Se ha consumado: hay elecciones

"El no te ajunto de los críos, en un puro ejercicio de obstruccionismo, imperdonable en representantes electos del pueblo"

José María Gómez de la Torre

Domingo, 15 de mayo 2016, 11:26

Como estaba previsto, tras el periodo de consultas y negociaciones, hay que repetir las elecciones. Ya lo pronosticó Rajoy a mediados de Febrero.

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Si todo sigue como se prevé, los resultados van a ser similares a los de diciembre porque los españoles tragamos y perdonamos todo, desde la corrupción, que aparece como las setas al remover la hojarasca tras las lluvias otoñales aunque en la actualidad los descubrimientos han sido primaverales hasta las posiciones de estricta ortodoxia talibanesca que se niega a negociar "por principio" con quien mantiene criterios diferentes. El "no te ajunto" de los críos, en un puro ejercicio de obstruccionismo, imperdonable en representantes electos del pueblo.

El único que puso toda la carne en el asador fue el candidato del PSOE que intentó pactar a derecha e izquierda. No lo consiguió, pero debería valorarse su empeño.

Habrá quien le reproche no haber intentado un pacto con el PP, pero es que a todas luces era un pacto inviable si lo encabezaba Rajoy. ¿Es que éste iba rectificar lo más mínimo en leyes tan características como la LOMCE, la de Seguridad Ciudadana, la Reforma Laboral...? ¿Corregiría decisiones privatizadoras de servicios públicos? ¿Admitiría en coalición, en un acuerdo tú a tú, a un partido al que ha acusado de ser el culpable hasta del diluvio universal? Con seguridad no.

Considero que el PSOE ha actuado con responsabilidad y su intento me parece admirable. Sin embargo también creo que ha cometido algunos errores en este periodo.

El primero ha sido no facilitar la investidura de Rajoy, dejando a su gobierno en una minoría parlamentaria que tendría que negociar, consensuar y plegarse a las decisiones de una oposición mayoritaria en el Congreso.

Disminución de la energía nuclear

El segundo, sobre el que me voy a extender es la proposición no de ley sobre la "gradual disminución en la producción de energía eléctrica por centrales nucleares", con muchos criterios fundamentados en pura ideología que debería haberse superado hace mucho tiempo.

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El despliegue propagandístico e ideológico con el que se justificó la moratoria nuclear no se debió a «la seguridad y el agobio y sobrerresponsabilidad que suponía la imposibilidad de eliminar los residuos radiactivos» sino a no dar alas a quienes tenían en el punto de mira a la central de Lemoniz. El gobierno de Felipe González tenía un dilema: parar sólo Lemóniz, reconociendo su impotencia frente a ETA, o llevar a cabo una maniobra de manipulación decretando un parón nuclear que suponía el cierre de Lemóniz encubierto con el cierre de otras centrales nucleares. Optó por lo fácil o lo único posible y los españoles pagamos los platos rotos. Aquella propaganda sigue pesando hoy a la hora de tomar decisiones.

En aquella época, la campaña del miedo a las radiaciones hizo correr el pánico: los "pararrayos radiactivos" bastante inocuos fueron considerados muy peligrosos y se gestó su atropellada retirada. Ningún municipio español quiso tener en su término un cementerio de artilugios "que provocan leucemia en los niños". Del desmontaje se encargó ENRESA. Del material radiactivo, ya aislado, se hizo cargo una empresa británica que cobró por llevárselo y que ha vuelto a cobrar al devolverlo, poniéndolo sobre nuestras cabezas en forma de detectores de humo. En el mismo paquete de miedo irracional entraron las antenas de telefonía aunque a nadie preocupa que el mismo tipo de radiación que se recibe del teléfono móvil pegado a la oreja sea miles de veces mayor.

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Hace unos años en el diario Público leí una entrevista a Cristina Narbona, titular entonces del Ministerio de Medio Ambiente, en la que se explayaba sobre la problemática de las centrales nucleares y sus inconvenientes. Uno de sus argumentos era la corta vida que le quedaba a la energía nuclear debido a escasez de las reservas de combustibles fósiles. Ignoraba la diferencia entre fósil y físil.

Argumentos del mismo pelaje siguen en la exposición de motivos de la proposición no de ley cuando dicen que «ni siquiera es una energía «autóctona»: «el uranio que utilizamos como combustible tenemos que importarlo de terceros países, contribuyendo así a nuestro déficit comercial» como si el gas, el petróleo y el 65% del carbón que consumimos saliese de yacimientos nacionales.

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Lo que sí tenemos es viento y sol para aerogeneradores y placas solares. Sin embargo, se debe tener en cuenta que se necesitan centrales de gas o carbón encendidas y preparadas permanentemente para suplir la energía de aerogeneradores o de "huertos solares" por si el viento afloja, se pasa de velocidad o llega un frente nuboso. Y eso no es gratis. Además cada kWh suministrado por aerogeneradores y centrales solares es pagado mediante primas muy superiores a los precios del mercado eléctrico. Y habrá que seguir pagándolas durante los próximos 25 años.

La proliferación de "huertos solares" ineficientes al amparo de sustanciosas primas ha sido un disparate económico para el país y para el consumidor. Se puede decir lo mismo, aunque en menor medida, de los aerogeneradores y la sobredimensionada potencia instalada en centrales de ciclo combinado como reserva de aquellos.

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Energías verdes, limpias, renovables, sostenibles, lideres mundiales, apuesta de futuro son palabras que suenan muy bien, pero se deja de lado lo que cuestan; políticos y medios de comunicación actúan de un modo inmoral al dar datos incompletos y se toman decisiones al margen de las cuestiones económicas. Luego encontramos (y lamentamos) que tenemos la energía eléctrica más cara de Europa.

La proposición no de ley dice también que «La energía nuclear tampoco es la respuesta adecuada al desafío del cambio climático, ya que el margen temporal para reducir las emisiones de CO2 (para frenar el calentamiento global) es cada vez más corto: poco más de una década». Pero no explican cómo se van a sustituir esas centrales que no emiten CO2 y que pretenden cerrar en poco más de una década, entre 2021 y 2028.

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En 2015 la potencia aerogenerada y fotovoltaica instalada en la península era cuatro veces mayor que la nuclear y produjo menos. Se necesitaría duplicar como poco la potencia instalada de renovables para sustituir a las nucleares. O utilizar las de ciclo combinado, que ahora funcionan lo menos posible porque su kWh resulta caro.

Dice también que «la energía nuclear no es barata. De hecho, solo se están construyendo nuevas centrales nucleares en aquellos países cuyos gobiernos garantizan condiciones financieras y de rentabilidad adecuadas para compensar sus elevados costes iniciales». Leído lo anterior sobre las primas ¿a qué suena esto?

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Hoy el coste de instalación del kW nuclear es muy caro, superior a tres mil euros. La instalación del aerogenerado aproximadamente la mitad. Pero hay una diferencia importante: una central nuclear funciona a plena carga ocho mil horas al año. En los cinco años pasados, la velocidad del viento permitió a los aerogeneradores funcionar a plena carga una media de dos mil horas anuales. Hagan cuentas.

Queda un asunto peliagudo: los residuos de alta actividad. Si no hubiese ya, lo mejor sería no generar ni un gramo. Pero ya hay y tan peligrosos y duraderos son dos gramos actuales como tres dentro de treinta años en los que habría tiempo para planificar y hacer una sustitución con sentido común.

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