Borrar
MAM
Dulce oscuridad
Opinión

Dulce oscuridad

Dedicado a todos esos héroes, que cada día os dejáis el tiempo y la piel peleando por esta causa. Los héroes del No al Muro

Carlos Roque

Domingo, 29 de mayo 2022, 11:28

Parece que fue ayer cuando decidí marcharme de mi pueblo, fue una dura pero meditada decisión en medio de aquel caos personal en el que me vi inmerso, a los problemas laborales se sumó un desamor, mi gran desamor. Fue una huida hacia la supervivencia, una huida hacia ninguna parte y hacia todas a la vez, cualquier destino me valdría, solo había que sumar kilómetros, cientos de kilómetros, miles, y con un equipaje escaso que se resumía en una mochila repleta de tristeza y dolor.

¿Australia?... ¿Por qué no?, desde pequeño me había sentido atraído por este país, supongo que por lo exótico y alejado.

Ya han pasado siete años desde que encontré mi nuevo hogar donde rehíce mi vida y me rehíce a mí mismo, donde encontré mi sitio y encontré mi compañera que hoy llena mi vida. Desde que llegué a este país, tuve la necesidad de romper con mi pasado y no querer tener ni siquiera noticias de España, supongo que instintivamente huyendo del escenario de mi tristeza.

Hace unos meses me planteé la posibilidad de regresar de visita a mi pueblo, siete años sin noticias era mucho tiempo y estaba seguro que ya, y después de tantos años, no me removería ningún sentimiento negativo. Chloe, mi compañera de vida, hacía tiempo que me insistía en que debía regresar de visita o de vacaciones, que ella vendría conmigo. Le encantaba que le contase cosas de España, que le contase cómo era mi vida en el pueblo en aquel entonces, sobre todo por el contraste de culturas y costumbres, creo que aún no se cree que en España se cene a las diez y a las once de la noche… jajaja..

También alguna vez le hablé de la plataforma que creamos para reivindicar el soterramiento del tren a su paso por el pueblo, que de otra manera supondría dividirlo por un muro y que por eso la plataforma se llamaba NO AL MURO. Le conté el esfuerzo incansable de muchas personas que, de manera altruista e incondicional, dedicaban todo su tiempo y pasión en luchar y pelear por esta causa.

Hace solo unos días, rebuscando entre las pocas cosas que traje conmigo de España, encontré un recorte de periódico que había guardado, era un relato que escribí y salió publicado en julio de 2019 con el título 'El Muro de las Lamentaciones', al verlo Chloe y tras explicarle lo que era, quiso leerlo. Cuando terminé de traducírselo, me miró y me dijo con ese acento medio aborigen que tanta gracia me hace:

-!!!Pero Carlos, ese futuro del que hablas, es ahora!!!. ¿¿Qué pasó con ese muro??

¿Qué pasó con esa lucha? ¿Se ganó?.

No pude menos que avergonzarme cuando le respondí que no tenía ni idea. Me sentí como un traidor y un cobarde, recordé que esa era otra de tantas cosas que dejé sin resolver.

De forma instintiva, me abalancé sobre el portátil, quería redimir un poco mi culpa saliendo de la duda, de repente sentí la necesidad, durante tantos años aparcada, de saber que había ocurrido con el muro, con la plataforma... etc. Nuevamente Chloe me frenó, se me adelantó cerrándome el portátil y casi gritándome me dijo:

-No te entiendo, siete años sin querer saber nada de tu pueblo y ahora de repente, ¿¿crees que lo vas a remediar conectándote a Google??

-Mira, entiendo que hayas querido alejarte durante todos estos años, entiendo que lo hicieses porque te removía y producía dolor, pero ahora que has decidido resolverlo, debes hacerlo yendo allí, se lo debes a tu pueblo, te lo debes a ti.

¡¡Joder.. qué razón tenía !!…Le di las gracias por, a pesar de su contundencia, hacer que me diese cuenta. Luego me quedé en silencio durante unos minutos y fue entonces cuando decidí que sabría lo que había ocurrido en Navalmoral, pero lo sabría yendo allí y además llegaría en tren.

Apenas habían transcurrido dos meses cuando estábamos aterrizando en Barajas tras un vuelo interminable de casi 24 horas y dos escalas. Ya teníamos pensado no consultar ninguna fuente que nos pudiese revelar lo que había ocurrido en Navalmoral en los últimos años en general, y más concretamente con respecto al Muro. Algo que, por otra parte, no resultó difícil dado que, lo que hubiese ocurrido ya habría pasado hace tiempo y no sería noticiable, en cualquier caso siempre serían noticias de ámbito local o como mucho regional.

En tren a Navalmoral

Esa misma mañana, tomamos el tren que nos llevaría desde Madrid a nuestro destino, tanto Chloe como yo, incluso sin haberlo hablado, sabíamos que no haría falta preguntar al llegar. Era un tren rápido con hora precisa de llegada, por lo que simplemente mirando el reloj sabríamos cuando estaríamos cerca.

A la hora prevista el tren se puso en marcha, en cuanto salió de la estación el sol entró inundando de luz todo el vagón, era una preciosa mañana de otoño. Chloe no dejaba de observar por la ventanilla del tren asombrándose por todo como si fuese una niña pequeña. Era la primera vez que viajaba a Europa y todo le resultaba curioso por diferente y desconocido, yo en cambio me dedicaba a imaginarme cómo sería mi pueblo tras esos siete años, cómo me sentiría al volver a caminar por esos lugares de los que había huido, y sobre todo la necesidad de saber lo que ocurrió con el muro y si todo aquello sirvió para algo.

Se acercaba la hora prevista de la llegada, apenas quedaban quince minutos y comencé a inquietarme, Chloe se dio cuenta y sin soltarme la mano que había permanecido entrelazada con la mía durante todo el viaje, me miró intentando tranquilizarme a pesar de que era consciente de lo que me ocurría. El tren comenzó a aminorar la marcha, lo que confirmaba que nos estábamos acercando a Navalmoral.

Tras unos diez minutos más, que se me hicieron eternos, de repente y de forma inmediata, el sol desapareció y el vagón se inundó de una tenue luz entre rojiza y amarilla, una oscuridad que me pareció la oscuridad más dulce que jamás había presenciado. En ese preciso instante, Chloe apretó con fuerza mi mano, acercó sus labios a mi mejilla y tras besarme suavemente me susurró sin abandonar ese gracioso acento aborigen: ¡¡¡ LO CONSIGUIERON!!!.

Dedicado a todos esos héroes, que cada día os dejáis el tiempo y la piel peleando por esta causa. Los héroes del NO AL MURO.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy Dulce oscuridad