

Francisco Javier Timón, Antiguo alumno del club Wado-Kan
Viernes, 10 de abril 2020, 17:43
El pasado jueves 26 de marzo falleció en Sevilla a la edad de 76 años, a consecuencia de un cáncer de páncreas, Alfredo Golpe Pérez, iniciador del arte marcial del karate en Navalmoral de la Mata.
Alfredo (nacido en Santiago de Compostela en 1944), ingeniero industrial, llegó a Navalmoral con su familia en 1977 para trabajar en la central nuclear de Almaraz; en 1984 tuvo que cambiar de residencia por razones de trabajo, trasladándose primero a Guadalajara y luego definitivamente a Sevilla.
Durante los siete años en que permaneció en Navalmoral, desarrolló una importante labor como instructor de karate, concretamente de la escuela Wado-Ryu, de la que llegó a ser un gran maestro, reconocido por karatecas de la talla del japonés, afincado en Madrid, Moriya Saito, máximo representante en España de esa rama del karate internacional.
Fue por iniciativa de un grupo de jóvenes moralos entusiastas de las artes marciales que Alfredo comenzó a impartir clases de karate y a transmitir sus extensos conocimientos de tal disciplina, que había recibido en Huelva del maestro madrileño Mariano Crespo, uno de los iniciadores del karate en Andalucía.
Los comienzos no fueron fáciles, pues Alfredo y sus alumnos no contaron con instalaciones adecuadas para la práctica del karate hasta pasado un tiempo, cuando el maestro tuvo la feliz idea de abrir en Navalmoral el primer club deportivo privado, el Wado-Kan, en la calle Benito Pérez Galdós, donde las condiciones para el entrenamiento pudieron contar ya con todas las garantías, lo que ocurrió en 1980.
En aquel escenario fue donde comenzó realmente la historia del karate y de los gimnasios de titularidad particular en Navalmoral, si bien es justo decir que mientras el Wado-Kan estuvo bajo la dirección de Alfredo no funcionó con ánimo de lucro, sino que las ganancias -cuando las hubo- se canalizaron en beneficio del club, por lo que su labor fue totalmente altruista.
Gracias a sus extraordinarias cualidades como deportista, su alto nivel técnico, su gran carisma, su firmeza y su encomiable dedicación, Alfredo consiguió que el Wado-Kan alcanzase en poco tiempo gran popularidad en Navalmoral y su comarca, y que muchos niños, jóvenes y no tan jóvenes de ambos sexos pasasen por sus instalaciones y se aficionasen a tan noble deporte, no pocos de manera muy activa.
Los buenos resultados deportivos no tardaron en llegar, y los alumnos del club Wado-Kan comenzaron a destacar en competiciones de carácter provincial y regional; incluso tuvieron ocasión de demostrar su calidad en torneos de categoría nacional frente a karatekas de élite.
Ese buen hacer fue también lo que permitió a varios de aquellos primeros alumnos -y a otros que llegaron poco después- alcanzar el grado de Cinturón Negro. Algunos convertirían el karate en su modo o estilo de vida, y son también maestros hoy, e imparten clases en clubes privados o regentan sus propios gimnasios, donde continúan transmitiendo las enseñanzas del maestro a muy alto nivel, perpetuando así su obra, y no sólo en Navalmoral.
Una labor tan desinteresada y brillante no podía quedar sin su broche de oro, sin su reconocimiento oficial, y, aunque debió ser antes, en 2016 varios alumnos del ya desaparecido Wado-Kan comenzaron a mover los hilos para que el Ayuntamiento se hiciese eco de tan justo y merecido colofón. Por fin, y para sorpresa del maestro, llegó ese reconocimiento, y el 22 de marzo de 2018 Alfredo recibió una mención especial en la correspondiente edición de la Gala del Deporte, que contó con su presencia y la de su familia.
Después de ese importante evento, muchos de sus antiguos alumnos se juntaron en torno a él y le rindieron su particular y cálido homenaje en una emotiva cena de honor, que ha resultado ser la última despedida.
Descanse en paz.
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