«La gente vive una situación de estrés que se agravará con el paso de los días y hay que tratar de ayudar a mejorar el ánimo»

Son las 7:30 de la mañana y el cabrón del despertador me ha vuelto a quedar a poco de alcanzar a Sotomayor. Lavado de manos para poder enjuagarme la cara, toma de temperatura obligada por el sanitario de la casa, café, mucho café y lectura de las obras de los hijos de Nostradamus, unas veces en El País, otras en El Diario.es al tiempo que de fondo se escucha la ronca Voz de Sabina cantando «En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas y muchas golondrinas huyen de la ciudad». Así comienzan todos mis días.

Tras la ducha, otro café mientras ojeo la prensa autonómica y local antes de encender el ordenador y ponerme a trabajar acompañado de los tertulianos de la Cadena Ser. Revisión de la información procedente de la FEMP, estudio de los decretos y coordinación por Whats APP con los compañeros de trabajo para que la planificación vaya cumpliendo sus plazos, aunque siempre hay alguna urgencia que lo altera.

Llamadas al área de salud, a la Junta de Extremadura, a trabajadores municipales, a facultativos y abogados para apagar las dudas que me van surgiendo. Reconozco que yo acabé el máster en derecho sanitario creyéndome un ignorante y ahora, viendo al perro de la vecina exponer su tesis doctoral en epidemiología, confirmo, no lo creo, lo soy.

Otro café, hay que atender a las preguntas de la ciudadanía, que no son pocas y hacerlo tratando de sacar una sonrisa siendo lo más preciso posible. La gente vive una situación de estrés que se agravará con el encierro y creo que es importante tratar de ayudarles a mejorar el ánimo. Nunca lo consigo ¿Qué le vamos a hacer? Siempre fui fan de los chistes malos.

Por la tarde trabajo y más trabajo hasta que el cerebro, saturado, te pide salir a tu pequeño patio para que Carmen Martín Gaite te cuente como está Caperucita en Manhattan.