
Hace algo más de tres años José Luis Merino Sidro, Mago Merlín, confesaba que «después de dar vueltas por el mundo durante medio siglo no podía encontrar un lugar mejor para vivir». Se refería a Casatejada. Y también para morir, puesto que hace unos días se encontró su cuerpo en la casa que tenía en la población desde hace casi dos décadas, para sorpresa y disgusto de sus paisanos, que presumían de tener un «vecino mágico».
Merlín se fue sin hacer ruido, perdiendo un gran artista de la magia, del ilusionismo y de la prestidigitación que paseó su arte por escenarios de todo el planeta, con números propios en los que dejó su sello, como los aros chinos, las cuchillas o la carta viajera, y de los que han podido disfrutar en su pueblo de adopción.
En el especial en el Día Mágico que organizó en el otoño del 2017, con la colaboración del Ayuntamiento, y que se convirtió en un homenaje a su persona por parte de los magos que le acompañaron en una jornada muy especial para él, como Luigi Lopini, Maci, Julio Barrera o el Mago Jim.
«Felicidades por tener a un artista incombustible de gran talla humana y profesional», dijeron entonces sus compañeros, para sorpresa de muchos castejaos que en ese momento desconocían su dimensión artística.
Esos mensajes se han repetido ahora, pero de tristeza al conocerse su reciente fallecimiento, que se ha ido trasmitiendo de unos magos a otros. Este es un ejemplo. «A ambos (José Julio Gómez y Jarri Marqueríe) nos ayudó mucho en nuestros inicios en este bello arte del que él era de nuestros veteranos, aunque llevaba ya mucho tiempo retirado en su casita cacereña, a la cual le solíamos visitar de vez en cuando. Cuántos momentos inolvidables vividos juntos, querido amigo y compañero...».
El mago moralo Alfred Cobami y el alcalde de Casatejada, Jaime Pardo, son de las personas que más contacto han tenido con Merlín en los 15 o 16 años que residió en el municipio.
Pardo fue también de los primeros en conocer su muerte, por causas naturales, cuando le encontraron sin vida en su casa tras alertar de que algo extraño ocurría la mujer que acudía para ayudarle en las tareas del hogar y darle compañía. Y es que su estado se había deteriorado mucho en los últimos tiempos.
«Yo venía diciéndole –apunta el alcalde– que ya no estaba para vivir solo, y que debía ir pensando en ir a una residencia para estar mejor atendiendo, pero siempre se resistía porque quería vivir así, solo, libre. Lo que no quiere decir que no tuviera relación con la gente del pueblo, que la tenía, sobre todo cuando solía ir al hogar a tomar algo. Hace poco, después de mucho insistir en lo de la residencia empezamos a moverlo, pero no hemos llegado a tiempo. Tampoco había nada que nos hiciera pensar que iba a ocurrir esto».
De hecho, Jaime Pardo asegura que a pesar de su edad, 77 años, y de sus achaques, siempre estaba «con la ilusión de seguir haciendo magia, aprendiendo nuevos trucos por Internet o comprando material por Amazon. Incluso habíamos hablado de volver a hacer el Día Mágico. Cuando lo hicimos fue muy bonito, con una gala con sus amigos magos, ruta por los bares o actuaciones en el hogar».
El alcalde castejao recuerda que era una persona «cercana y afable», con la que empezó a tratar cuando accedió al cargo, en 2015, y que le llamaba cada vez que tenía algún problema, como en el confinamiento.
La pasada semana fue de las pocas personas que asistieron a la misa oficiada en el tanatorio local antes de ser incinerado en Plasencia, ya que no tenía familiares en la zona, aunque asistió una de sus hijas. Y los magos, siempre los magos, que Merlín consideraba un «gremio solidario, unido a él y a quienes quería dejar todo su legado».
Para terminar, Pardo señala que allá donde esté acompañará a Wilman, el otro mago que vivió en Casatejada y que está enterrado en el cementerio municipal. «Pocos pueblos pueden decir que son un pueblo mágico, con dos magos entre sus vecinos».
Alfred Cobami, por su parte, recuerda que Merlín vino a parar a la zona por casualidad, a través de un mago que tenía familia en Casatejada y que le alquiló la casa de su abuela. Aquí empezó una nueva vida, casi de cero, ya que se había quemado la vivienda que poseía en un pueblo de Madrid, perdiéndolo todo. Incluso el material de trabajo acumulado durante décadas de una carrera extensa y prolífica.
«Llegó a vender corridas de toros, y aunque la magia era su principal profesión tuvo otras. Como ventrílocuo con un personaje, Jaimito, que paseó por toda España con 'Merlinadas con Jaimito', que popularizó en televisión. También hizo mucho cine, o bien de mago, con Arturo Fernández, por ejemplo, o de extra en películas de la época del espagueti western. Y revistas de variedades en los 70 y 80, acompañando a gente como Rocío Jurado o Lola Flores. Y más recientemente en el Bar Mágico que tuvimos. Era un artistazo de la época con el que tuvimos la suerte de convivir y de trabajar», afirma el mago moralo.
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