«Tenía ganas de volver a mi tierra y casa, no hay ningún sitio mejor que Extremadura»
PABLO GONZÁLEZ ACEITUNO. ·
Gerente de Itaka Genuine BarPABLO GONZÁLEZ ACEITUNO. ·
Gerente de Itaka Genuine BarEloy García
Viernes, 13 de septiembre 2024, 08:00
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Pablo González, natural de Navalmoral de la Mata, es uno de los muchos extremeños que emigraron a la gran capital para poder llevar a cabo su formación académica. Tras terminar sus estudios en Madrid y darse cuenta de la necesidad y las puertas que te abre tener un idioma, decidió mudarse a Inglaterra.
Pero la vida en las grandes ciudades no es comparable con la vida en la región y, tras algunos años, no dudó en dejar su vida y regresar a Extremadura, en concreto a su ciudad natal, donde ha emprendido distintos negocios. Y como bien dice el protagonista en esta entrevista, en la que relata su periplo y su regreso, «¡No me arrepiento de haber vuelto a Extremadura!».
–¿Cuándo y por qué empieza su periplo?
–Cuando tenía 19 años. Me fui a Madrid a estudiar un ciclo formativo de grado superior de Logística, que en aquel momento tenía, o eso se suponía, buena salida laboral. Por una parte, me fui porque, como casi cualquier chaval de esa edad, quería irme fuera. Y, por otra parte, porque mi padre tiene una empresa de transportes y quería prepararme algo del sector.
–¿Cuál fue el siguiente paso?
–El ciclo lo acabé a los dos años, en 2011, y decidí irme a Inglaterra a aprender idiomas. El año anterior ya estuve en este país durante seis semanas, visitando a mi hermano, que ya vivía allí. El viaje me sirvió para ver cómo iba aquello, pues tenía claro que cuando acabase de estudiar debía aprender inglés. Incluso llegué a trabajar unas semanas en el pub The Moon in the Square, en el que después estuve varios años.
–O sea, que acabó los estudios y se fue al extranjero…
–Sí. A los dos meses de finalizar ya iba camino de la ciudad de Bournemouth, donde además de aprender inglés, estuve trabajando en un pub y, de forma paralela, formándome en hostelería. Así, durante tres años y medio. ¿Por qué elegí Bournemouth? Porque quería una ciudad del sur, con playa,… y allí había una pequeña colonia de españoles. Estaba claro que acabaría en Bournemouth o en Brighton.
–¿Y después?
–Como decía, estuve tres años y medio. Regresé para trabajar en logística, en Guadalajara, aunque vivía en Alcalá de Henares (Madrid). Pero solo duré 20 meses.
–¿Por qué el periodo fue tan corto?
–Porque no me gustó. Así que me puse de nuevo con la hostelería, en esta ocasión en pleno centro de Madrid, en el barrio de Chamberí. Empecé en el 2018, hasta el 2022, cuando decidí regresar a Navalmoral.
–¿Qué le hizo dar ese paso?
–Principalmente, porque tenía ganas de volver a mi tierra, porque esta es mi casa y porque no hay ningún sitio mejor que Extremadura. Acababa de cumplir 30 años y el cuerpo me pedía iniciar una nueva etapa. Pero ya de emprendedor, no trabajando para nadie. Eso lo tenía claro.
-Sin embargo, muchos jóvenes se siguen marchando fuera de la región…
–La gente se sigue yendo fuera por dos razones: por dinero y por trabajo. Para mí es más fácil porque la hostelería es genérica y está en todos lados. Con ella se puede ganar dinero en cualquier rincón del mundo. Por eso lo tengo más fácil que, por ejemplo, un ingeniero. O alguien que quiera trabajar en logística [ríe].
–De todo este recorrido vital que lleva… ¿qué es lo que más le ha marcado?
–Como persona, sin duda, mi estancia en Inglaterra.
–¿Por qué?
–Porque es lo que más ha definido el tipo de persona que soy actualmente. Me explico. Que tu primer paso en el mundo laboral lo des a 3.000 kilómetros de tu casa y de la gente que quieres y que te quieren, rodeado de personas a las que poco le importas y tener que ir a apuntarse a la Seguridad Social en inglés,… eso espabila, y mucho. Todo lo que te pueda pasar después, por muy difícil que sea, ya no te va a parecer tanto.
Pero ojo, que esas mismas personas a las que le importabas poco o nada, después acaban ayudándote y con el tiempo se convierten en tu familia. Sin duda que esos tres años y pico han sido una gran lección de vida.
-¿Aconseja viajes como el suyo?
-Sin duda. Es bueno irse una temporada fuera, a otra región, a otro país, incluso a otro continente, porque es la forma de enterarte como va la vida. De lo contrario, estás solo en tu pequeño mundo, en tu ciudad, sabiendo las cosas a través de lo que te cuentan. No es lo mismo estar de vacaciones en un sitio que vivir allí, porque esta última es la forma de conocer de cerca que hay gente que vive de otra manera, con otros valores, tal vez de forma totalmente diferente a como lo haces tu, pero que en el fondo vive bien. Eso te abre los ojos y la mente.
–Y sus planes de futuro… ¿En Extremadura o fuera?
–Aquí, sin duda. Ya tengo varios, a medio y largo plazo. Aquí me vine porque me hice cargo del Itaka Genuine Bar. Después abrí el Burro Burrito (comida mexicana), una empresa de reparto de comida y, más recientemente, el restaurante de la piscina natural de Valdecañas. Como todo en el mundo empresarial, y en la vida, con distinta suerte. Esto es así, unos funcionan y otros no, pero siempre hay que seguir probando suerte. ¡Y no, no me arrepiento de haber vuelto a Extremadura!
Jaime Baquero es otro ejemplo de los muchos moralos que emigraron y, tras un tiempo, regresaron a su localidad natal, en este caso, Navalmoral de la Mata. Baquero trabajaba junto a su padre en una empresa de electricidad cuando decidió viajar a Bournemouth, donde ya se encontraba su amigo Pablo González, con el objetivo de aprender inglés y «conocer mundo».
Como muchos que llegan a una ciudad donde se habla otro idioma, comenzó trabajando en un pub, pero más tarde logró un empleo en su área profesional como jefe de zona del servicio de Atención Técnica de Inversores Solares en la empresa valenciana Power Electronics. Esta experiencia le permitió residir tres años en la ciudad inglesa de Wolverhampton, tras los cuales se trasladó a Huesca, donde vivió y trabajó durante cinco años más.
A lo largo de su trayectoria laboral, Baquero ha sido responsable de la formación técnica en máquinas de gestión de efectivo –que básicamente son cajas fuertes que cuentan y gestionan el dinero en efectivo–. Este puesto le permitió viajar por todo el mundo, con frecuencia a Japón, Sudáfrica y Brasil, entre otros países, gracias a los conocimientos de inglés técnico adquiridos con anterioridad en Inglaterra.
Finalmente, formó una familia y decidió regresar a Navalmoral de la Mata, porque la tierra y las raíces «tiran mucho». Volvió para hacerse cargo de la empresa familiar, J. Baquero Energía y Mantenimiento, en la que su padre había invertido 30 años de su vida y que, de no haber sido por él, probablemente habría cerrado. Así, Jaime continúa con el negocio familiar en Navalmoral. «Aunque a veces eche de menos la gran ciudad, me gusta Extremadura. Por eso volví. Además, habría sido una pena perder todo el tiempo y trabajo invertido por mi padre», confiesa.
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