como Peraleda de la Mata, Almaraz, Casatejada, Majadas o Rosalejo, engrandeciendo aún más el Campo Arañuelo.

Lo cierto sin embargo es, que después de tanto trabajo, tantas Ordenanzas y de acordar esto, aquello y lo demás allá, al final no se hizo nada. La colonización no llegó a realizarse y Navalmoral de la Mata no pudo tener un pueblo satélite con el sonoro nombre de Encinas del Príncipe. Pero esta historia de promesas incumplidas ya nos es familiar, ¿verdad?

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