Opinión

La necesaria transición hídrica en Extremadura

«Requerirá profundas transformaciones en la manera en que utilizamos y gestionamos el agua y los ecosistemas que la generan, y en la manera que utilizamos el territorio»

Julia Martínez, directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua

Domingo, 27 de septiembre 2020, 21:55

El gran patrimonio natural de Extremadura, sus pueblos y ciudades, la vida e identidad de sus gentes, están fuertemente vinculados a los grandes ríos que atraviesan la comunidad autónoma: el Tajo, el Guadiana y sus afluentes. Ríos compartidos con nuestros vecinos portugueses que articulan paisajes comunes.

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Los extremeños perciben que la región es rica en agua. Las grandes obras de regulación que retienen los ríos extremeños, como el embalse de la Serena en el Guadiana o el de Alcántara en el Tajo, o los caudalosos afluentes que descienden de las sierras del Sistema Central, los Montes de Toledo o Sierra Morena, dan una equivocada sensación de abundancia que no se corresponde del todo con la realidad.

Las aguas extremeñas están sometidas a importantes presiones que ponen en riesgo la seguridad hídrica de la región, tanto las superficiales que discurren por sus ríos como las subterráneas, tan importantes para el mantenimiento de espacios naturales, el abastecimiento de cientos de pueblos o el riego de campos de cultivo.

La acción combinada de la reducción de aportaciones de agua como resultado de los procesos de cambio climático, y el deterioro de su calidad como consecuencia de la contaminación agraria y urbana, pone en riesgo la garantía de abastecimiento y la salud de los ecosistemas asociados al agua.

En cuanto a los impactos del cambio climático, los modelos apuntan a un aumento de las temperaturas, una disminución en las precipitaciones anuales, un aumento en la frecuencia e intensidad de sequías e inundaciones y un cambio en los patrones de precipitaciones, disminuyendo en primavera, verano y otoño y aumentando en invierno. Ello resultará en una disminución en la cantidad de agua disponible de hasta un 10% para el horizonte 2040, y una necesaria adaptación de los usos de agua a los nuevos patrones de precipitaciones y temperaturas.

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En este escenario es fundamental proteger la calidad de las aguas que tenemos. Sin embargo, muchas de las aguas en Extremadura tienen una calidad deficiente. Un reciente estudio encargado por la Consejería para la Transición Ecológica de la Junta de Extremadura a unas investigadoras independientes, utilizando datos de la planificación hidrológica publicados por las confederaciones hidrográficas del Tajo y el Guadiana, pone de manifiesto que solo el 36% de los ríos extremeños, el 38%de los embalses en el Guadiana y el 25% de los embalses en el Tajo extremeño están en buen estado.

En el caso de las aguas subterráneas, sólo uno de seis acuíferos en el Guadiana extremeño (provincia de Badajoz) está en buen estado conforme a la legislación vigente, mientras que en el Tajo (Cáceres) la situación de las aguas subterráneas es sensiblemente mejor por la menor actividad agraria y ganadera.

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Presiones sobre el agua

¿Cuáles son las principales presiones sobre las aguas extremeñas? Las principales causas del mal estado de las aguas son tres: la contaminación proveniente de actividad agraria y la ganadería intensiva, las fuertes alteraciones en la morfología y el régimen de caudales de los ríos provocadas por las innumerables infraestructuras de regulación y las extracciones de agua, y los vertidos urbanos. Además, las presiones, en su conjunto, están aumentando a una velocidad mayor que la capacidad de respuesta del medio o de las administraciones competentes.

En el caso de los vertidos urbanos, se están logrando importantes avances. Desde la Junta de Extremadura se han impulsado planes y programas de inversión para lograr depurar el 100% de las aguas residuales en el horizonte de 2027. Será necesario continuar y afianzar estos esfuerzos y lograr el compromiso de las administraciones locales en la correcta operación y mantenimiento de estas infraestructuras una vez construidas. En este contexto el apoyo a las pequeñas poblaciones de los consorcios regionales –PROMEDIO en Badajoz y MasMedio en Cáceres– resulta esencial. También la nueva Ley de Abastecimiento y Saneamiento de Extremadura que está impulsando la Consejería para la Transición Ecológica será importante para avanzar en este sentido.

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Por el contrario, las presiones derivadas de la actividad agraria y ganadera se están incrementando, por ejemplo con nuevas hectáreas de regadío planificadas en la región y un crecimiento exponencial de las explotaciones intensivas de porcino (300 nuevas explotaciones autorizadas anualmente en 2019 y 2020). Estas actividades impactan la calidad del agua directamente a través del uso de fertilizantes y pesticidas y de los vertidos de los residuos ganaderos e, indirectamente, como resultado de las demandas de agua del sector del regadío, que reducen el caudal circulante en ríos y el almacenado en acuíferos.

Con el fin de garantizar que los ríos y acuíferos siguen proporcionándonos a nosotros y a generaciones venideras el agua que necesitamos –en cantidad y calidad– para vivir y desarrollarnos, la legislación europea obliga a los países miembros a gestionar el agua de modo que evitemos nuevos deterioros y recuperemos su buena salud, el buen estado ecológico, cuantitativo o químico, en términos de la Directiva Marco del Agua aprobada en el año 2000. En el proceso de implementación de esta Directiva, actualmente se están debatiendo en procesos de consulta pública liderados por las distintas confederaciones hidrográficas, los principales retos –los llamados Temas Importantes – que deben abordarse por parte de los Planes Hidrológicos para el período 2021-2027.

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Una vez consensuados los principales problemas, estos planes deberán desarrollar unos programas de medidas, con actuaciones decididas en el ámbito de la política agraria, urbanística y de gestión del ciclo urbano del agua, industrial, de gestión del medio natural, que permitan mejorar la salud de nuestras aguas y de los ecosistemas que las generan, con la colaboración y compromiso de las administraciones competentes, los usuarios, y la ciudadanía en general.

Ello requerirá profundas transformaciones en la manera en que utilizamos y gestionamos el agua y los ecosistemas que la generan, y en la manera que utilizamos el territorio, una verdadera transición hídrica que nos permita garantizar la salud del entorno y la seguridad hídrica de la región.

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Congreso sobre el agua

Todos estos temas se han debatido en el XI Congreso Ibérico de Planificación y Gestión del Agua organizado por la Fundación Nueva Cultura del Agua en formato digial, con el apoyo de PROMEDIO, y cuyas conclusiones se presentaron el pasado día 9 con participación del Secretario de Estado de Medio Ambiente español y el Ministerio do Ambiente portugués en sesión abierta al público.

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