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Imagen familiar de Jaime Vega con uno de sus hijos HOY
Reflexiones sobre la crisis del coronavirus

«El mal ha modificado los hábitos y costumbres de un pueblo al que le gusta compartir, acercarse, reír y disfrutar del otro...»

«Nuestros gobernantes tenían la oportunidad de dignificar la función política y demostrar su utilidad, pero solo han demostrado una improvisada sobreactuación»

Jaime Vega, portavoz municipal del PP

Viernes, 27 de marzo 2020, 22:45

El obligado aguardo no se hace duro. Los días pasan rápidos, empujados por un aluvión de noticias sobre la crisis sanitaria. A cada instante, esas informaciones aportan nuevos aspectos o circunstancias de una realidad dramática. Los contornos geográficos de la crisis sanitaria se han desbordado y su causa ya se expande por la totalidad del globo.

Esta madrugada (03.54h), nuestro Ministerio de Sanidad contaba 56.188 casos de contagio, 4.089 muertos y 31.912 hospitalizaciones; pero el diario EL PAÍS corrige el dato y advierte que el contagio alcanza a cerca de medio millón de nosotros (08.42h). El dolor social que está causando es inmenso. El tejido productivo se ha ralentizado al prohibirse numerosas actividades económicas. En lo que diríase una estrategia psicológica para debilitarnos, el mal ha logrado modificar los hábitos y costumbres de un pueblo al que le gusta compartir, acercarse, reír y disfrutar del otro. La gente exige ahora una distancia de seguridad entre sí, ya no se abrazan, ni se estrechan la mano, ni se tocan.

Al momento de escribir, todos los recursos se destinan y redirigen prioritariamente a la lucha contra este nuevo enemigo que, invisible y silente, causa decenas de miles de bajas y cuyos guarismos auguran desde el inicio la subsiguiente depresión económica, que exigirá la detracción de mayores gastos.

Nos mantenemos en estado de alerta, confinados en nuestras casas, evitando salir, pero el agente patógeno nos ha cogido ventaja al haber sido ninguneado por nuestro Estado y haberle despreciado como si fuera una simple gripe mientras atacaba China e Italia. Los hospitales, geriátricos y transportes sanitarios carecen de los más básicos equipos de protección individuales o tests para garantizar la salud de los trabajadores expuestos a una sobrecarga viral de efectos letales. Faltan respiradores. Nos quedamos sin aire… Todos los que están al pie del cañón sienten angustia, miedo, ansiedad... Mas ninguno se arredra y por eso, todas las tardes, desde ventanas y balcones, fuertes aplausos y ovaciones les transmiten el sincero agradecimiento de quienes nos sentimos defendidos y cuidados por ellos.

Sí, luchamos contra un protervo virus cabrón, de la familia de los coronavirus, con nombre de unidad de combate, que se desintegra al contacto del agua con jabón o la lejía. Este frágil SARS-CoV-2 es el responsable de ocasionar la masiva infección respiratoria que se conoce como COVID-19. Ha encontrado nuestras debilidades y se cuela eficiente por las rendijas y respiraderos. Diezma inmisericorde a todos nuestros mayores. A ellos debemos el estar disfrutando hasta hoy del periodo más próspero de nuestra Historia. Y mueren solos, olvidados por este absurdo y frívolo Gobierno; sin poder decir adiós a los suyos, a sus nietos. No merecían esto. No nos merecemos esto. Y han de permanecer en nuestra memoria.

Que cada uno cumpla su deber

'Inglaterra espera que cada uno cumpla su deber'. Esa era la frase que el Vicealmirante Horacio Nelson dirigía a la tripulación que comandaba justo antes de entregarse a la batalla. La repitió por última vez el 21 de octubre de 1805, a bordo del HSM Victory, frente a Trafalgar, donde perdió la vida. Nelson, como cualquier militar, encontraba la razón de su empleo y autoridad en su ejercicio porque, de no enfrentarse a su destino, convertiría en vanidad toda su existencia.

Tengo para mí que ese valor, esa entrega al interés común superior no es el motor de quienes fungen hoy de presidentes. Su mayor batalla es controlar los medios porque creen que eso es el Gobierno y jamás creyeron que llegaría un día en que España les pediría que cumplieran su deber. Esa dejadez narcisista explica todo lo que no se está haciendo. Resulta patético ver cómo descargan sus responsabilidades en el propio pueblo al que debían salvar, y del que se han olvidado de proteger y cuidar. Son figuras prescindibles, huecas. Y lo lamento. Tenían la oportunidad de dignificar la función política y demostrar su utilidad y por qué nos gobiernan, pero solo han demostrado una improvisada sobreactuación. Aún hoy, siguen creyendo que para gobernar basta controlar los medios…

'Aunque nos separen los océanos, nos une la misma luna'. Esta hermosa frase rotulaba las grandes banderas rojas utilizadas para marcar los muchos palés donados por Inditex que llegaron desde la lejana China. Traían esperanza en forma de solidaridad a todo un pueblo solidario que lo demuestra siempre que pintan bastos. Soy optimista. Somos un gran pueblo, a pesar de nuestros actuales gobernantes.

Únicamente me queda desear salud a todos, en especial a nuestros mayores.

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hoy «El mal ha modificado los hábitos y costumbres de un pueblo al que le gusta compartir, acercarse, reír y disfrutar del otro...»

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