

José María Gómez de la Torre
Martes, 7 de abril 2020, 13:07
Cuenta el profesor Pedro Schwartz que estando en una playa de Italia se puso a su lado una familia italiana que comenzó a instalar una sombrilla y otros utensilios de playa. No bien habían acabado la instalación de los trebejos playeros cuando empezó a llover. La reacción del jefe de la tribu fue inmediata, repentina: «¡Piove! ¡Porco governo!» (Llueve. Puerco gobierno).
Esta reacción tan italiana es también muy española.
La gestión que el Gobierno está realizando de la crisis sanitaria seguramente no es perfecta; tiene, como cualquier obra humana, sus luces y sus sombras. Creo que nadie podría hacerla perfecta, tal vez un poco mejor o un poco peor.
También creo que el feroz acoso que se está haciendo al Gobierno, los reproches exagerados y en gran parte sin fundamento, tienen como objetivo encrespar el estado de ánimo de la ciudadanía, cabrear por cabrear y en algún caso obtener réditos políticos.
Es un vicio consustancial a la gente que todos y cada uno tenga formado un criterio sobre cualquier tema sin pensar si se tiene fundamento, razón y conocimientos para hacerlo. No hay materia (fútbol, energía, cambio climático o coronavirus) que se resista. Los más complejos conceptos y las más intrincadas nociones son tomadas por cualquier enteradillo que se dedica verter en las redes juicios de valor -cuanto más negativos mejor- sin tener base de conocimiento alguno. Luego defienden sus opiniones con agresividad -cuanta mayor agresividad mayor número de adeptos a sus tesis- cuando lo cierto es que no tienen ningún conocimiento del asunto.
Cuando al principio de la crisis sanitaria que vivimos el Gobierno dijo que estaba siguiendo las recomendaciones de los expertos se le reprochó que no tuviera un criterio propio; que iba a escudarse en el criterio de los expertos para cubrir y encubrir sus posibles errores de previsión y de reacción frente a la evolución de los contagios. ¿Habría sido mejor que decidieran por su cuenta sin tener en consideración la opinión de los que saben?
La moderación y el equilibrio tendrían que triunfar frente a la rebelión de los intolerantes. Deberíamos exigir que nuestros representantes políticos se organicen en torno al diálogo real y no en torno al combate insustancial.
Aunque las catástrofes naturales como la que estamos viviendo tienen muchos padres, en España sólo tienen uno: el Gobierno de turno, no importa el color.
Somos un poco como aquella familia italiana del principio de este artículo:
¿Que los chinos no fabrican suficientes mascarillas? Porco governo.
¿Que los contagios no disminuyen pese al confinamiento? Porco governo.
¿Que no hay medicamentos específicos para tratar el virus? Porco governo.
¿Que Turquía incauta una partida de respiradores? Porco governo
En esta travesía por el mar de la vida en vez de asumir que «si el viento no sopla tendremos que remar« es más fácil decir: Porco governo.
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