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Jaime Vega, autor del texto HOY
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Opinión

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Tras dos años de pandemia, siguen sin saber qué es, qué necesita, qué pide y qué le deben a Navalmoral...

JAIME VEGA, PRESIDENTE LOCAL Y PORTAVOZ MUNICIPAL DEL PP

Viernes, 8 de abril 2022, 12:38

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Tras dos años de pandemia, lo primero que decidieron fue cambiar el nombre de las calles e imponer el muro a la ciudad. Cumplían así –contradictoriamente– con sus aliados y con el aparato de su partido; pero con ninguna de ellas atendía lo que la ciudad y sus vecinos necesitan.

Y, una vez decidido, brindaron con copas cargadas de indolencia, esforzándose en hacernos creer que se hacía justicia a la Historia, cuando en verdad se ajusticiaba sumarísimamente a más de un inocente (como Agustín Carreño y su familia) y que el trazado ferroviario en superficie es la mejor solución, porque no hay otra; cuando desde de ADIF afirman que bastaría una orden del Ministerio de Transporte, del que depende, para soterrar el tren a su paso por esta ciudad extremeña.

Tras dos años de pandemia, siguen sin saber qué es, qué necesita, qué pide y qué le deben a Navalmoral; quizá porque sí saben qué es, qué necesita, qué pide y qué deben al PSOE; qué le deben los que aquí mandan y los agazapados bajo esas siglas y mesa; los que salieron obedientes con pancartas pidiendo el soterramiento; los que con igual obediencia han dejado de hacerlo y mantienen la moción de la vergüenza, la moción de la mordaza.

Los silos de aprovisionamiento del poder son ubérrimos para tanto pobre de espíritu, y cayeron rendidos, postrados de hinojos que dirían antaño; para volver a brindar juntos, en un ritual balsámico que calma las conciencias de quienes juraron sus cargos para hacer el bien y defender el interés general por encima del propio.

Tras dos años de pandemia, la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana no se ha dignado en reunirse con el Ayuntamiento, y hará como su antecesor hizo, cuya venida esperamos desde febrero de 2019; ella, no será menos, ni hará más ¿Y para qué se van a reunir tan altos magistrados públicos con Navalmoral? ¿Para eso José Luis Ábalos o Raquel Sánchez han trepado a ministros? De ningún modo, ya está bien de pueblo llano, ahora toca disfrutar de la jet set…

Tras dos años de pandemia, más de catorce mociones para transformar Navalmoral siguen escondidas en los cajones de la alcaldesa y, de las debatidas y consensuadas, ninguna se ha ejecutado; ninguna, aunque sean para crear un Centro de Alzhéimer y evitar el peregrinaje de los pacientes y sus familiares; eliminar barreras arquitectónicas y hacer más cómoda la ciudad para todos; luchar por el No al Muro apostando decididamente por hacer una ciudad abierta plena o, por terminar, dar agua al necesitado, verbigracia, a los pueblos de Ávila que sufrieron un devastador incendio en agosto del pasado año y a los que a nuestro equipo de gobierno se la ha negado, incomprensiblemente, o no tanto…

Tras dos años de pandemia, las calles –más oscuras, sucias y descuidadas – se han visto ocupadas por policías locales, no para patrullar, sino para exigir la restitución de los derechos robados; manifestantes contra el concejal delegado que otrora fuera uno de ellos y, hoy, no es sino el personaje de cuento estampado en sus camisetas, con la nariz crecida tanto como se ha engolado con su cargo y le recuerdan sus compañeros con eslóganes sobre sus muchas mentiras con camisetas, manifestaciones y pitadas, encierros y huelgas de hambre.

Una vez más, ebrios de tanto brindis, nadie ha dimitido, ni piensa dimitir, pues han venido a la política –nos dicen encadenados al sillón– para resolver los mismos problemas que vienen engordando desde 2016. ¡Cuánto más honroso hubiera sido para ese concejal dimitir y volver a patrullar con sus compañeros! ¡Cuánto más digno hubiera sido la dimisión de la alcaldesa tras demostrarse en el pleno que ofreció lo que no les podía ofrecer seis días antes de las elecciones, mintiéndonos a todos y regalando el dinero público como si fuera suyo!,

Tras dos años de pandemia los parques infantiles siguen inútiles conformando un fantasmagórico desecho urbano, languideciente desde hace ya un quinquenio, negando su uso a niños que durante cinco años no pudieron jugar en ellos por su mal estado y abandono.

Y volverán a brindar en privado holgorio: llegando las elecciones vendrán los parques nuevos, flamantes y caros (800.000 euros); una nueva afrenta para las familias cuyos hijos han crecido sin poder disfrutar de parques infantiles públicos cuando en las arcas municipales había más de 10 millones de euros por el inclemente cobro de impuestos.

En fin, dos años después, ese sigue siendo el entendimiento que de la política tienen. Creen que cualquiera puede acudir a ella aunque para nada o peor venga.

Más ocurre que algunos ingenuos creemos que la política se trata de algo muy distinto, pero podemos estar equivocados; sin duda, y yo el primero: tuve la dicha de que mis padres me regalaran libros y pinturas, y un inmenso cariño que repartían por igual entre sus hijos; la oportunidad de disfrutar de excelentes maestros de filosofía, literatura, historia, ética, lenguas clásicas, diseño y música; la satisfacción de conocer gentes valiosas, de una pieza, de las que me precio ser su amigo; el respaldo de muchos que desean ampliar la fortaleza y bienestar de las clases medias, esas que creyeron en el esfuerzo y la dedicación; la suerte de haber vivido bajo una Constitución plena; y la convicción interna de que la política es y debe ser otra cosa, un instrumento participativo y plural, donde el otro tiene sitio para construir en conjunto; hacer felices a los demás y, sin duda, ofrecer el mejor horizonte posible a nuestros hijos desde una ciudad abierta.

Sí, quizá seamos ingenuos; pero no queremos que nadie se nos vaya antes de tiempo; no queremos que nuestros hijos se formen fuera para no volver a su tierra; ni que las empresas se vayan a Cazalegas porque Navalmoral no las acoge. Sí, seamos ingenuos, de raíz, ingenuus, nobles y generosos, como lo es el hombre libre.

En recuerdo de todas aquellas personas que nos dejaron; con el mayor afecto y sentido reconocimiento que puedo ofrecerles.

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