Las entrevistas de José Luis PdE

«Creo que la mujer posee una fuerza inspiradora y muchas cosas que contar...»

Cristina Marcos, doble ganadora del Certamen de Relatos Breves 'Día 8 de marzo'

José Luis PdE

Domingo, 2 de junio 2019, 17:24

Cristina Marcos Sarró. Ganadora dos años consecutivos, 2018 y 2019, del Certamen de Relatos Breves 'Día 8 de Marzo', convocado por la concejalía de Mujer e Igualdad, con los títulos 'La estrella de Falak' y 'Detrás de mi silencio'. Una escritora morala que nos acerca a su obra permitiendo que la conozcamos un poco más a nivel personal.

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¿De dónde eres natural?

–Nací en Navalmoral, en el año 70. Genéticamente soy tres cuartas partes morala de pura cepa y una cuarta parte de Valladolid, pues mi abuela materna era de Medina del Campo. Me gusta tener en mi ADN esta pequeña mezcla de tierras y culturas.

–¿Cuándo y cómo surge tu afición a escribir?

–Mi afición a la escritura se remonta a la niñez, de la que aún guardo escritos y algún poema. Creo que cada persona destaca en algún campo, tiene alguna cualidad que le es característica, unos son las matemáticas, otros la música o los deportes. Yo tenía facilidad para la redacción y el dibujo, mucha imaginación y me gustaba inventar historias, ilustrarlas incluso. También colaboraba a alimentar esta afición que mis padres eran amantes de la lectura y fomentaban esta actividad. Mi madre me regalaba más libros que juguetes y es algo que le agradezco, porque he disfrutado muy buenos momentos entre sus páginas. También me fascinaba oír a mis abuelos relatar capítulos de sus vidas, vivencias familiares que formaban parte de sus recuerdos o ver fotografías que solían esconder detrás alguna anécdota interesante. Por ejemplo, gracias a la colaboración de mi abuelo Wenceslao y mi tía abuela Aúrea hice un reportaje sobre los baños de aguas curativas que había en la finca del Borbollón, a los que acudían personas de otros puntos de España. Estos baños desaparecieron y pocos saben de la existencia de aquel manantial cercano a Navalmoral que podía haber dado nombre a un balneario. Hay muchas historias que se perderán con nuestros mayores y es una verdadera pena. Muchas veces sabemos mucho o nos interesamos -y más ahora con las nuevas tecnologías- por personas y lugares a miles de kilómetros y desconocemos lo que nos rodea, a los que tenemos cerca, lo que forma parte de nuestras raíces, de nuestra esencia.​

–¿Dónde te formaste?

En Navalmoral pasé mi infancia y adolescencia y a los 17 años me desplacé a Madrid para realizar COU y mis estudios universitarios de Ciencias de la Información. Una vez finalizados me casé y viví en Valencia y Guayana francesa. Después de unos años en el extranjero regresé a Madrid, donde nació mi única hija, Regina. Me divorcié en 2002 y busqué una salida laboral. Profesionalmente no me pude dedicar al Periodismo, pero en aquella etapa colaboré con la Crónica de Navalmoral haciendo entrevista y reportaje. Tengo un grato recuerdo de aquellos días. Posteriormente viví y trabajé en Bilbao, Toledo y nuevamente en Madrid, siempre en empresas relacionadas con el campo de la energía y desarrollando labores administrativas, para terminar en lo que es hoy mi puesto de trabajo, con GHESA, subcontrata de central nuclear de Almaraz.

Háblanos de tu periplo entre literatura y periodismo...

–Cuando llegó el momento de elegir una carrera me decanté por Periodismo porque consideré que era la que tenía más relación con aquello que me gustaba, escribir. Pienso que ambos campos están muy vinculados, de hecho, grandes escritores comenzaron siendo profesionales del periodismo. La realidad alimenta la inspiración, regala muchas buenas historias y ayuda a imaginar otras. Creo que el escritor siempre está atento a lo que le rodea, escucha, observa y guarda un archivo mental o escrito. Cualquier detalle o suceso, puede ser el inicio, el germen de una buen relato...

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La educación era otro de los campos que me interesaba, ser profesora de Literatura. Durante la carrera destaqué notablemente en este campo, y en redacción. No me hubiera importado impartir clases de cualquiera de estas materias. Como asignatura pendiente tras finalizar la carrera quedó el CAP, ahora convertido en Máster de Formación del Profesorado de​ Secundaria, Bachillerato y FP. Hace poco más de un año, y gracias a que hoy en día los ordenadores traen las clases a casa, decidí dar el paso y quitarme esa espinita matriculándome y volviendo a la 'Universidad'. No es lo mismo estudiar a los veinte que a los cuarenta, por eso me sentí muy feliz cuando lo finalicé con buenas calificaciones y sobre todo reencontrándome con la estudiante que fui, pero más madura, con más curiosidad y hasta más aplicada y responsable. Fue una experiencia enriquecedora de la que disfruté mucho a pesar del esfuerzo que supuso compaginarla con trabajo y familia. También saqué los títulos de inglés y francés de la EOI. Creo que la afición a la lectura, saber expresarse de forma oral o escrita con corrección y aprender idiomas es importante para la vida, y algo que debemos transmitir a niños y jóvenes, primero en los hogares y luego, desde las aulas.

¿Puedes resumirnos tu andadura literaria?

–Aunque por circunstancias mi sueño de escribir literatura infantil y juvenil se quedó por el camino y no he ejercido mi profesión periodística como me hubiera gustado, he seguido vinculada al terreno literario. Los Talleres de Escritura que se impartían en la casa de la cultura fueron el nido donde se gestaron algunos relatos que me publicaron en las Antologías, donde conocí a estupendas personas con las mismas inquietudes que sembraron el germen de Tallertulia, un grupo de aficionados del que formo parte, que aún se sigue reuniendo y que con mucho esfuerzo e ilusión ha publicado un par de libros en los que he colaborado, 'Veintiséis Olivos' y 'Escalofríos'. En aquellos cursos disfruté de los consejos y aprendí técnicas de escritores consagrados a los que admiro, como Pilar Galán. Todo ello me ha animado a seguir escribiendo, me ha empujado en las épocas de abandono y ha despertado mi ilusión al hacerme partícipe de estos proyectos. También he sido miembro durante años sucesivos del comité de lectura del premio 'Encina de Plata', pero nunca he reunido el suficiente valor como para participar como escritora en este certamen local. A lo mejor algún día...

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¿Qué nos dices de tus publicaciones y premios?

–La primera vez que me publicaron un relato fue en la revista nacional Mujer de Hoy. Posteriormente llegó un tercer premio en el concurso de relatos del día de la mujer de 2004, al que sumo los conseguidos en el mismo certamen en 2018 y 2019, de los que me siento muy orgullosa. Creo que la mujer posee una fuerza inspiradora, que tiene un papel muy importante en la sociedad y muchas cosas que decir, que contar... Siempre escribo pensando en las mujeres de todas las generaciones, porque, nuestras abuelas y madres, aunque vivieron en una sociedad diferente, abrieron el camino hacia el presente que vivimos, en el que la mujer ya no sólo es, por lo general, esposa y madre, sino también profesional en muchos campos. Debemos seguir formando a nuestros hijos de cara al futuro, para lograr que vivan en un mundo construido principalmente sobre la educación y el respeto.

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También gané hace años el Concurso de Cartas de Amor organizado por la Fundación Concha.

Estos logros me hacen mantener viva la llama que ilumina a la escritora que vive en mí, que a veces está activa y da mucha guerra, y otras, se deja llevar por la rutina o desaparece durante una larga temporada y no responde a mis llamadas...

¿Cuál es tu principal pretensión cuando escribes?

–Hace un par de días, una de mis amigas publicó un poema de Ángel González en Facebook que creo define el propósito del escritor. Se llama 'La verdad de la Mentira':

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Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas. Y una voz cariñosa le susurró al oído:

-¿Por qué lloras, si todo en ese libro es de mentira?

Y él respondió,

-Lo sé. Pero lo que yo siento es de verdad.

Creo que quien escribe pretende provocar esa reacción en sus lectores, sea cual sea el argumento, hacerle sentir de manera que afloren en él verdaderos sentimientos, despertar emociones, buscar territorios comunes, definirlos o enseñar otros nuevos... escribir es toda una aventura y leer también lo es. Un libro es el espacio en el que escritor y lector se dan la mano y caminan juntos para explorar, página a página, y experimentar la magia de un relato.

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Cuando escribo pretendo trasladar al lector, con palabras sencillas y descriptivas, al escenario donde se desarrollan los hechos mientras sucede la historia, para que, como espectador, forme parte de la misma y empatice con los personajes.

¿Puedes contarnos alguna anécdota relacionada con tu afición a la literatura?

–Durante las novatadas de mi residencia, recién llegada a Madrid, cuando las veteranas se enteraron que me gustaba la literatura, me hicieron escribir un fragmento de 'El Quijote' en términos matemáticos, que luego publicaron en la revista del colegio. No hace mucho encontré el papel manuscrito y me hizo mucha gracia volver a leer como Alonso Quijano mandaba a Sancho calcular el radio de la circunferencia de los molinos.

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Muchas gracias por tu tiempo, Cristina. Para finalizar, ¿puedes hablarnos de tu relación con la Hermandad de Donantes de Sangre?

–En la actualidad soy secretaria de la Hermandad. Aprovecho para animar a participar en las donaciones. Es un gesto de generosidad que favorece a todos, incluidos a los propios donantes, por eso es tan importante la concienciación y mentalizar a los jóvenes que pueden donar a partir de la mayoría de edad.

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