LUIS FERNANDO ALFONSO VELASCO | PROFESOR DE INGLÉS
Domingo, 31 de mayo 2020, 11:05
Lleva tres décadas ejerciendo «esta pasión» en Navalmoral, «mi pueblo, en el que no nací porque mi madre decidió traerme al mundo en el mismo hospital madrileño que al resto de mis precedentes cinco hermanos».
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–¿Qué estaba haciendo cuando anunciaron el confinamiento?
-Intentando digerir el cachiporrazo que eso supondría para nuestro día a día.
-La previsible fecha de fin de confinamiento se fue alargando a medida que pasaban los días. ¿Qué pensó en ese momento?
-¿Por qué nosotros tenemos que ser diferentes del resto del mundo? Soy una persona que por circunstancias familiares he aprendido a ver el vaso siempre medio lleno, pero inevitablemente me planteaba qué demonios estábamos haciendo mal, bueno, estaban haciendo mal los dirigentes políticos de nuestro país.
-Han sido muchos días en casa... ¿Cómo se ha organizado a nivel profesional y familiar?
-Después de tener que cerrar mi centro de idiomas, y pasar un tiempo en estado catatónico, tuve la suerte de contactar con Shari, una colega de Talavera que me abrió la puerta al mundo de la enseñanza online, que ha resultado ser decisivo para no tirar por tierra el trabajo de todo el curso. Y, por otro lado, en casa todo ha ido mucho mejor de lo esperado, cada mochuelo en su olivo, y nuestro perro Floyd ha sido mi particular cordón umbilical con la calle cuando sólo así nos permitían cierta libertad.
-¿Ha cambiado en algo esa organización a medida que pasaban las semanas?
-Indudablemente el cogerle el tranquillo a dar clases mirando por una cámara minúscula de un gélido portátil lleva su tiempo, y hoy puedo decir que me asemejo mucho a aquel profesor presencial que apagó la luz de su aula la noche del 12 de marzo.
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-De las cosas que ha tenido que dejar de hacer por el estado de alarma... ¿cuál ha sido la que más le ha fastidiado?
-Ha sido durillo no poder asistir con mis amigos de la juventud al concierto de Sting en la plaza de toros de Murcia, ni poder ver a un ídolo de mi juventud, Nick Mason, batería de los míticos Pink Floyd en el Ifema de Madrid, por no mencionar un Brighton vs. Manchester United, partido de la Premier que iba a ver con mi amigo Nick (otro, no el batería de los Floyd). Pero, con diferencia, lo más doloroso ha sido no poder celebrar una efeméride muy especial con el alumnado, sus padres y el profesorado: nuestro 30º aniversario en Navalmoral.
-Poco a poco volvemos a la 'normalidad'. ¿Qué es lo primero que ha podido retomar?
-Montarme en la Rojita, mi inseparable bici de distintos caminos de Santiago, y disfrutar como nunca de la dehesa arañuela, aunque también he formado parte del novedoso pelotón reunido de manera espontánea, con la fresca, en Expacio Navalmoral, fantasmagórico polígono industrial que nos ha servido de circuito bicicletero.
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-Imaginamos que una mente inquieta como la suya ya habrá planeado algo, a medio plazo, cuando llegue la denominada 'nueva normalidad'...
-Intentar convencer a esos amigos de fallidos conciertos que el Camino Lebaniego, el que va de San Vicente de la Barquera a Santo Toribio de Liébana, es una experiencia que hay que vivir, al menos, una vez en la vida, y que si en solitario fue emocionante, compartirlo con Jovi y Alfonso puede ser sublime.
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