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En el monasterio del Parque Natural de Rila, Bulgaria

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En el monasterio del Parque Natural de Rila, Bulgaria SM

La vuelta al mundo sobre dos ruedas

El joven moralo Sergio Martín recorrerá cerca de 100.000 kilómetros y pasará por medio centenar de países en una decena de etapas que organiza en función de su tiempo libre

Eloy García

Miércoles, 22 de enero 2020, 09:31

De familia motera, puesto que su padre es presidente del Motoclub Campo Arañuelo, Sergio Martín siempre tuvo un sueño: dar la vuelta al mundo en su Honda CBR de 600 centímetros cúbicos del año 2000. Ahora, con 29 años, lo está cumpliendo. Más de 13.000 kilómetros le han llevado hasta India en una sola etapa, restando otras nueve o diez, con entre 60.000 y 90.000 kilómetros aún por delante.

Este joven moralo, que lleva cuatro años trabajando en la fábrica que la marca Mercedes-Benz tiene en Vitoria, destina ahorros, vacaciones y días libres (hace todas las horas extras que puede para juntar más vacaciones) a cumplir este sueño. Comenzó en agosto, saliendo desde Vitoria.

En esta primera etapa ha cruzado Francia, Alemania, Suiza, Austria, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Grecia y Turquía, país donde ya notó el cambio, el choque cultural que supondría un punto de inflexión, el de la verdadera aventura.

«Crucé el Cáucaso por Georgia y Azerbaiyán. Al intentar entrar en Irán me tuvieron retenido en la frontera, durmiendo dos días en un zulo, porque decían que mi moto era demasiado grande para su país», recuerda.

Finalmente logró cruzar Irán, pero a su llegada a Pakistán tuvo nuevos contratiempos.

«También me tuvieron retenido, tres días en un hotel, alimentándome solo de pollo con arroz porque era lo único que tenían. Cuando por fin me autorizaron a circular tuve que hacerlo con los militares. Iban delante con un 'pickup' (camioneta), todos con sus fusiles AK47. Estaba obligado a seguirlos. Arrancas cuando ellos te dicen, paras, repostas, duermes en el hotel que ellos te dicen..., literalmente hasta meas cuando te lo dicen. Y encima casi nadie habla inglés, teníamos que entendernos por gestos y señas», rememora.

Logística

Debido a estas y otras adversidades Martín apenas está disponiendo de tiempo para hacer turismo. Los imprevistos le obligan a llevar a cabo una logística sobre la marcha, nunca mejor dicho.

«Viajo hasta que se hace de noche y entonces paro para buscar sitio para dormir. En Europa no hay problema, con aplicaciones de hoteles y demás, pero en estos países muchas de estas 'apps' no funcionan. Como por ejemplo en Irán, que ni siquiera hay redes sociales. De hecho tuve que dormir en el desierto en una tienda de campaña que llevo para casos de estos, porque no encontraba nada», señala.

Así las cosas, las anécdotas y atolladeros a los que se está enfrentando tampoco son pocos, como cuando tuvo que elegir entre comprar comida y bebida o llenar el depósito. Al cruzar una de las fronteras apenas llevaba cambio en la moneda local, solo euros, con imposibilidad de utilizar ninguna de las cinco tarjetas de crédito y débito que lleva porque el sistema era diferente.

«Tenía casi 3.000 kilómetros por delante y muy poco dinero. Si compraba comida y bebida no podía llenar el depósito, y no tenía posibilidad de cambiar. Comía y me quedaba allí o iba tirando», optando por dar de beber a su montura y adentrarse en el país.

«Llené el depósito con un euro, pues al cambio el litro de gasolina valía ocho céntimos de euro. Solo me quedaban tres euros. Hasta que por fin el dueño de una gasolinera accedió a cambiarme euros. Estuve un día sin comer, y eso que de España salí con bastante embutido...», comenta entre risas.

De momento solo lleva dos averías. En uno de los casos se vio obligado a llegar con la cadena defectuosa a Ankara (Turquía). Buscó un taller pero no encontró el modelo de esta moto y tuvo que adaptar otra cadena. El otro, en el desierto de Irán, donde falló el regulador de tensión y se quedó sin electricidad.

Próxima etapa

Sergio volverá a la capital de India el jueves a recuperar la moto, ya que la dejó en un taller de Nueva Delhi. Aquí arrancará la siguiente etapa, para la que baraja tres opciones: cruzar China, que se le antoja complicado porque no es fácil entrar al país con un vehículo propio; atravesar Asia hasta Vietnam y allí embarcar la moto hasta Japón; y finalmente su preferida, seguir por India, la zona del Himalaya, Nepal, etcétera. Bajar por Birmania, Tailandia y Malasia, mandando desde aquí la moto a Japón.

«Ahí la dejaría hasta que genere más vacaciones, porque además quiero llevar la moto hasta la factoría de Honda donde la fabricaron, me hace ilusión. Entonces continuaría hasta Rusia, cruzando el Estrecho de Bering hasta Alaska, iniciando entonces el continente americano», prevé. Será en abril, cuando espera disponer de 18 o 20 días libres, a base de juntar horas y vacaciones.

Eso sí, ahora mismo tiene el hándicap de rescatar la moto, pues el final de etapa fue una verdadera odisea donde se vio obligado a pilotar durante dos días, parando apenas media hora para descansar «o para dar una cabezada en la cuneta».

Llegó a Nueva Delhi a medianoche, solo tres horas antes de que saliese su vuelo de vuelta a España, así que se vio obligado a dejar la moto a unos niños de la calle para que a su vez estos la entregaran en un taller cercano.

«Todo el mundo me dice que la moto no va a estar en el taller cuando vaya, pero yo quiero creer que sí, porque los niños estuvieron hablando por teléfono con el dueño del taller», concluye.

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