San tontín, el mártir del amor
"Las malas lenguas dicen de esta fiesta que en nuestro país, donde se celebra desde mediados del siglo XX, fue invención de una influyente galería comercial. Pero los orígenes son bastante más antiguos"
Noemí García Jiménez
Sábado, 13 de febrero 2016, 18:43
Con las imágenes del Carnaval todavía presentes en nuestras retinas, las máscaras sin guardar y los trajes colgados de las cuerdas, a la espera de que se sequen, los escaparates aparecen salpicados de corazones y cupidos, anunciando la próxima festividad: san Valentín, o san Tontín como lo llamaban entre risas mis compañeros de estudios.
Las malas lenguas dicen de esta fiesta que en nuestro país, donde se celebra desde mediados del siglo XX, fue invención de una influyente galería comercial e incluso algunos se atreven a apuntar a la desaparecida Galerías Preciados. En mi opinión, de haber sido así, seguiría funcionando. Los orígenes de la festividad en realidad son bastante más antiguos.
El día de San Valentín, como sinónimo del día de los enamorados, empezó a celebrarse hacia el año 494dC, impulsado por el Papa Gelasio I, quien tomó la medida de instaurar una festividad católica el día 14 de febrero con el fin de eliminar la fiesta pagana de las Lupercales, celebrada desde tiempos de la Antigua Roma el 15 de febrero en honor de Lupercus, protector de los pastores y sus rebaños. Para enmascarar su supresión, el Papa eligió el santo que caía justo un día antes: san Valentín.
Su trágico final, no poseer datos fiables sobre su vida y el paso del tiempo propiciaron que, alrededor de este santo, se crearan infinitud de leyendas. Casi todas ellas le muestran como una persona valiente, haciendo homenaje a su nombre. La más aceptada dice que Valentín fue un bondadoso médico romano, que decidió hacerse cristiano y ordenarse sacerdote.
Desafiando las órdenes del emperador romano Claudio quien, por decreto, había prohibido los matrimonios entre jóvenes porque, a su entender, los solteros sin familia y sin ataduras eran mejores soldados, Valentín celebró en secreto multitud de enlaces, devolviendo la felicidad a los contrayentes. Pero desgraciadamente su secreto fue finalmente descubierto y el emperador ordenó apresarle.
La leyenda no acaba aquí. Una vez en prisión, el oficial Asterius, su carcelero, quiso ridiculizarle y ponerle a prueba, retándole a devolver la vista a su hija Julia, nacida ciega. En contra de lo esperado, Valentín lo logró, hecho que estremeció a Asterius y su familia, que inmediatamente se convirtieron al cristianismo. Por su parte, la joven Julia, agradecida, plantó un almendro de flores rosas junto a su tumba. Desde entonces este árbol es el símbolo del amor y la amistad duraderos.
El milagro pronto fue conocido por todos causando la desgracia de Valentín que, enamorado de la hija del carcelero, fue ejecutado el 14 de febrero de 270dC. Según cuenta la leyenda, antes de abandonar la celda, ciego de amor, dejó una nota a Julia, firmándola con las palabras de su Valentín. Seguramente sea esta la primera carta de amor de la historia.
El día de san Valentín como festividad de carácter religioso conservó esta calificación hasta el año 1969, fecha en la que, bajo el pontificado de Pablo VI, la Iglesia Católica decidió eliminarla del calendario postconciliar (posterior al Concilio Vaticano II) pero esto no fue suficiente para que la fiesta desapareciera. A día de hoy, la seguimos celebrando. No se trata solo del intercambio de regalos. Llevados por creencias o supersticiones, cada 14 de febrero acuden numerosas parejas a desposarse a la basílica que lleva su nombre, en la ciudad italiana de Terni, donde se piensa que su cuerpo descansa.
Corazones y la figura de Cupido
Otro dato curioso es que, aunque la festividad de san Valentín se considera una fiesta occidental, la precursora del intercambio de regalos fue la norteamericana Esther A. Howland, quien a mediados de la década de 1840 diseñó tarjetas con motivos románticos, sobre todo con corazones y con la figura del dios romano Cupido. Vendiéndolas tan solo por unos centavos en la librería que regentaba su padre en Worcester (Massachusetts) se convirtieron en todo un éxito de ventas. Su idea no debió ser mala, pues esos mismos motivos siguen presenten en las tarjetas actuales, tanto en las virtuales como en las tradicionales de papel.
Por tanto, podemos descartar que los regalos fueran una invención de una galería comercial, aunque no negaremos que los comerciantes vieron en esta festividad un importante filón a explotar que no han desaprovechado. El día de san Valentín es, sin duda, una de las celebraciones anuales que más beneficios les genera, pero ¿cómo negarse a la tentación con esos escaparates tan llamativos?
Además, para cualquiera de nosotros, un regalo siempre es motivo de alegría, por lo que este año, como tantos otros, seguramente morderemos el anzuelo y cumpliremos, una vez más, con la tradición de buscar un presente a la persona objeto de nuestro enamoramiento, aunque solo sea porque mantenerse en ese estado tan tontín, hace ver el mundo de color rosa.
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