José Antonio Fernández Martín, estudiante de Comunicación Audiovisual
Jueves, 30 de abril 2020, 22:41
Todos hemos recibido algún mensaje con alguna cura milagrosa contra el coronavirus COVID-19. Y lo hemos recibido a pesar de que los médicos especialistas de todo el mundo, liderados por la Organización Mundial de la Salud, aseguran que de momento no hay tratamiento ni vacuna contra esta enfermedad.
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Realmente siempre han existido las mentiras, pero la epidemia del coronavirus parece tener algo nuevo. La tecnología digital y en concreto, las redes sociales, han masificado el acceso de la gente a este juego donde no hay reglas para comunicarse. Cualquiera puede, desde su teléfono, escribir un mensaje y acceder a miles, hasta millones, de lectores.
Pero sería injusto decir que las redes sociales únicamente hacen eso. Por estos canales también se escriben millones de mensajes reales y existen diversos ejemplos de un buen uso de ellas, pero nada de eso significa que no se hayan usado para mentir de manera masiva.
Aún así, la pandemia del coronavirus también ha demostrado una verdad incuestionable: la información es control. Pero ¿qué tipo de información?
Las noticias falsas y los datos científicos tergiversados han causado tanto o más daño que el virus invisible que golpea al mundo. En lo que a salud se refiere, las noticias que uno consume, cree y comparte modifican el bienestar de cada uno de nosotros.
Mientras la ciencia encuentra la cura a la nueva enfermedad que nos amenaza, nosotros nos seguimos contagiando de desinformación, pero resulta complicado encontrar una vacuna informativa capaz de superar, en estos momentos, la fuerza viral de la desinformación generada en torno a una pandemia.
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Y es que erradicar la desinformación, no es sólo tarea de periodistas y de comunicadores, sino de todos los usuarios de Internet, de toda la sociedad, de todos nosotros. Porque cada uno puede ayudar a descontaminar el espacio de información y mejorar la comunicación entre unos y otros, sobre todo en momentos como el que vivimos, donde es fundamental estar bien informados.
¿Cambiará algo en nosotros esta pandemia?
A día de hoy creo que nadie sabría responder con total seguridad esta pregunta, pero podríamos pensar en la otra cara de la moneda, esa realidad menos favorecedora y menos privilegiada: la de los pisos diminutos con seres humanos apiñados en unos casos y habitantes solitarios en otros, ciudadanos desasistidos, necesitados de ayuda para comprar, para asearse o para cocinarse algo decente.
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Vivir en esta inédita situación nos tendría que cambiar a los que nos encontramos en mejor estado. Aquellos que gozamos de un encierro más ameno, podríamos dedicar, por qué no, algo de nuestro pensamiento a los que tienen poco y están callados por enfermedad o pobreza.
Y si realmente quieres mejorar algo, el momento es ahora, es tiempo de unirnos, de ser más humanos, menos egoístas y más empáticos. Es el momento de darle la mano a nuestra familia, a los más cercanos, de compartir sensaciones, miedos e inquietudes, y a la vuelta de esta inesperada pausa en el camino, enseñarle al resto lo que has aprendido y has reflexionado.
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Ojalá todo esto nos haga ser más humanos.
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