Cáceres
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Domingo, 14 de julio 2019, 23:26
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El avance del tren de alta velocidad por Extremadura se ha encontrado con un obstáculo inesperado. La plataforma No al Muro reunió el jueves a un millar de personas en Navalmoral de la Mata para que se visibilizara el rechazo de determinados colectivos al trazado del ferrocarril a su paso por la población. Básicamente, piden el soterramiento de la vía, lo que según Adif supondría un retraso del proyecto de cinco años y elevaría el presupuesto a cifras que de momento son inmanejables.
El rechazo social ha surgido de manera tímida, con un apoyo político tibio, pero ya hemos visto por experiencias anteriores, también en casos similares fuera de Extremadura, que estas protestas son difíciles de calmar, precisamente porque requieren para complacerlas de un esfuerzo económico significativo.
De momento, la respuesta del administrador ferroviario ha sido la de mejorar el proyecto del trazado del tren de alta velocidad a su paso por la localidad cacereña y elevar el presupuesto en un 30%, hasta acercarse a los 100 millones de euros. La reacción de los movimientos sociales ha sido la indiferencia, sin moverse de su petición de soterramiento de la vía. Cuánto hay de populismo y cuánto de justa reivindicación es lo que hay que calibrar.
En general, la historia del trazado de la alta velocidad por el casco urbano de las ciudades extremeñas que atraviesa ha sido confusa y nunca se ha llegado a resolver de modo satisfactorio. De los anuncios de nuevas estaciones se ha pasado a la reforma de las actuales, con presupuestos menos ambiciosos pero más realistas, que además de plantear problemas como el de Navalmoral añadirán más tiempo al viaje desde Madrid, pues obligará a que el tren penetre en la trama urbana de varias localidades.
Ocurre que el parón sufrido por la alta velocidad extremeña ha dejado durante todo este tiempo en un debate secundario el asunto de las estaciones y su ubicación, que se remonta nada menos que a los tiempos de Francisco Álvarez Cascos como ministro de Fomento y que desde entonces no se ha resuelto del todo.
El tramo cuyo diseño ha generado la creación de la plataforma morala es el último que se pone en marcha, es decir, el que completa todo el trazado en territorio extremeño. Con él, todos los tramos de la línea de alta velocidad a su paso por Extremadura están terminados, en obras o en fase de licitación, como explicaba este diario hace unos días, a falta únicamente de dos tramos que no son indispensables para la puesta en servicio del servicio en 2020 (entre Plasencia y Badajoz) y que afectan, precisamente, a las estaciones de Cáceres y de la capital pacense.
Sería una pena que las protestas ciudadanas introdujeran aún más retraso a las actuaciones de la alta velocidad, lo que lógicamente afectaría a toda la región, pero también sería un error no escuchar sus demandas al menos para comprobar qué cosas de las que se plantean son factibles de llevar a cabo. Responsables de Adif ya se han reunido con quienes defienden el soterramiento de la vía y han mostrado suficiente sensibilidad reelaborando el proyecto y aumentando su financiación, pero no ha sido de momento suficiente para disipar la amenaza de que se enquiste este conflicto en el horizonte.
Reactivación de las inversiones
La parte positiva de este desencuentro es que responde a la reactivación de las inversiones en la alta velocidad, que esta semana ha dejado otras buenas señales como la primera actuación para electrificar la vía hasta Toledo. Hay que tocar madera pero el ferrocarril empieza a ser menos noticia diaria por los incidentes y más por las sucesivas actuaciones que se van conociendo, en distintos niveles de ejecución. Ya era hora, y habrá que estar vigilante para que todo siga su ritmo. Los extremeños tenemos derecho a ser muy desconfiados en este tema y con razón.
La alta velocidad se suma, además, al comienzo de otras infraestructuras que han dormido durante años en el olvido de los gobernantes y de los presupuestos. No hay que confundirse, pasarán varios años todavía antes de que se conviertan en realidad, y eso si no hay más contratiempos ni cambios de opinión.
También fue Álvarez Cascos el que se comprometió a ejecutar la conexión entre autovías, la de Trujillo con Cáceres y la de la Plata, ahora por fin en exposición pública. Como ha tardado tanto en reactivarse, ahora permitirá conectar con la futura autovía entre la capital cacereña y la de Badajoz, cuyo primer tramo de 13 kilómetros también se encuentra ya en información pública.
Lo dicho, falta mucho para ver estas nuevas carreteras, si llegan a ejecutarse, pero se observa un cambio de tendencia en las administraciones después de la década de crisis en la que era una ensoñación solo pensar en su ejecución.
Cabe alegrarse por ello, pero también estar atentos para que el anuncio de estas infraestructuras no vuelva a ser eso, un caramelo mediático que solo genere frustración.
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