Nos falta empuje y dignidad social para exigir que existimos

Viajar en tren. El principal argumento a favor de este medio de transporte es, sin duda, su bajo nivel de emisiones de dióxido de carbono. Un kilómetro recorrido en avión supone 45 veces más partículas de CO2 que en tren y el autobús es 23 veces más contaminante que la línea ferroviaria, según la Agencia de Medioambiente y Control de la Energía francesa.

Una ventaja ecológica que no supuso ningún obstáculo para que los gobiernos abandonaran durante décadas los trenes nocturnos en beneficio de los aviones low-cost.

Y es que el servicio ferroviario ahorra entre el 70% y el 90% de energía en relación con un vuelo. Además, las políticas de lucha contra el cambio climático se encuentran en el centro de la agenda europea.

Y en Extremadura?.

Cuarenta años de abandono y de cierre de líneas han desmoralizado a muchos para no usar el tren y encima nos dicen que esperemos con el soterramiento... Ni nos contestan. Quizá lo hagan cuando desaparezcan las tiendas y comercios moralos. Nos dicen que no nos pongamos nerviosos y amenazan con dejar sin paradas la estación de Navalmoral.

Nos falta empuje y dignidad social para exigir que existimos. Nos obligan a usar el coche para relacionarnos y subsistir. Necesitamos políticos que defiendan a la gente, pues dignas son las personas y no el tren.

La malla ferroviaria extremeña, es una exigencia para que recuperemos una dignidad humana, para que no se abandonen las comarcas, para que solo quedé como solución la de salir corriendo (a Marte?)... Recuperemos la dignidad social de un pueblo y su comarca.

Y mientras no podamos salir tanto a la calle, desde los balcones y escaparates, desde la prensa y las ondas, desde las redes sociales y los centros de enseñanza... para anunciar que seguimos todos los viernes en la calle.