

Ángeles Sánchez marcos, bibliotecaria jubilada
Sábado, 25 de abril 2020, 17:26
Pues sí hemos perdido casi todo: paisajes, vivencias, conversaciones… abrazos y besos.
Ni por un momento, ni en nuestras peores pesadillas -ostras con las peores pesadillas- pudimos imaginar una situación tan distópica. Porque distópico es lo que hay.
A saber: Un planeta confinado en sus casas, la mayoría ciudadanos responsables, no héroes, no exageremos. Yo, personalmente eso lo guardo para el grupo de ciudadanos sanitarios en lo amplio del término, que están en luchando en nuestros hospitales.
Un planeta maltratado por innumerables agravios de lo más variado, no estoy muy segura si hemos dejado algo en esta casa común que no hayamos zaleado…
En el aspecto medioambiental hemos contaminado, deforestado, explotado hasta la extenuación unas tierras que en la mayoría de los casos ni nos pertenecían, expulsando de ellas a pueblos que durante siglo habían vivido en allí en un equilibrio casi perfecto. Un equilibrio que hemos roto impulsados por una codicia sin límites y una soberbia que se ha visto pulverizada con este baño de terrible y trágica realidad que estamos viviendo, aunque por momentos se nos antoje una pesadilla que como cualquier niño asustado quisiéramos que acabase.
Hemos visto y estamos viendo en este largo mes ya de 'martillo' de todo… Solidaridad, banalización de la tragedia: eso del «me aburro», irresponsabilidades cada vez con mayor frecuencia, supongo que por el desgaste de los días de encierro que llevamos a la espalda.
Pero me temo que el 'martillo' ha venido para quedarse por tiempo en nuestras vidas y cuanto antes lo asumamos, mejor lo vamos a llevar.
Nuestras vidas no volverán a lo de antes, es absolutamente imposible física y moralmente. Daría para mucho el análisis de lo que estamos viviendo: económica, social y éticamente. De este último aspecto no quiero dejar pasa por alto la sangría de ancianos, conminados en unos centros de gestión cuestionables, escaso de personal y en algunos casos, no todos, de dudosa cualificación, supuestamente. Todo deberá investigarse, porque haber perdido a la generación que lo ha sufrido casi todo en sus vidas, no puede caer en el olvido. Es una obligación moral, una tarea para cuando esto amaine.
Espero y deseo que más pronto que tarde, pase el momento agónico entre las 11.30 h. y las 12.00 h. cuando conocemos las cifras de fallecidos y contagiados, sin alcanzar a asumir después de un mes largo, el inmenso sufrimiento y la soledad que hay detrás de ellas.
Llegará el momento de 'la danza'. Ni siquiera sabemos si con los primeros calores del mes de junio, temerosos, con guantes y mascarillas volveremos a transitar nuestras calle hoy con un vacío desolador, pero mucho me temo que 'la danza' solo será un tímido y a veces desganado bailecino. Mucha salud y mucha vida.
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