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¿Qué es España?
Miradas desde la torre

¿Qué es España?

«¿Que la reducción de ayuda comunitaria va a perjudicar a unos miles de familias españolas? No se hacen tortillas sin romper huevos»

José María gómez de la torre

Domingo, 28 de junio 2020, 12:01

¿Qué es España? Me lo pregunto muchas veces y no tengo una respuesta.

Supongo que alguien podría «iluminarme», aunque si va a ser con un «copipego» de Internet como ya ha ocurrido en el pasado próximo, preferiría que me indicase la dirección web y así puedo disponer de la información completa.

En mis lejanos tiempos de estudiante, había una asignatura denominada Formación del Espíritu Nacional en la que se definía a España como «una unidad de destino en lo universal», hermosas palabras a las que no encontré, ni encuentro, significado alguno.

¿Es España sólo un territorio de quinientos mil kilómetros cuadrados situados en la Península Ibérica?

¿Es España ese territorio configurado como reino, representado por una bandera rojigualda y un himno sin letra, con una religión (católica, por supuesto) que la hace tierra predilecta de María Santísima? ¿Es sólo eso?

¿Dónde integramos a los españoles? Porque España no será solo el suelo, la bandera, el himno, la religión y la predilección de María Santísima. Que digo yo que algo tendremos que pintar los españoles.

Aunque también hay que definir quiénes son los españoles, o los buenos españoles, los patriotas españoles, porque españoles españoles no sé si se pueden considerar como tal a los que no son heterosexuales, ni a los que no se consideran católicos a pesar de haber sido bautizados (que se joden, que el bautismo imprime carácter y eso no se borra), ni a los republicanos, ni a los separatistas, ni a los comunistas.

Aunque a los ateos, agnósticos, republicanos, separatistas, comunistas y masones ¿no habría que considerarlos antiespañoles?

Olvidaba en el recuento a los que quieren sacar muertos de las cunetas, que seguro que también son antiespañoles y a decir de un patriota solo se acuerdan de los muertos cuando hay dinero por medio.

Recuerdo al respecto las dos primeras frases del prólogo de un libro de la escritora judio-polaca Françoise Frenkel: «Es deber de los supervivientes rendir testimonio para que los muertos no sean olvidados ni los oscuros sacrificios sean desconocidos. Ojalá estas páginas puedan inspirar un pensamiento piadoso hacia aquellos que fueron silenciados para siempre, exhaustos por el camino o asesinados».

Claro que no sé si los buenos españoles deben dar crédito alguno a una escritora superviviente de la persecución nazi.

La cosa es que se me plantea una duda: ¿a esos antiespañoles se les puede considerar, o no, españoles?

El problema sobre todo afecta a los separatistas, que si no los consideramos españoles se les está dando la razón, y no, eso no. Que si ellos dicen que no, es que sí, aunque sea por la fuerza. La fuerza de la razón, claro. Pero si los separatistas son españoles antiespañoles va a ser que el resto de los antiespañoles también son españoles. Eso sí: malos españoles.

Verdad que a los buenos españoles no debe temblarles el pulso al sacrificar a compatriotas por el bien de la patria. Recuerden aquel: ¡Dejad que España se hunda!, seguido de una activa colaboración para que el hundimiento fuera lo más profundo posible, con la filosofía de «cuanto peor, mejor».

¿Que eso llevó a unos cientos de miles de familias a la miseria? Pues ¡qué se le va a hacer! Aquello era necesario para desacreditar al Gobierno de Zapatero en beneficio de España.

Ayuda económica externa

Algo parecido a lo que el partido de los buenos españoles está haciendo ahora en la Comunidad Económica Europea: tratar de reducir la ayuda económica externa para ponérselo difícil al Gobierno actual (ilegítimo, comunista-bolivariano, feministoide) si se mantiene la intención de derogar la reforma laboral de la ministra Báñez.

¿Que la reducción de ayuda comunitaria va a perjudicar a unos miles de familias españolas? No se hacen tortillas sin romper huevos. A lo mejor en las próximas elecciones esos partidos antiespañoles no las ganan y a la larga quien gana es España. Y esas familias perjudicadas podrán sentir el orgullo de haberse sacrificado por el bien de la patria.

Porque ¿a quién se le ocurre derogar la reforma laboral de 2012 que tan buenos resultados ha dado, si olvidamos algunos detalles como que el desempleo aumentó y se tardaron cuatro años en volver a alcanzar la tasa de paro que había en 2011 y cinco años en volver a tener el mismo número de personas ocupadas?

Algún efecto secundario sí tuvo, como que el empleo se precarizó, que una gran parte está formado por contratos temporales, que más de un millón de autónomos son en realidad asalariados no reconocidos, que las condiciones económicas de los asalariados son equiparables a las que había a finales de los años sesenta del pasado siglo...

Pero no nos vamos a poner intransigentes ¿verdad? Lo que importa es España, aunque sigo sin saber lo que es.

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