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Modos y maneras de hablar

Modos y maneras de hablar

"Hay quien utiliza el signo @, donde es posible, con lo que la escritura se simplificaría: hij@s, tod@s, llen@s, sol@s, abrazad@s... Pero alguien me puede decir: ¿Cómo se pronuncian las palabras afectadas si hay que leerlo en voz alta?"

José María gómez de la torre

Sábado, 16 de abril 2016, 10:43

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El afán de hacer resaltar el papel femenino en el idioma nos hace escuchar a la clase política una forma de hablar que, en mi opinión, no deja de ser una auténtica majadería.

Hace poco escuché hablar a un líder político de «los diputados y diputadas autonómicos...» y se quedó tan ancho. Y muchas (y muchos) oyentes se quedaron tan anchas (y anchos). A la par que políticamente, lo gramaticalmente correcto, sería que hubiera mantenido la concordancia entre nombre y adjetivo y hubiera dicho «los diputados y las diputadas autonómicos y autonómicas...» y aún mejor si hubiese antepuesto el género femenino al masculino y hubiera dicho «las diputadas y los diputados autonómicas y autonómicos...» porque no cabe la posibilidad de ser diputada autonómico ni diputado autonómica. Además es mucho más adecuado políticamente anteponer la diputada al diputado.

La ola de despropósitos en el idioma no se circunscribe solo a España y a los diversos idiomas que en ella se hablan. Un grupo feminista estadounidense pretende que se cambie el nombre de «history» (his=de él) por el de «hertory» (her=de ella) confundiendo la velocidad con el tocino. Aquí hay una propuesta para cambiar en catalán la palabra homenaje por donanaje.

También se ha propuesto que se cambie el nombre del «Congreso de los Diputados» por el de «Congreso de los Diputados y las Diputadas». El chiste fácil queda servido con añadir «que hacen».

Los ejércitos de todo el mundo han sido a lo largo de la historia (hertoria en la propuesta norteamericana) una institución machista por excelencia. Hoy en muchos países es habitual la presencia de la mujer en ellos. Ciñéndonos al nuestro yo me pregunto si en él a la mujer hay que llamarla soldado o soldada. Y si asciende, ¿pasa a ser caba o cabo, sargenta o sargento, alféreza o alférez, tenienta o teniente...?

Con el tema de la denominación de las ocupaciones, profesiones y títulos hay un batiburrillo poco sensato.

¿Por qué la mujer puede ser crupier o chef y, que yo sepa, no se reivindican los nombres de crupiera o chefa y, sin embargo, una mujer ha de ser jueza y no juez?

¿Por qué indistintamente un hombre o una mujer pueden ejercer la profesión de motorista, maquinista, periodista, salvavidas, auxiliar, terapeuta, etc. pero hay que diferenciar su profesión, titulación o actividad si es la de ingeniero, abogado, arqueólogo, alcalde, etc.? La mujer es ¿médica o médico? ¿Teniente alcalde o tenienta alcaldesa? ¿Acaso las profesiones u ocupaciones tienen género más allá del que se les quiera otorgar por convención gramátical?

A los que nos dedicamos por afición al mundo de la escritura nos cuesta un triunfo mantener esa «corrección política» y hay veces que resulta imposible si se quiere que lo que se relata tenga cierta fluidez.

A modo de ejemplo:

«No hay cosa más dura para unos padres que enterrar a un hijo que debería por ley natural sobrevivirlos. Les ocurrió a ellos. Los vi cogidos de la mano, caminando detrás del féretro... Cuando todo acabó, nos fuimos marchando todos, cariacontecidos, llenos de tristeza. Ellos se quedaron solos, abrazados, apoyados el uno en el otro para soportar su dolor...»

Yo diría que, aunque no es patente la visibilidad de la mujer en el relato, se entiende su presencia.

Pero para mantener una posición políticamente correcta tendría que ser redactado más o menos así:

«No hay cosa más dura para los padres y las madres que enterrar a un hijo o una hija que por ley natural deberían sobrevivirles. Les ocurrió a él y a ella. Los vi caminar detrás de féretro con las manos entrelazadas... Cuando todo acabó, nos fuimos marchando todas y todos, cariacontecidas y cariacontecidos, llenos y llenas de tristeza. Ella y él se quedaron en soledad, abrazado él a ella y abrazada ella a él, apoyándose el uno en la otra y la otra en el uno para soportar su dolor...».

Hay quien utiliza el signo @, donde es posible, con lo que la escritura se simplificaría: hij@s, tod@s, llen@s, sol@s, abrazad@s... Pero alguien me puede decir: ¿Cómo se pronuncian las palabras afectadas si hay que leerlo en en voz alta?.

Majadería menor de nuestra clase política

Pero esa es una majadería menor en nuestra clase política. Tras los resultados electorales de las elecciones pasadas he oído decir a más de uno que el mandato de los electores era que se entendieran.

A lo mejor es que yo soy muy raro. Pero cuando metí mis papeletas en la urna ni se me pasó por la mente que el partido al que votaba tuviera que entenderse con ningún otro partido definido. Otra cosa es que ahora piense, a la vista de los resultados, que los partidos deberían de dejarse de dogmatismos, limar sus programas y ceder en sus exigencias para llegar a un punto de encuentro. Y que, sin renunciar a sus ideales, supieran posponer las utopías y asumir la prosaica realidad del mundo en que nos toca vivir.

Si me remonto a los años de mi infancia, cuando iba a la escuela en un pueblo situado entre montañas y bosques de robles es probable que un crítico de mis artículos diga que me recreo en una visión bucólica de la cosmogonía hermética que despliego. Asumo el riesgo para recordar como cosa de críos inmaduros la exigencia de exclusividad en las amistades, que manifestábamos diciendo que «si te "ajuntas" con ese yo no te "ajunto"».

Me lo traen a la memoria las actitudes de algunas personas elegidas en las elecciones citadas anteriormente, a los que les vendría bien pensar que hablando se entiende la gente y que el terreno de la política no existe la verdad absoluta.

Sinceramente les pediría que crecieran, que se dejaran de chiquilladas y que se portaran como adultos.

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