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Acto sobre el muro en el Teatro del Mercado MAM
El muro de las lamentaciones
Opinión

El muro de las lamentaciones

El autor, miembro de la plataforma No al Muro, escribe una 'Carta hacia el pasado...'

Carlos Roque

Miércoles, 3 de julio 2019

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5 de julio de 2049

Hoy, como casi todas las mañanas, abro la puerta de mi terraza para dejar que entre la luz. Y como casi todas las mañanas me asomo a la calle y al mirar hacia el norte y ver ese monumento a la estupidez, no puedo evitar pensar en lo que ya casi nadie recuerda y de lo que ya casi nadie habla.

Pero aún me vienen a mi memoria aquellos meses del ya lejano año 2019, ¡¡Dios cómo pasa el tiempo!!. Parece mentira que hayan pasado casi 30 años desde aquellos días en los que peleamos por evitar que se construyese aquel entonces hipotético muro que hoy es una realidad.

Recuerdo todos aquellos esfuerzos por transmitir que el muro, con el que nos amenazaban, sería algo más que una barrera arquitectónica, que aquel muro significaría una disección cultural y de convivencia. Ahora pienso que si todas esas personas, llenas de rabia e impotencia, que salieron a la calle durante su construcción y aún más las que salieron cuando ya estaba terminado y era una irreversible realidad, hubiesen salido antes quizás hubiesen podido cambiar la historia.

Pero hoy, después de casi 30 años y sabiendo lo que verdaderamente ha significado, no puedo evitar seguir cuestionándome si realmente hice lo necesario, si pude contribuir un poco más para evitar que aquel atentado a la convivencia se llevase a cabo.

Si, ya sé que esta carta 30 años después no sirve de mucho. No sirve para evitar que muchos de los pequeños negocios que existían 'al otro lado' tuviesen que cerrar poco a poco debido la dificultad de acceso peatonal; ya sé que tampoco servirá para evitar el deterioro de la convivencia y el aumento de la inseguridad en esas, ahora llamadas 'ratoneras' en las que se han convertido los pasos peatonales subterráneos que nadie se atreve a cruzar de noche; también soy consciente que de nada servirá a aquellas familias de la Navarrosa que sufrieron el desprestigio de su barrio por el síndrome de la barrera y que no ayudará a que ningún promotor inmobiliario cambie de opinión respecto a invertir en la construcción de nuevas viviendas en esa parte del muro.

El muro de las lamentaciones

Un muro al que en estos últimos años se le ha apodado de muchas maneras, ya se sabe que en este pueblo somos muy dados a eso. Como muro de la vergüenza, quizá en honor al antiguo muro que dividió las dos Alemanias a finales del siglo XX y con el que guardaría similitud por la cantidad de grafitis que lo adornan. También hubo un tiempo en que le llamaron el muro de la indignación, este apodo por razones obvias, pero creo que el que mejor define lo que ahora se siente, es el apodo de el muro de las lamentaciones. Y no porque tenga nada que ver con el de Jerusalén, sino porque todo el que pasa al lado se lamenta por una u otra razón; los más viejos por no haber hecho lo suficiente para evitarlo y los más jóvenes por no haber podido estar en aquellos tiempos para haber luchado.

Lo paradójico de todo esto, es que la gran mayoría de las personas que decidieron su construcción ya no existen y sin embargo dejaron un lamentable legado para el 'disfrute' de las generaciones venideras, que son las actuales.

Lamento seguir teniendo la duda de si pude hacer algo más, al menos haber podido escribir esta carta entonces y no treinta años después cuando ya de nada sirve, aunque puestos a soñar, ojalá hubiese una manera de hacer llegar esta carta al pasado.

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