Muere Blas Luis Escudero, alcalde de Bohonal de Ibor

Blas Luis Escudero, alcalde de Bohonal de Ibor desde 2015, nos ha dejado. Y en el pueblo estamos encogidos. Grises, como este día de abril.

El alcalde de Bohonal, de 69 años, ha fallecido en un hospital de Madrid por una enfermedad imparable de la que tuvo conocimiento hace apenas una semana. En una época de luto mundial, el dolor del pueblo es profundo y casi increíble. Esta novela negra que estamos viviendo está golpeando más allá del coronavirus. Ni siquiera las despedidas ni los abrazos están permitidos.

Sirvan estas humildes palabras, que nunca me hubiera gustado escribir, de símbolo de abrazo inmenso para sus hijas, su hijo, su nieto, para su equipo de gobierno -ya golpeado hace poco con el también fallecimiento repentino del entonces teniente alcalde- y para todas sus amistades y personas que le querían. Porque no se ha ido solo, ha estado en los pensamientos de muchas personas. Y su recuerdo vivirá.

Bueno. Buena persona. Estas han sido las palabras más repetidas en las pocas conversaciones que he tenido esta mañana. Quizás sea un calificativo sencillo, pero encaja a la perfección para describir a Luis. Era (y cómo duele escribir en pasado) buena persona. En mayúsculas. A veces no hace falta decir más.

Luis deja un pueblo triste, pero que seguirá caminando. Porque el empeño personal que puso en apostar por la cultura es seguramente uno de sus principales legados. Amante del folclore extremeño y de las tradiciones nuestras, el Festival Ibórica Folk, que este año debe celebrar su quinta edición, es una buena muestra de su empeño. Así como la Asociación Cultural, que no para de ofrecer actividades, y que nació alentada por él. O los viajes para conocer el patrimonio que nos rodea.

Podría contar más de todo lo hecho durante su tiempo como alcalde, pero más que los hechos o los datos, que cada quien puede interpretar de una manera, prefiero quedarme con su entrega, escucha, empatía. Calificativos que no hacen más que engrandar lo buena persona que era.

Qué dolor que después de tantos años escribiendo, el tuyo, Luis, haya sido mi primer obituario.