La Pasión lleva cada año más visitantes a Belvís de Monroy
Medio centenar de vecinos recrearon el Viernes Santo las últimas horas de Jesús
Miguel Ángel Marcos
Sábado, 26 de marzo 2016, 11:32
Los vecinos de Belvís de Monroy viven con especial pasión la Semana Santa en los últimos años. Sobre todo aquellos que participan directa o indirectamente en la representación de la Pasión que se viene haciendo desde el 2012, y que el viernes congregó a numerosos visitantes de pueblos del entorno.
La iniciativa de recrear las últimas horas de la vida de Jesús por las calles de Belvis, que han bautizado como 'La Pasión belvisa', partió de Toñi González Porras, miembro del grupo de teatro local El Castillo, que hace cinco años propuso a sus compañeros que la hicieran. Sus integrantes, con José Pérez González al frente, aceptaron el reto de hacer algo especial con nuevas ideas e incorporaciones, recuperando una Pasión que ya se había representado décadas atrás pero que dejó de realizarse.
A los componentes del grupo El Castillo se fueron sumando poco a poco vecinos y vecinas de distintas edades, hasta llegar al medio centenar actual, que se transforman en judíos, palestinos, apóstoles, romanos y cualquier otra figura de la época. Y, por supuesto, en Jesús, muy metido en su papel.
Lejos del castillo
La actividad se inició en el antiguo olivar que fue propiedad del convento de Santa Ana, continuando el recorrido por la parte antigua del pueblo, con una parada en la plaza, recreando el sufrimiento de Jesús con la cruz a cuestas, la crueldad de los soldados romanos o la división de opiniones entre el gentío que les acompaña, partidarios unos de la liberación del prisionero y otros de darle muerte.
La crucifixión, y posterior resurrección, se hicieron esta vez en las traseras del propio convento, cuando hasta ahora tenía lugar a los pies del castillo medieval que corona la población, ofreciendo una imagen muy llamativa. Pero este año no ha sido posible por el peligro que supone su estado de ruina.
La representación terminó cerca de la una y media, trasladándose entonces el ambiente a la plaza y a los dos bares de la población, que vio alterada su habitual tranquilidad ante la presencia de decenas de visitantes.
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