Eloy García
Domingo, 11 de agosto 2024, 13:42
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Lulo Bombín, Lepe, Cuarto y Mitad, Alcachozo, Cachobrutus, Don Falopio,.. o, lo que es lo mismo, Julio Pedrosa.
Más de dos décadas en la farándula dan para mucho. Para infinidad de actuaciones, para multitud de caracterizaciones y para risas infinitas, si a lo que te dedicas es al mundo del payaso y del cuentacuentos, como es el caso que nos ocupa.
Julio, Julito Pedrosa como se le conoce cariñosamente, acude a la entrevista con HOY acompañado de una de sus hijas, Noa, de 7 años. Junto a su hermana Olivia, de 14, y la madre de ambas, Vero, han actuado y compartido vivencias sobre el escenario con este maestro de Educación Física, natural de Miajadas pero afincado en Navalmoral, en cuyos centros educativos del entorno da clases a alumnos de Educación Primaria.
Llegado el verano, aprovecha las vacaciones para dedicarse a su pasión: arrancar risas de su público, principalmente a través de la figura del payaso y del cuentacuentos, ya sea en solitario, en grupo o con compañías como Asaco Producciones, cuya relación personal y laboral, de hace ya 14 años, lo llevó a establecerse en Navalmoral.
«Estaba estudiando Magisterio cuando mi madre me dijo de hacer un curso de monitor de ocio y tiempo libre, pensando más en sumar puntos para la carrera y en trabajar los veranos», rememora.
Chiquinino y con gracia
Acababa de cumplir la mayoría de edad y no sabía de este mundo, al menos desde dentro. Pero una vez que entró, ya no pudo salir. «Tomé contacto con la asociación Zaragata, de mi pueblo, y me dijeron que fuera con ellos porque necesitaban un payaso, creo que me vieron chiquinino y con gracia», comenta entre risas.
La primera etapa, «cuando todo lo tienes idealizado», se dedicó de forma exclusiva a este mundo. «Al principio piensas que puedes vivir de esto, pero con el tiempo acabas dándote cuenta de que es complicado», afirma.
Fueron 16 años de profesional, si bien finalmente optó por compaginar la docencia con las actuaciones, siendo cientos las veces que se ha puesto frente al público.
Lo hace aprovechando cada temporada libre, ya sean fines de semana, navidades o en temporada estival. «Es que para mi son como unas vacaciones. Y cuando tengo a las niñas, vienen y me ayudan, ya sea con el sonido o sobre el escenario», señala. «Yo toco el acordeón en algunas actuaciones», replica Noa.
Por otro lado, aprovecha su bagaje para hacer las clases en la escuela más entretenidas, introduciendo actividades circenses en el aula, como malabares y acrobacias.
«En la mayoría de los casos los niños lo agradecen, porque son clases diferentes, más entretenidas, en las que además sigues trabajando los contenidos de la misma», puntualiza.
Payaso hasta el final
Preguntado por la razón de seguir actuando, ya que no se debe a una motivación económica, Pedrosa, alma de payaso, se pone serio, lo que ya es difícil.
«Lo más importante es que con herramientas como el payaso y los cuentos, podemos cambiar el mundo. Además, muchas veces te encuentras con público muy agradecido. Creo que seguiré toda la vida haciendo cositas como esta para cambiar el mundo», afirma.
Pero… ¿Considera que hay que cambiarlo?. ¿Por qué?, le preguntamos. «Considero que, a pesar de que con los medios que tenemos parece que estamos más cerca de personas lejanas, como humanos estamos cada vez más distanciados. Ahí se hace muy necesaria la sensibilidad, esa que trabajas desde el payaso y los cuentos. Lo que hago es trabajar en este sentido desde la risa, que es la distancia más corta entre dos personas».
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