“Trabajando con la cantera, los frutos acabarán llegando”, según Beni Besale
Entrenador del CF Navalmoral en Regional Preferente, fue jugador del Moralo CP, con un total de 237 partidos en Segunda B y Tercera
Miguel Camacho
Sábado, 16 de enero 2016, 15:42
Benito Pineda Herrera, nacido en Salamanca el 7 de mayo de 1975, llegó a Navalmoral en el verano de 1998 para jugar en Segunda División B con el Moralo CP, y aquí se quedó aunque después estuvo algunos años jugando en otros equipos. Conoció a quien es ahora su mujer, Mónica, y ya no dudó en dónde establecerse.
En 1982 fue su padre, Pepín, quien debutó en el club de Navalmoral en el tramo final de aquella temporada en Tercera División, en el grupo extremeño-andaluz, donde se logró la permanencia gracias, en buena parte, a la actuación de aquél veterano futbolista que llegó a ser profesional y jugar en Primera con el Salamanca y Valencia.
Fue por eso por lo que Beni nació en la ciudad charra, donde estuvo hasta los dos años. De allí se trasladó la familia Pineda a Talavera de la Reina, por lo que me siento talaverano ya que mi vida siempre se ha desarrollado allí. Eso sí, también me siento moralo porque llevo en Navalmoral ya mucho tiempo y mis tres hijos, Hugo, Darío y Juan, han nacido aquí, señala orgulloso.
Futbolísticamente se le ha conocido como Beni Besale, invento de él mismo tomando la primera sílaba de su nombre, de la ciudad donde nació y de donde fue bautizado, de donde son sus padres, Lebrija.
Con un balón en los pies
Desde muy pequeñito, que es decir desde siempre, tuvo un balón en los pies. Ahora lo que casi siempre tiene entre las manos es un teléfono móvil, por su trabajo de agente comercial para ofrecer lo último en telecomunicaciones a las empresas. Casi todos los días mi madre me tenía que llevar la cartera al colegio porque se me olvidaba en casa, pero el balón no, era lo que más me importaba.
Se formó en las categorías inferiores del Talavera CF, junto a su amigo Javier Casquero que llegó a jugar en Primera defendiendo al Sevilla y Getafe, entre otros. Con el equipo de la ciudad de la cerámica, Beni debutó en Segunda B y lo hizo con un golazo marca de la casa frente al Pontevedra.
Salté al campo sobre el minuto 70 con unos nervios impresionantes, pero lo bueno fue que en el segundo balón que toqué lo mandé a la escuadra y desde entonces, lo prometo, jamás volví en mi carrera deportiva a tener nervios al salir a jugar. Ese es Beni, un hombre osado y decidido en todo lo que hace.
Llegó al Moralo en el verano de 1998 por la insistencia del entonces director deportivo del club, Fernando Gómez. Tanto él como el entrenador, Luis García, no paraban de llamarme todos los días recuerda, y para mí fue un halago ya que tuve más ofertas para fichar por otros equipos, como el Jerez y Plasencia que estaban en el mismo grupo de Segunda B, pero vi el interés que tenían conmigo.
Aunque sólo estuvo ese ejercicio, ya decidió que para acabar en el Moralo habría tiempo. Conocí la maravillosa persona que es mi mujer, que me ha dado lo más grande que tengo hasta ahora en mi vida, mis tres hijos, y poco a poco me fui asentando en Navalmoral.
Como él, sus vástagos son unos locos del balón y le gustaría que llegasen a ser futbolistas, aunque eso no le quita el sueño porque son aún muy pequeños, Hugo tiene 8 años y los mellizos Darío y Juan 6, por lo que más me preocupa es que se diviertan, sean humildes y respetuosos dentro del campo. Ellos ya son felices con sólo ir a entrenar y eso a mí me enorgullece, pero está claro que los estudios son lo primero.
De cuando era pequeño recuerda Beni incluso acompañar a su padre al municipal de Navalmoral para entrenar. Él también me inculcaba lo mismo que ahora les transmito yo a los niños.
Así ha ido madurando, pasando de jugador a entrenador, a día de hoy en el CD Navalmoral con el nivel 2 en Regional Preferente y algunos equipos de categorías inferiores de la AD San Andrés. Era un futbolista que le gustaba mucho hablar dentro del campo, por lo que no sorprende su salto a los banquillos.
Quién sabe si el día de mañana me dedicaré a ello si me saco el último nivel, ahora es un entretenimiento porque me gusta mucho, pero en el futuro ya veremos, quiero formarme apostillando que mucha gente no sabe lo que verdaderamente se trabaja en esto, si lo supieran no opinarían tanto. Reconforta el trabajo que se hace con mucha ilusión, siempre con ganas de aprender, pero pierdes horas para estar con la familia, muchas veces durante fiestas o celebraciones.
Beni entrenando a los más pequeños disfruta muchísimo porque ve la mejoría día a día de los niños, y reconoce que hacerlo a adultos es muy diferente ya que te juegas mucho, los resultados mandan. En la categoría que yo entreno ahora los jugadores no cobran, tienes que tener mucho tacto con ellos y muchas veces no se puede entrenar como uno quisiera.
En absoluto es conformista, intentará llegar a lo más alto posible, como hizo cuando se vistió de corto. Por entonces era un elegante mediapunta, ambidiestro, que le encantaba sacar tajada de las acciones a balón parado que tanto entrenaba. Ssu pierna derecha era un guante y convertía las faltas al borde del área y los córners en medio gol.
Lo pasaba mucho mejor dentro del campo que ahora fuera y es que como jugador tienes libertad para hacer lo que tú quieras, siempre con unas directrices claro, pero como entrenador sólo puedes cambiar tácticas y mover jugadores. Es más, hay momentos que hasta saltaría al campo a rematar algún balón bromea.
Para él lo mejor de tantos años como futbolista es la vida que ha compartido en esos vestuarios de tantos equipos aficionados, semiprofesionales y profesionales.
Tengo muchos y grandísimos amigos gracias al fútbol, enemigos muy pocos o ninguno, porque lo que pasa dentro del terreno de juego se debe quedar ahí. Yo nunca lo he llevado fuera.
Por último, Beni es claro en lo que le pasa al fútbol moralo. No duda en asegurar que en Navalmoral pasa como en el fútbol español con los entrenadores, que nos cansamos muy rápido de ellos y además somos exigentes. El fútbol aquí merece estar donde sus aficionados quieran. Es un tópico pero la verdad, habría que trabajar con la cantera para que cuando los chavales lleguen arriba lo hagan ya preparados y sintiéndose importantes. Esa apuesta dará sus frutos, hay que intentarlo aunque cueste varios años, o no, porque con tanta cantera en Navalmoral los resultados terminarán llegando sentencia seguro de lo que dice. Quizás no le falte razón.
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