
Luis Vicente Hidalgo
Sábado, 25 de enero 2020, 23:00
En primer lugar, resulta necesario agradecerle a José María su invitación a prologar su libro. Con esta invitación, no solo alimenta la amistad que nos une, nacida en aquellos talleres literarios, sino que me muestra su confianza en que lo que pueda aportar con el prólogo resulte cómplice para adentrar al lector en los artículos que componen esta publicación, y en animar, si cabe, a que le sigan en sus escarceos mensuales, por lo que representan sus disquisiciones.
Es una edición preciosa, agraciada yo diría que por todo, porque hay libros que enamoran por su formato, por su textura, su color, por el tacto de sus páginas, incluso por su olor, y, cómo no, por el tamaño de fuente, como revela el cotidiano Word. Hay, por lo tanto, que dar la enhorabuena también a quienes forman parte de este libro: a su hijo Mario, por la portada, y a patrocinador, coordinador e imprenta, porque entre todos le han dado a las letras de José María la distinción que merece.
Al autor, a José María, creo que ya le conocemos todos. Algún apunte sobre su personal forma de escribir ya he señalado en el Prólogo. Y en aquello que nos enseñó nuestra querida Pilar Galán en los inolvidables talleres literarios, la voz, el estilo, José María es único. (Es buen momento para recordar a Malleus, si pudiera, estaría aquí, o tal vez esté). Desde luego, aunque su prosa brota de un manantial que, en estos tiempos para nada es sereno, José María es, en sus artículos, en su vida, y en el buen sentido de la palabra, bueno, porque si bien los dardos que teclea en su ordenador van a la diana, nunca los lanza envenenados, sino provistos de una cola, o pluma, por la que reconduce la inmensa cantidad de recursos que tiene.
He empleado anteriormente, a propósito, el término «disquisiciones», por lo que representan sus artículos de opinión: son análisis, explicaciones a veces minuciosas, detalladas, rigurosas, siempre ilustradas con citas que él encaja en el texto como si fueran guantes. Bordea el tema principal para convertir su texto en «opinión», pero incrustando en ella la información sobre la materia que propone. La noticia es noticia, sí.
El artículo de opinión de José María dibuja la noticia con otro tinte. Él, en sus artículos, merodea con conocimiento de causa haciendo «digeribles» asuntos que podrían ser indigestos, aburridos ya por su machaqueo, por su continuidad, por su enconamiento, por su irresolución en plazos cortos. Lo estamos viendo en los medios de comunicación. Y la verdad es que apetece también leer de otra forma lo que está sucediendo en nuestras sociedades, desde la local, regional o nacional, hasta la internacional, y de ello hay, de ellas hay, en las miradas desde la Torre que se presentan, ahora, en forma de libro.
Los 61 artículos que componen este trabajo siguen vivos, ahí es nada, lo que evidencia el atino en la elección de sus inquietudes, que quiere trasladar al lector, y a quien quiere hacer partícipe, ¿por qué si no escribimos? Podría desglosar alguno, pero creo preferible dejar que el lector los lea, o repase el libro, quien le sigue, por si se le ha escapado sin leer alguno de los publicados, o le descubra y se tire de cabeza a la página del HOY buscando la óptica tan personal «desde su Torre» quien aún no le haya leído.
Crispación
Y por no dar más datos de los debidos con estos artículos, ya consagrados, me parece más oportuno mostrar a José María a través de su última colaboración, porque en ella despliega su abanico de una forma, a mi entender, magistral: CRISPACIÓN
Todos hemos sido testigos de la agresividad mostrada en los debates de investidura, y nos espera una legislatura, cuanto menos, tensa, por decirlo con una pizca de sutileza. La agresividad en los discursos ha sido tanta que, en palabras de José María en su artículo, «se llegaba al insulto con expresiones y actitudes barriobajeras». Esta ha sido, y es, la noticia más general. Pero hay otra cuestión incluida en sus renglones: ¿los comentarios sobre política son un reflejo de la agresividad que muestran los políticos parlamentarios que contagian a la sociedad, o la agresividad de los políticos es el reflejo de la agresividad y crispación de la sociedad? Y aquí puede surgir, para el lector, un debate de opinión.
¡Y vaya tema de opinión y discusión que José María, en su artículo, no quiere dejar varado en el hemiciclo!
¿Cómo atraer al lector hacia este «ladrillo»? Pues comenzando con una cigüeña ensartada en unas varillas en el campanario de la iglesia de las Angustias, varillas del grosor de un cigarrillo y, encima, con punta roma. Pobre cigüeña. Y pobre cura al que se le ocurrió poner un artilugio antiaves. Las redes sociales clamaron con una violencia inusitada incluso por la muerte del clérigo. Las redes sociales, otro reflejo social, que además de triturar al que pillan por banda, la mayoría de las veces, sin argumentos, machacan a la Real Academia Española haciendo un daño a la vista impresionante, porque a veces, son más las faltas de ortografía que los insultos que se vierten.
Pero a pesar de la cigüeña, que es un recurso que engancha, la idea parte del comentario de un lector al valorar las pasadas elecciones municipales: «no sabía que hubiera tantos fascistas en Navalmoral». Otro detonante de crispación, otra vez en las redes sociales. Y José María continúa su artículo suavizando la detonación.
Apela, después, a la cortesía parlamentaria, que vemos una vez tras otra que no existe, para rebatir los argumentos del partido heredero de una banda terrorista, y cita, como siempre en su sitio, y apaciguador y sereno, en esta ocasión a Voltaire: se puede estar en desacuerdo con lo que dice otro, pero tiene su derecho a decirlo.
Cierra, en redondo, el texto con lo que verdaderamente importa, que las resoluciones y medidas sean eficaces, y que las actitudes no provoquen esa crispación social que lleva a un diputado a recibir amenazas de muerte.
Todos nos hemos enterado de estas cosas a través de los distintos medios de comunicación, pero este artículo lo hemos leído hasta el final. ¿Por qué? Porque José María nos ha metido de lleno en él por culpa de una cigüeña insertada en unas varillas del campanario de una iglesia. Y es que las licencias de este escritor son como los caminos del Señor, inescrutables.
Muchas gracias, por este libro. Muchas gracias, por tus artículos. Seguiremos esperándote en el HOY todos los meses. Y seguiremos disfrutando de tus recursos y tu voz.
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